El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo se caracteriza por sostener un discurso que tergiversa la realidad para justificar actos represivos. En Nicaragua la Iglesia católica es perseguida como enemiga y los ciudadanos que disienten son procesados como “terroristas”, mientras la dictadura libera delincuentes comunes en cantidades masivas y brinda asilo y ciudadanía a políticos corruptos.
Hemos escogido, sin embargo, una breve antología de grandes mentiras salidas del corazón del Frente Sandinista, mucho antes de que Ortega y su consorte se entronizaran como dictadores. Algunas provienen, incluso, de la época en que el sandinismo buscaba simpatías para derrocar a Somoza.
La mentira de Ayapal
Fue una tragedia tan grande que resonó en los medios internacionales. La tarde del jueves 9 de diciembre de 1982 un helicóptero de la Fuerza Aérea Sandinista, que trasladaba a indígenas desalojados de las comunidades fronterizas con Honduras, se desplomó en Ayapal nada más despegar. De las 92 personas que iban a bordo, 84 murieron calcinadas, pues la aeronave se volcó en un barranco sobre su lado izquierdo, dejando sellada la única vía de escape. 75 de las víctimas eran niños.
El dedo acusador del gobierno revolucionario encontró rápidamente un culpable. “Un portavoz del Ministerio del Interior nicaragüense acusó a guerrilleros antisandinistas de haber derribado el aparato que, según precisó, evacuaba a los niños de la zona de Ayapal, en la provincia de Jinotega, porque se estaban intensificando los combates entre el Ejército de Nicaragua y grupos antisandinistas”, informó el sábado 11 de diciembre el diario español El País.
En Nicaragua el sandinismo bautizó a las víctimas como “Niños héroes y mártires de Ayapal”. Y el viernes 10 de diciembre el diario Barricada, periódico oficial del partido gobernante, tituló en portada: “Sangre de 75 niños derramada en la montaña”. “Clamor de misquitos: Destruir a Somocistas”, “Aquí está el dolor de los revolucionarios”, “El imperialismo los asesinó”, decían otros titulares de esa edición, en la que se anunciaba una marcha de la Asociación de Niños Sandinistas y Madres de Mártires.
La gravedad de la tragedia convocó a un mar de gente en una marcha encabezada por miembros de la Dirección Nacional del Frente Sandinista y la Junta de Gobierno. Hubo mantas, gritos, rabia y pancartas con frases como “Muerte a los asesinos de nuestros hijos” o “Por los niños vamos a los campos de batalla”, relata la revista Magazine en su reportaje Mentiras de guerra.
Extraoficialmente se hablaba de sabotaje e incluso de un misil tierra-aire lanzado por la Contra para derribar el helicóptero. La gente estaba enardecida y algunos enemigos declarados de Estados Unidos aprovecharon el momento para hacer su aporte. En Libia, Muamar Gadafi, condenó “la bárbara agresión contra un helicóptero, cometida por una banda criminal, producto e instrumento del imperialismo”. En Cuba, Fidel Castro opinó: “Esta sangre estigmatiza de infamia al gobierno imperialista de Estados Unidos”.
Pero, de todo lo que se dijo, lo único cierto era que un helicóptero militar se había desplomado, provocando una muerte extremadamente dolorosa y lenta a 84 seres humanos. El resto, la historia del ataque contrarrevolucionario, era una mentira surgida en las más altas esferas del sandinismo.
Años más tarde se supo que la verdadera causa del accidente fue meramente mecánica, producto de la falta de mantenimiento y el uso excesivo de las aeronaves empleadas en el desplazamiento forzoso de los indígenas de la Costa Caribe.
Una investigación técnica realizada por especialistas a las piezas del aparato enviadas a la Unión Soviética reveló que la causa exacta de la tragedia fue un fallo en los cables del rotor de cola del helicóptero, del cual dependía la estabilidad del aparato.
Falso meteorito
El sábado 6 de septiembre de 2014 a las 11:05 de la noche una fuerte explosión estremeció a la ciudad de Managua. Las redes sociales se llenaron de reportes y especulaciones sobre el origen y las coordenadas de aquel estallido, en ausencia y espera de una explicación por parte de las autoridades correspondientes.
Sin embargo, en lugar de ofrecer un esclarecimiento serio, al día siguiente una comitiva del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo soltó una de las mentiras más recordadas por los nicaragüenses. Los expertos anunciaron que se había tratado de un meteorito “relativamente pequeño” caído 300 metros al sur del puente del Hotel Camino Real a una velocidad de 300 metros por segundo, en una zona boscosa que casualmente limitaba con las instalaciones de la Fuerza Aérea de Nicaragua.
