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Muchas familias en el barrio San Juan de Masaya tienen que soportar a diario el olor putrefacto de las aguas del cauce. LA PRENSA

Cauces con basura al oeste de Masaya descargan en la laguna y petroglifos

El portento natural está amenazado por el descargue de aguas grises y desechos sólidos. La basura llega hasta antiguos petroglifos que relatan la historia de los primeros pobladores de esta zona

La Chela es una de las mujeres más populares del barrio San Juan de Masaya. Incluso hay un cauce llamado así porque ella vive ahí, pegada al vertedero, en una casucha de pedazos de zinc corroídos que pareciera que en cualquier momento se la llevará el viento. En el endeble techo ondean dos banderas rojinegras, una de ellas casi totalmente carcomida por la ventolera, que quizás ella puso con la esperanza de que la trasladaran a vivir a un lugar apropiado para un ser humano. Pero ahí sigue en el basural.

La Chela tiene que soportar junto a su familia las pestíferas aguas que corren en el cauce frente su casa. Probablemente ya estará acostumbrada, quizás ya no olfatea la pestilencia, pero igual está expuesta a enfermedades. En el lugar hay dos piedras canteras sobrepuestas como para fregar la ropa a la orilla de algo así como una sopa oscura.

Un hijo suyo sin escuela y sin trabajo se dedica en el vecindario al “servicio de recolección de basura”, y la va a botar a un lado de su misma “vivienda”, donde se observa que han tirado bolsas de todo tamaño con todo tipo de desechos domiciliares, incluyendo pestíferas ratas muertas.

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A muchos masayas les preocupa que su hermosa laguna esté amenazada por una gran cantidad de basureros que hay al oeste de la ciudad, sobre todo en cauces que bajan a esta maravilla natural, como el de la Chela.

Basura va a los paredones de petroglifos de Cailagua

Doña Cándida Potosme nos llevó al botadero que está de la Cruz Roja 3 cuadras abajo y media al sur.

En el sitio que nos muestra la señora hay una gran cantidad de plástico entre bolsas, botellas y otros objetos. Es una exposición de porquería colorida, todo tipo de desechos que personas del vecindario llegan a botar. Al fondo hay un pequeño muro, quizás construido para detener la basura durante la temporada de lluvias. Pero no evita que una parte de la inmundicia pase por encima, arrastrada por las corrientes.

Ahora estamos en el puente situado de Olinto Valle 2 cuadras al este y 10 varas al norte, en el barrio Países Bajos. Un cerco de tubos está pintado en amarillo. En las proximidades un rótulo en una casa anuncia que se compra chatarra, y especifica: hierro, aluminio, cobre; en otra, un letrero dice: “Hay platanitos, C$15”.

A la salida oeste del puente está la boca de la alcantarilla que descarga en un cauce revestido unos metros, y luego de tierra, hasta llegar al borde del espejo de agua en peligro. Aunque la Alcaldía lo limpie dos veces al año, a los pocos días de nuevo está la inmundicia, expresa molesto don Cándido Latino.

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Otro cauce con basura es el que está contiguo a un museo que alberga petroglifos del Cailagua extraídos unos cientos de metros adelante de este sucio y maloliente albañal. No se escapa el enorme contraste entre el vertedero y las expresiones artísticas de los indígenas chorotegas de Monimbó. Estos antiguos grabados en piedra relatan la historia y formas de vida de los primeros pobladores de esta zona.

Poquísimos limpian, la mayoría ensucia

En los paredones del cauce natural del Cailagua —antiguo riachuelo que termina en un precipicio de 300 metros que da a la laguna de Masaya— se aprecia unos 50 metros de imágenes de cuerpos zoomorfos, círculos, espirales, fauna y flora de esa época tallados antes de la conquista española. Unas 200 figuras grabadas sobre piedra hay en estas paredes. Esto es un valioso legado cultural, sin embargo, a poca distancia está el basurero que descarga en dirección a estos vestigios.

Estamos en el puente La Colocha, de Las 7 Esquinas 2 cuadras abajo, barrio Santa Isabel. Hay una tortillería junto al cauce, también está un muro colorido en el que sobresale el texto: “Unidad Creativa”. Ahí cerca hay una venta de refrescos y pudín con merengue, y en una vivienda venden frijoles cocidos. El panorama es el mismo: basura y aguas grises hediondas por todos lados del cauce.

En el barrio 5 de Junio nos acompaña la joven Esperancita Carballo. La basura y las aguas pútridas están en el desagüe oeste, y bajo un puente peatonal para entrar al barrio. Pegada al desagüe hay una pequeña pulpería, y contiguo a esta, una casa con una pizarra blanca afuera con el dibujo de una pirámide de números en la que juegan la lotería. Ella quiere que para fines del próximo año, en que se bachillerará, ya no exista este basurero, que también desagua en la preciosa laguna de Masaya.

En diciembre pasado solo tres voluntarios del barrio limpiaron el cauce, pese a que fueron convocados todos los habitantes del 5 de Junio, recuerda Esperancita. Pero al día siguiente vecinos irresponsables comenzaron a botar basura, y poco a poco se hizo de nuevo la cloaca.

En el pasado tiraban desechos de un hospital a la laguna

El cauce del puente en el barrio El Calvarito se alarga hasta un farallón de 200 metros de alto, desde donde las corrientes de agua precipitan en la laguna los oscuros deshechos líquidos y sólidos. Buena parte de los 9 kilómetros de longitud de la laguna son afectados por los basurales. A una profundidad de 80 metros, el sedimento contiene desechos.

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Recientemente limpiaron donde ahora se ve un predio vacío en el que un rótulo pide “No botar basura”. Pero en un costado, donde hay un declive del terreno, hay innumerables desperdicios. Pronto toda el área estará llena de desechos domiciliares dada la cultura de buena parte de la población.

Al norte del nuevo estadio de beisbol de Masaya está el barrio Bella Vista. Recientemente fue puesta una cerca de tubos y malla ciclón que rodea un largo predio hasta el estadio, impidiendo el acceso a los irresponsables bota basura, y termina en una alcantarilla con un tubo de regular desagüe del que mana agua sucia, pero poca. Quizás por la cerca, aquí no botan desperdicios domiciliares. El único, de los diez visitados.

Aunque están sonando las alarmas, hoy el peligro es menor que cuando el desaparecido Hospital San Antonio vertía desechos médicos en el hermosísimo espejo de agua. Más tarde, descargaban cuatro pilas de oxidación del municipio, y los residuos y desechos de la ciudad de Masaya y Nindirí.

Desarrollar campaña de comunicación con un alto contenido educativo

Esta bella laguna aún es contaminada por sustancias tóxicas procedentes de los cafetales del departamento de Carazo, arrastradas por las aguas que corren en los cauces naturales. Buena parte de los problemas están siendo corregidos mediante la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) que comenzó a operar en abril del año pasado.

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La planta tiene una capacidad para tratar 422 litros de agua sucia por segundo y está conectada a 16,540 alcantarillas sanitarias. En diciembre del 2023 terminaron obras complementarias en la planta. La PTAR es financiada por la cooperación española.

El septuagenario Armando Solís sugiere que la municipalidad llame la atención a los botabasura, y la segunda vez, que los multe, y si no pueden pagar, que los encarcelen. También propone que la Alcaldía contrate a personas desempleadas que viven en las cercanías de los cauces para que garanticen que nadie bote desechos domiciliares.

Claudio Paniagua, un periodista oriundo de Masaya exiliado en Costa Rica, recordó que la laguna de Masaya es una Reserva Natural, y como tal merece cuidados extremos para su preservación sostenible. No se opone a la vigilancia, y a las multas, pero considera que ante todo debe desarrollarse una campaña de comunicación con un fuerte componente educativo.

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COMENTARIOS

  1. Hace 2 meses

    Buen artículo. Lastimosamente los nicas somos cochinos; las autoridades deben de ser estrictos en anunciar previamente de que comenzarán a multsr a los bota basura, además de mejorar el servicio de recolección de la misma. Además parece que alteramos la ecología con demasiadas personas irresponsables, negligentes y cochinos. Campañas de concientización se requieren.

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