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El acto celebrado el pasado 21 de febrero de 2024, donde llegaron funcionarios leales a Ortega y miembros del Ejército de Nicaragua. Foto: El 19 Digital

¿Qué indica la parca actitud de los militares en los actos de Ortega?

Que los altos mandos militares “no canten ni bailen” en los actos de Ortega, como sí lo hace animadamente el resto de los funcionarios de la dictadura, desnuda el tipo de relación entre el régimen y el Ejército, señalan analistas

21 de febrero de 2024. La dictadura de Nicaragua conmemora, con transmisión en vivo, el 90 aniversario de la muerte de Augusto C. Sandino, a quien los sandinistas consideran un héroe de la patria: las largas y lentas arengas del dictador Daniel Ortega llevan ataques, ofensas, burlas crueles contra los adversarios a quienes arrebató la nacionalidad y desterró, y las infaltables imprecisiones históricas.

Luego, termina el acto oficial y comienza la parafernalia. Daniel Ortega y su chaqueta roja talla extra, bajo la cual esconde seguramente un chaleco antibalas, pero podrían caber muchas cosas más, aplaude lenta y torpemente, sin cadencia ni gracia, tratando de seguir el ritmo y la algarabía dirigida de los militantes de la Juventud Sandinista que corean y cantan con precisión de ensayo coreográfico.

Murillo, minúscula en la mesa del poder, siempre vestida de multicolores combinaciones de nula elegancia, sigue con aplausos el espectáculo de sus jóvenes que visten camisetas con dibujos sicodélicos; se suman al espectáculo los jefes policiales uniformados y los presidentes de otros poderes del Estado: a palmas y puños en alto corean “luchar, luchar, luchar es nuestro grito de guerra”.

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En esa mesa, donde abundan las flores y todos están ya bien entrados en la tercera edad, tres tipos gruesos metidos apretadamente en uniformes verdeolivo permanecen firmes, sin corear ni cantar y apenas tarareando las canciones de propaganda sandinista.

Entre ellos, las manos aferradas al borde de la mesa, el jefe del Ejército, Julio César Avilés Castillo, quien luce a ratos impaciente.

De memes y especulaciones

El gesto, captado en las cámaras de la televisión sandinista, salta a las redes con especulaciones de todo tipo y memes: “¿Se apartan los generales de las parafernalias de la Murillo?”

“¿Pasa algo entre el régimen y la guardia sandinista que no canta los himnos del partido?” “¿No se saben las canciones sandinistas los guardias de Ortega?”

Pero la realidad es que los tres miembros de la Comandancia General nunca se han unido a ese show. Y más allá de los memes, un análisis más profundo revela el tipo de relación del cuerpo castrense con la dictadura.

El jefe del Ejército de Nicaragua, general Julio César Avilés, y el dictador Daniel Ortega, llegando al acto por el 44 aniversario del Ejército, el 4 de septiembre de 2023, en la Plaza de la Revolución de Managua. Foto de El 19 Digital

“El Ejército tiene una relación transaccional” con la dictadura

Para el politólogo Manuel Orozco, no hay dudas de que las fuerzas armadas nicaragüenses son uno de los principales pilares del sostenimiento de la dictadura: “El Ejército como institución responde al mandato del presidente y su general Avilés”.

“La postura del Ejército ha sido mantener una relación transaccional de favores para lograr escalar en rango, y de espacios económicos a los militares en retiro a cambio de lealtad mientras estén en función militar o pública”, dice a LA PRENSA Orozco, quien pone en duda que la fidelidad militar a Ortega se base en principios ideológicos.

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“La lealtad no es ideológica al mantra tropical talibánico que Ortega y Murillo han construido para sostenerse en el poder y garantizar la sucesión dinástica, sino la condición oportunista de los oficiales mayores, especialmente los 20 generales que han sido premiados con ascensos, ha servido de fuente de apoyo de los cuatro pilares de la dictadura”, analiza Orozco.

Los cuatro pilares de la dictadura

Orozco sostiene que la dictadura de la familia Ortega-Murillo se apoya en cuatro pilares: el monopolio de la fuerza, la captura del Estado, la criminalización de la democracia y la propaganda mediática; los militares participan de los tres primeros, dice Orozco.

“Son guardianes de la dinastía”

El analista político Enrique Sáenz concuerda con la visión de la relación basada en intereses económicos.

“Hay un nudo de intereses económicos compartidos que atan a los principales mandos del Ejército. Aquí lo relevante es lo que dicen y lo que hacen. Si consideramos lo que dicen, basta recordar el discurso rastrero de Avilés en septiembre pasado”, advierte.

“Y en cuanto a lo que hacen, se ve poco, pero nada distinto a lo que han venido haciendo. En definitiva, el Ejército en su configuración actual y con sus mandos actuales son ‘guardianes de la dinastía’”, señala Sáenz recordando la frase que se le endilgaba a la Guardia Nacional de los Somoza.

Del 4 de septiembre de 2023 al 21 de febrero de 2024

El “discurso rastrero” al que hace referencia Sáenz es el pronunciado el 4 de septiembre de 2023, cuando el Ejército celebró el 44 aniversario del Ejército y el general Avilés, furioso y fuera de tono, acusó a los medios de comunicación de “mercenarios”, fustigó a los Estados Unidos por las sanciones a él y en contra de al menos otros cinco altos mandos del cuerpo castrense.