El impacto, dijeron, dejó un cráter de 12 metros de diámetro por 5.5 metros de profundidad. Y, según ellos, existía la posibilidad de que estuviera relacionado con el asteroide 2014RC, que el domingo 7 de septiembre alcanzaría un acercamiento máximo de 40,000 kilómetros sobre Nueva Zelanda.
Fueron desmentidos en todas las instancias posibles, incluso por la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio, más conocida como NASA.
Bill Cooke, director de la Oficina de Ambientes Meteoroides de la NASA, opinó que “la falta de reportes de avistamientos de bolas de fuego en el área poblada cercana a esa área parece sugerir otra causa (…). Los cielos estaban parcialmente nublados, un objeto capaz de producir un cráter así de grande habría generado también una bola de fuego muy brillante (más que la Luna Llena) que debería haberse visto en un área extensa”.
Pero Geoff Notkin, escritor y presentador estadounidense especializado en ciencia y experto en meteoritos, fue aún más contundente. “Para los que han preguntado: no creo que el ‘cráter’ de Nicaragua sea real. No parece reciente, no hay testigos y no debería haber rocas en el fondo”, escribió en su perfil de Twitter. “Además, un meteorito que hace un cráter así de grande habría estado precedido por una bola de fuego gigante. ¿No hay testigos cerca de un aeropuerto?”
Ya la mentira se había quedado sin pies, pero otro especialista de la NASA le dio un tiro de gracia cuando descartó la posibilidad de que el meteorito del régimen Ortega Murillo estuviera relacionado con el 2014RC. Don Yeomans, experto en asteroides, subrayó que había una separación de 13 horas entre la explosión y el paso del cuerpo celeste.
Montajes de Herty Lewites
En 1977, dos años antes del derrocamiento de la dictadura de Anastasio Somoza Debayle, la Dirección Nacional del Frente Sandinista nombró a Herty Lewites como encargado de propaganda y divulgación, tarea fundamental para la cual tenía un talento nato. Sin embargo, en muchas ocasiones divulgó fotos que en realidad eran un montaje.
En su reportaje “Herty Lewites: primer impulsor del cine nicaragüense revolucionario”, Karly Gaitán Morales, investigadora del cine en Nicaragua, cuenta las estrategias de las que Lewites se valía para realizar su trabajo. “Tomaba fotos con una cámara Canon de 35 milímetros y después le entregaba los rollos de película a Sergio Ramírez para que los revelara en el laboratorio de un francés que trabajaba con él en San José, Costa Rica, en la Editorial Universitaria Centroamericana, de la que Ramírez era director”, dice. Ahí “vieron la luz las primeras fotografías de la insurrección que fueron conocidas por todo el mundo y se lograron distribuir en agencias de prensa que Herty contactaba a través de los comités de solidaridad que apoyaban el movimiento armado nicaragüense”.
En ese momento aún no habían venido al país los corresponsales que cubrieron ampliamente la insurrección armada contra Somoza, por lo que las fotos de Lewites eran pioneras y, en apariencia, tenían la virtud de haber sido tomadas desde el lugar de los hechos.
El escritor y expolítico Sergio Ramírez Mercado, citado por Gaitán, recuerda a Lewites en pleno trabajo: “(…) el Frente Norte operaba desde Honduras, Herty tomó fotografías de los guerrilleros, eso debe haber sido en algún patio en Tegucigalpa, donde se veía un follaje atrás y aparecen todos armados, como guerrilleros, ahí estaban Daniel Ortega, Víctor Tirado, entre otros. Cuando esta columna atacó a la Guardia en Mozonte, cerca de la frontera, inmediatamente él distribuyó la fotografía en las agencias de prensa y salió publicada en el mundo, nadie estaba pensando que eso era un montaje. Lo mismo ocurrió cuando iban a secuestrar al Perro Pérez, un allegado de Somoza al que mataron. Herty sabía usar las fotos en el momento adecuado y nadie iba a darse cuenta de que esas fotos eran posadas, que incluso, se habían tomado semanas antes de los sucesos. Esa habilidad del manejo de la información era muy útil y muy fundamental, lo que en gran parte ayudó a ganar la guerra”.
