14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Sandino, ¿héroe o villano? (2)

Cerraba mi artículo anterior invitando al lector a responder a una pregunta vital para valorar a Sandino y entender la historia de Nicaragua. ¿Cuál decisión fue mejor; la de Sandino, que optó por continuar la guerra, o la de Moncada, que aceptó elecciones supervisadas por las tropas de intervención norteamericanas?

Eran las únicas alternativas: continuar la matanza entre liberales y conservadores, hasta que uno de los bandos aplastara al otro, o aceptar elecciones supervisadas por Estados Unidos para que el pueblo escogiera sus gobernantes. El problema con la segunda, y que constituyó la médula del alegato de Sandino, es que era contraria al principio de soberanía. ¿Podía plantearse entonces, como tercera alternativa, que los propios nicaragüenses organizasen y supervisasen elecciones libres? Lograrlo hubiese sido indudablemente lo ideal y más congruente con la guarda de la soberanía, ¿pero era factible?

La casi totalidad de liberales y conservadores pensaron que no. Con honestidad y realismo concluyeron que en ese momento no había posibilidad alguna de encontrar una fuerza nacional verdaderamente neutral.  Nunca había existido antes y menos la habría ahora, con tantas heridas y hombres armados. Pensaron, además, que prolongar la guerra corría el riesgo de sumir partes del país en la anarquía, con bandas dedicadas al pillaje. También invitaba a perpetuar los ciclos interminables de guerras civiles advertidos por el célebre historiador Arnold J. Toynbee: “El localismo había convertido a Nicaragua en presa de las luchas entre las facciones provinciales, luchas nunca decisivas, y por tanto incesantes. …esta situación, que ya había durado un siglo, podía haber continuado indefinida si Estados Unidos no hubiera intervenido en los asuntos internos de Nicaragua”.

El mismo Sandino reconoció implícitamente la dificultad de orquestar elecciones libres sin presencia extranjera. Lo hizo cuando pidió que un militar norteamericano asumiese la jefatura interina de Nicaragua, en lugar de Adolfo Díaz (cita en el artículo anterior), y cuando en enero de 1928, propuso que la supervisión lo hicieran países latinoamericanos. Ahora bien, si la salida para Sandino eran elecciones supervigiladas por extranjeros, ¿qué razones tenía para desconfiar de la supervisión de Estados Unidos? El hecho de que las elecciones la ganarían limpiamente los liberales en 1929 demostraría que la fuerza interventora norteamericana jugaría bien su papel de árbitro imparcial.

En la opción de Sandino por la guerra yacían razones distintas a las exaltadas por la leyenda. Él odiaba, como se mencionó antes, a Adolfo Díaz, pero también a Moncada, quien durante la guerra constitucionalista le había ordenado no usar como bandera una calavera flanqueada por dos machetes en X. Pero, sobre todo, Sandino amaba la guerra y el protagonismo. El nunca fue un hombre de paz. Al comienzo de su rebelión proclamó: “Nosotros permaneceremos en armas, mientras el Gbno. sea conservador y entregaremos las armas solamente a un Gbno. liberal aun cuando no seamos partidarios de él, y después nos buscaremos en el campo de la lucha civil”. (26 agosto 1927). Pero ganaron los liberales las elecciones y Sandino siguió guerreando. Luego prometería deponer las armas si se iban los marinos. Pero se fueron y siguió guerreando, acusando a la Guardia Nacional de inconstitucional. Con el tiempo se volvería cada vez más evidente que sería muy difícil idear un arreglo político capaz de apaciguar a Sandino.

Un factor que influyó mucho en su beligerancia fue la simpatía que cosechó internacionalmente. En febrero de 1928, el reportero norteamericano Carleton Beals logró entrevistarlo. Sus publicaciones, en que lo presentaba como el David guerrillero del siglo XX, empeñado en una lucha desigual y heroica contra el Goliat imperialista, tuvieron un eco formidable. Igual de efectiva fue la propaganda que le hizo inicialmente Froylan Turcios, el influyente intelectual hondureño. Se creó, así, una de las leyendas románticas más persistente en la historiografía tercermundista. Esto alimentó también en Sandino su convicción de haber sido escogido por las fuerzas cósmicas del universo como líder de la raza Indo-hispana. En la próxima entrega veremos sus fatales consecuencias.

El autor fue ministro de educación y autor de “Buscando la Tierra Prometida”, Historia de Nicaragua 1492-2019, de venta en Amazon y librerías locales.

COMENTARIOS

  1. Hace 2 meses

    Primero, no caeré en el jueguito de héroe o villano, bueno o malo, blanco o negro; hay más opciones.
    Moncada junto a Juan José Estrada se rebelaron contra su partido liberal, está bien documentado de que a Estrada le prometieron la presidencia y un buen dinero. Moncada fué el único miembro liberal en la Asamblea después de Zelaya ya que el partido liberal fué proscrito. En el Espino Negro le prometieron a Moncada la presidencia a como lo habían hecho con Estrada, en buen nicaragüense: le robó el mandado a Sacasa; Moncada llegó acompañado por su secretario e intérprete: Anastasio Somoza García. Interesante el tejido de la política.
    Don Carlos Cuadra Pasos menciona en su libro que Díaz como administrador de las minas extranjeras era el que entregaba el dinero a la revuelta de Estrada.
    El senador Burton K. Wheeler escribió al presidente Coolidge: “ningún gobierno que se respete podría honradamente reconocer a un hombre tan subordinado a un poder extranjero. El lenguaje de Díaz respira traición a su propio pueblo”.
    Decía un conocido: aquí el más chintano masca tuercas y el más pelón se hace trenzas.

  2. Hace 2 meses

    Belli, realmente tu exposición, diáfanamente detalla con gran precisión un acontecer histórico que esparce luz en nuestro inapropiado concepto de los aconteceres en las pugnas entre las corrientes políticas, de Liberales y Conservadores, que tuvieron un escope miope de los intereses de nuestros pobladores en el transcurso de la Historia de nuestra Nicaragua. Como buen discípulo de Arnold Toynbee tenes el mérito al invocar a este gran Britanico considerado un historiador de primera, el cual logró la dualidad de mancomunar la Economía a la Historia como dos entes inseparables en la narrativa de hechos, que impactaron y que su secuela aún podemos tangiblemente ver en la tergiversación de seudo-líderes como: ( Los ORMUS y sus Fanáticos) que tratan de inocular una ilusa verdad que a todas luces está deformada. Muy aleccionador tu punto de vista e invita a debatir y rejuvenecer la historia que está plagada de Mitos e Intereses mezquinos.

  3. Hace 2 meses

    Nada nuevo. La Historia siempre sera acomodada a las ideas, pensamientos, ideologia e intereses de cada quien por muy absurdas y antihistoricas que sean. Logico y natural, no todos los Nicaraguenses tienen el privilegio de poder expresar sus opiniones y disfrutar de la tan vilipendiada libertad de Prensa y Expresion. Tragicomico.

    1. Hace 2 meses

      Alejandro, son vergonzantes tus puntos de vistas asalariados. La verdad y los hechos son independientes de quien los observe y valorice. Sin duda la gesta de Sandino tiene una dimensión de un grande, pero no por ello incita a que Energúmeno lo tenga como excusa o pretexto para oprimir a un pueblo noble.

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí