En medio del auge que registró en la última década el uso de cuentas bancarias para pagar salarios y el de tarjetas de débito para retirarlos y hacer pagos, en Nicaragua la inclusión financiera, entendida como el acceso de la población a servicios financieros, sigue rezagada. Solo el 17.3 por ciento de la población posee cuentas en bancos; el 19.5 por ciento ahorra; el 6.2 por ciento tiene una póliza de seguro; y el 2.1 por ciento posee al menos una tarjeta de crédito. El régimen Ortega Murillo califica estos resultados como logros, pero dejan al país en la cola de la región en este campo que es dominado por Costa Rica.
El Banco Mundial (BM) describe la inclusión financiera como el acceso que tienen las personas y empresas a “productos y servicios financieros útiles y asequibles que satisfagan sus necesidades de transacciones, pagos, ahorros, créditos y seguros, entregados de manera responsable y sostenible”. Además, considera que la inclusión financiera es factor clave para reducir la pobreza extrema e impulsar la prosperidad compartida. Por su parte la Organización de Naciones Unidas (ONU) considera la inclusión financiera un facilitador de 7 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La Encuesta Nacional de Inclusión Financiera de 2023, realizada por el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (Inide), indagó sobre diversos indicadores de inclusión financiera: tenencia y uso de productos financieros; medios de pagos y canales de acceso; comportamiento financiero y protección de usuario; y satisfacción y bienestar de usuario.
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17 de cada 100 nicas tienen cuenta de banco
Según el Inide, la investigación tiene representatividad a nivel nacional, abarcó áreas urbanas y rurales, con una muestra de 3,244 viviendas, distribuidas en 745 segmentos, y utilizó la estructura de la Encuesta Continua de Hogares. A través de entrevistas directas realizadas entre septiembre y noviembre del 2023, encuestaron a 8,073 personas mayores de 18 años.
La investigación determinó que el 17.3 por ciento de la población, es decir, solo 17 de cada cien personas, poseen al menos una cuenta bancaria, lo cual representa un aumento de 4.9 puntos porcentuales desde 2016 cuando solo el 12.4 por ciento la tenía. Aunque la mayoría de las cuentas bancarias están asociadas a una tarjeta de débito, el resultado de la indagación determinó que solo 16 de cada cien personas las poseen. El dato refleja un incremento, ya que en 2016 solo 10 de cada cien tenía tarjeta de débito.
“Este incremento se observa tanto en áreas urbanas como rurales, con una mayor proporción de hombres (20.7 por ciento) que mujeres (14.6 por ciento) que tiene al menos una cuenta”, dice el informe de la encuesta.
Según el informe, 44 de cada cien personas que no tienen cuenta de banco lo atribuyen a que sus ingresos son variables o insuficientes. Mientras que 29 de cada cien dijeron que no la necesitan; 15 de cada cien prefieren otras formas de ahorro; 13 de cada cien aducen que los bancos solicitan requisitos que no pueden cumplir; y 10 de cada cien aseguraron que no saben qué es una cuenta bancaria y tampoco cómo usarla.
60 de cada 100 ticos tienen cuenta de banco
A pesar de la mejoría mostrada en los últimos siete años, estos resultados mantienen al país en la cola de la región. El Consejo Monetario Centroamericano creó el Índice de Inclusión Financiera (IIF) de la región CARD (Centroamérica y República Dominicana), para valorar el acceso y uso de los servicios financieros de las personas mayores de 15 años. En su informe del 2023 reconoció que se registró una mejora general en los últimos 10 años, y el país que más destacó fue Costa Rica, que se mantiene como el de mayor inclusión de la región, seguido de República Dominicana.
Según el IIF, en Costa Rica 60 de cada cien personas mayores de 15 años tienen una cuenta en las entidades financieras. El país también destaca en el uso de las tarjetas de débito, ya que más de 30 de cada cien personas las utilizan.