Aquella noche, Avilés reiteró lealtad “hasta las últimas consecuencias” a la pareja dictatorial que lo sostiene en la jefatura militar desde 2009, bloqueando las aspiraciones de ascenso de 20 generales y muchos más coroneles.

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Dos meses después, el 27 de noviembre de 2023, cuando se realizó el acto en conmemoración del “Día del Soldado de la Patria”, ante el Monumento al Soldado de la Patria, donde otrora iniciaba la Avenida Roosevelt, en Managua, Avilés estuvo más sosegado. Esa vez no hubo discurso de confrontación. Avilés no tronó, no cantó ni tarareó ni alzó el puño.

El 11 de diciembre de 2023, cuando se realizó la XXVIII Graduación de Oficiales de la Universidad de Defensa de Nicaragua (Udenic), otra vez Avilés y sus mandos estuvieron comedidos en el acto público ante Ortega y siempre alineados a sus discursos de lealtad a la patria, defensa de la soberanía y otros temas ya trillados en la retórica de la casta militar.

Entre los beneficios de la dictadura y las sanciones de Estados Unidos

Un exinvestigador de temas de seguridad del antiguo centro de pensamiento Instituto de Estudios y Estrategias de Políticas Públicas (IEEPP), bajo condición de anonimato por seguridad, argumenta que desde 2018 el Ejército no ha podido desasociar su imagen a la imagen represiva de la Policía, que ha cometido graves violaciones a los derechos humanos de los nicaragüenses. 

Desde entonces, a criterio de este exinvestigador, la decisión de los generales ha sido errática en sus formas, aunque permanente en su objetivo: por un lado, tratar de aparentar profesionalismo en los actos públicos, y por otro, mantener el apoyo al proyecto dinástico para seguir beneficiándose de los recursos del Estado para sus negocios y el bienestar del clan militar.

El jefe del Ejército, Julio César Avilés, junto a Daniel Ortega y Murillo. LA PRENSA/ARCHIVO/ AFP

Esa actitud “errática” le ha valido sanciones a los generales

En febrero de 2020, Avilés asumió su tercer mandato consecutivo por cinco años por órdenes del dictador Ortega.

En mayo se convirtió en el primer jefe del Ejército de Nicaragua en ser sancionado por Estados Unidos. Avilés fue sancionado porque según el Departamento del Tesoro norteamericano, el Ejército “brindó apoyo a la Policía y las pandillas paramilitares que cometieron crímenes contra el pueblo nicaragüense”.

En junio 2021 fue sancionado el general de brigada, Julio Modesto Rodríguez Balladares, director ejecutivo del Instituto de Previsión Social Militar. Y en enero de 2022 fue sancionado el mayor general y jefe del Estado Mayor General, Bayardo Ramón Rodríguez.

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En esa ocasión, el Departamento del Tesoro aseguró que “el Ejército nicaragüense no solo se negó a ordenar el desarme y el desmantelamiento de las fuerzas paramilitares o “parapoliciales” durante y con posterioridad a las revueltas políticas, sino que, además, las evidencias indican que también entregó armas a los grupos parapoliciales que perpetraron actos de violencia contra los nicaragüenses”.

El Ejército siempre ha negado que las armas bajo su custodia hayan sido utilizadas en la represión de 2018.

El último de los militares sancionados, en julio de 2023, fue el mayor general Denis Membreño Rivas, quien está “en préstamo” como director de la Unidad de Análisis Financiero (UAF), la oficina que supuestamente combate el lavado de dinero, pero que ha participado en el decomiso de los bienes de la Iglesia católica, universidades y bienes de opositores.

Hasta el momento, los negocios pesan más que las sanciones

“La actitud de los generales del Ejército no debe ser tomada como indicador de las relaciones civiles-militares. Si uno revisa todos los actos públicos de Ortega desde que asumió el poder en su primer período, se puede observar que la postura de los militares es la misma”, dice.

El Ejército es otra herramienta del régimen para la represión y para los negocios. LA PRENSA/Tomado de internet

“Esto se debe a un cuidado de su imagen, quieren aparentar que continúan siendo no deliberantes, como lo exige su ley, y mucho menos con nexos partidarios. Sin embargo, nos debemos fijar en otros indicadores más precisos, como la impunidad ante los delitos y abusos que cometen los militares”.

“Los generales y coroneles están usurpando las tierras comunales de los indígenas en la Costa Caribe al amparo de la impunidad que les ofrece Ortega. Igual pasa con los negocios militares, donde la corrupción campea, mientras la competencia desleal y el tráfico de influencias les permite ir adelante como grupo empresarial”.

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Hasta el momento, en el delicado balance que hacen los generales sobre su relación con la dictadura, parecen haber concluido que les deja mayor rédito la “relación transaccional” con el régimen, que cualquier perjuicio que les puedan causar las sanciones.

¿Cuánto puede durar una lealtad comprada?

Pero ¿cuánto puede durar una lealtad comprada?, ¿qué medidas ha tomado la dictadura para cubrirse las espaldas? Esta situación no es inédita, sino que es muy similar a la difícil relación entre el régimen chavista de Venezuela y la oficialidad. ¿Está el régimen depositando su tranquilidad en la seguridad cubana, como lo hicieron los chavistas?

Porque tal como señala el politólogo Manuel Orozco, los militares, y sobre todo las nuevas generaciones, enfrentarán tarde o temprano el dilema de continuar respaldando al régimen a cambio de beneficios, ya que dudan que, una vez sin Ortega, Murillo y sus hijos puedan sostener el proyecto dinástico.

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