Otro caso de montaje fue una famosa fotografía de la guerrillera Nora Astorga. Cuando ella tuvo que huir del Frente Norte y atravesó toda Nicaragua para llegar a San José, Costa Rica, Lewites la llevó a unos cafetales, donde le tomó una foto vestida de guerrillera, con boina y fusil, para que se pensara que todavía estaba enmontañada.
Gabo engañado
El escritor colombiano Gabriel García Márquez (Gabo) fue una pieza importante en la búsqueda de simpatías para botar la dictadura de Somoza. El vínculo con los revolucionarios nicaragüenses se dio a través de Sergio Ramírez Mercado, quien le dijo un par de grandes mentiras para instarlo a colaborar con el proyecto.
“Nos conocimos en Bogotá, en agosto de 1977, cuando llegué a buscar su ayuda en la conspiración para botar a Somoza, y me recibió esa vez en los estudios de la RTI, donde se rodaba para entonces la serie basada en La mala hora, en una oficina llena de monitores y casetes de cintas de tres cuartos de pulgada, sin que resultara ningún esfuerzo convencerlo de que el triunfo de la revolución sandinista se hallaba a las puertas, pues la ofensiva que se preparaba contra la Guardia Nacional sería indetenible, y lo que necesitábamos de él era que fuera a Caracas a plantearle al presidente Carlos Andrés Pérez el reconocimiento del nuevo gobierno que presidiría Felipe Mántica, dueño de una cadena de supermercados en Managua, apenas pusiéramos pie en tierra nicaragüense, pues todos los miembros de ese gobierno secreto vivíamos asilados en Costa Rica”, cuenta el propio Ramírez en su texto Homenaje a Gabriel García Márquez.
Gabo fue “cumplidamente a Caracas” para contarle al presidente “aquella historia inverosímil” y él la creyó. De todas formas —dice Ramírez— si la revolución no triunfó en ese momento, “de todos modos no faltaría mucho, pues las fuerzas guerrilleras entraron en Managua el 19 de julio de 1979, menos de dos años después”.
Para entonces García Márquez ya estaba encariñado con la revolución. Había hecho gestiones políticas y diplomáticas por todo el mundo e inclusive entrevistado a dos famosos comandos guerrilleros: el que se tomó la casa de Chema Castillo y el que asaltó el Palacio Nacional.
Tras el triunfo de la insurrección, Gabo visitó Nicaragua en varias ocasiones, hospedándose siempre en casa de Ramírez y su esposa Tulita, a veces más de un mes. La última vez fue en 1985, aunque continuó pendiente de lo que sucedía en Nicaragua.
No le gustó el curso que tomó la revolución que tanto había apoyado. “A mí me estafaron”, solía decir, lacónicamente, siempre que le preguntaban su opinión sobre los resultados obtenidos. Por eso ya no quiso volver.
Montaje contra el padre Carballo
El 11 de agosto de 1982, la Iglesia católica de Nicaragua recibió un gran golpe de parte del Frente Sandinista. Al mediodía, en una casa de Las Colinas, el sacerdote Bismarck Carballo fue arrestado completamente desnudo ante una batería de periodistas, en un hecho que pasaría a la historia como uno de los complots más sórdidos del sandinismo.
Momentos antes de la detención, el religioso se encontraba almorzando en casa de Maritza Castillo, exesposa del cantautor Carlos Mejía Godoy y quien se le había acercado en supuesta búsqueda de “orientación espiritual”. Un hombre llamado Alberto Téllez Medrano ingresó violentamente, pistola en mano, le propinó al religioso varias patadas y, tras obligarlo a quitarse la ropa, lo sacó de la vivienda para entregarlo a la Policía Sandinista, frente a las cámaras de numerosos reporteros.
En ese momento Carballo era párroco de la iglesia San Miguel, director de la radio Católica y encargado de Información y Prensa de la Curia Arzobispal. Un blanco perfecto para un escándalo.
En agosto de 2001, entrevistado por LA PRENSA, el sacerdote aseguró que algunos exmiembros de la Seguridad Sandinista y periodistas que cubrieron el caso le habían pedido perdón. “Ellos dan testimonios de que fueron llevados allí adrede porque había un fenómeno, un hecho. No se sabían todos los detalles, pero estaban ahí esperando algo”, expresó.
En julio de 2004, durante un acto político en Jinotepe, el propio Ortega pidió perdón al sacerdote. “Atropellamos a figuras tan respetadas como monseñor Carballo, a quien ahora le ofrecemos un perdón en público para que no quede duda de nuestra sincera aceptación de esos desaciertos”, le dijo.