En cuanto al ahorro, la encuesta del Inide dice que también se incrementó, ya que el año pasado el 19.5 por ciento de los nicaragüenses dijo que ahorraron en el último año, es decir, 6.5 puntos porcentuales por encima del 13.0 por ciento que en 2016 ahorraba. El porcentaje de personas que ahorran en similar en el campo y en la ciudad. Pero de los casi 20 de cada cien que ahorraron el año pasado, solo 6 usaron los bancos, unos 13 guardaron el dinero en su casa y otros usaron diversas formas de ahorro.
La cantidad de ahorrantes es lejana en relación con la de Costa Rica, donde según el IIF 60 de cada cien personas realizan alguna práctica de ahorro.
Solo 14 de cada cien reciben préstamos
Mientras en Nicaragua el acceso a algunos servicios y productos crece, en otros hay retroceso. El informe de la encuesta del Inide confirma que la cantidad de beneficiados por préstamos se redujo ligeramente. Pasó de 15 de cada cien en 2016 a 14 de cada cien el año pasado.
Según el origen, de los 14 de cada cien que recibieron préstamos, la mitad lo obtuvo en entidades supervisadas, es decir, bancos, financieras, Instituciones de Microfinanzas y Cooperativas. La otra mitad recibió los créditos de parte de prestamistas, casas comerciales, sus empleadores, proveedores y familiares.
De los 86 que el año pasado no recibieron crédito, casi la mitad dijo que no lo pidieron porque no lo necesitaban. En menor medida lo atribuyeron, entre otras cosas, a la falta de capacidad de pago, no cumplir los requisitos, intereses muy altos; no recibir ofertas de crédito; no tener garantías para respaldarlo y temor a que le rechazaran la solicitud.
Menos usan tarjetas de crédito
En los últimos años el uso de las tarjetas de crédito también retrocedió en Nicaragua. El año pasado solo 2 de cada cien personas dijo poseer al menos una tarjeta de crédito, lo que refleja una reducción en relación con los 4 de cada cien que en 2016 la tenía. La tenencia y uso de las tarjetas de crédito es mayor en las zonas urbanas y los hombres son los que más las tienen. Entre los que dijeron tener, la mayoría dijo que tiene solo una y solo un mínimo porcentaje dijo tener dos o más.
Mientras tanto, la tenencia de seguros aumentó a 6.2 por ciento, es decir a seis de cada cien. Esta cantidad representa un incremento en relación con el 4.9 por ciento que los tenía en 2016. Según los resultados de la encuesta, los seguros más usados son los de accidentes y los seguros de vida.
Según el Consejo Monetario Centroamericano, la revolución digital se ha convertido en una herramienta fundamental para impulsar la inclusión financiera y los resultados de la encuesta demuestran que Nicaragua no ha sido la excepción. Sin embargo, todavía hay mucho camino por recorrer. Los resultados de la encuesta reflejan que solo menos de 6 personas de cada cien tienen banca móvil; menos de 3 de cada cien tienen banca en línea; y menos de 3 de cada cien tienen carteras digitales en las que almacenan dinero electrónico.
60 de cada cien tienen teléfono inteligente
Este rezago se registra a pesar que, según la encuesta del Inide, la tenencia de teléfonos móviles alcanzó el 75.7 por ciento, con una notable presencia de smartphones en el 61.4 por ciento de la población. Sin embargo, solo el 8.4 por ciento de las personas con cuentas realizó transacciones a través de un teléfono celular, entre ellas, transferencias bancarias y compras. Pese a que este porcentaje sigue siendo bajo, representa una “mejoría significativa” en comparación con el 1.5 por ciento que en 2016 dijo que realizaba transacciones a través de teléfonos.
Los nicaragüenses todavía prefieren hacer sus transacciones en persona. Más de 19 de cada cien personas dijeron que el año pasado utilizaron los corresponsales no bancarios para realizar sus pagos: y una cantidad similar lo hizo directamente en las sucursales bancarias; y solo 15 de cada cien usaron cajeros automáticos (ATM).
Las personas que no utilizan los canales de pago digitales consideran que no los necesitan, 84 de cada cien personas que no los usa dijeron a los encuestadores del Inide que no prefieren el dinero en efectivo y no necesitan servicios digitales. En menor porcentaje mencionaron la desconfianza y resistencia a compartir información personal por esos medios y el desconocimiento de cómo funcionan esos mecanismos.