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La nueva relación de Argentina con Nicaragua

El recién estrenado gobierno de Argentina que preside el libertario Javier Milei, ha dejado claro que mantendrá la relación diplomática con Nicaragua, pero en un nivel inferior al de embajador. Por su parte el régimen de Managua ya se había adelantado a esa eventualidad al retirar el 4 de diciembre a su embajador en Buenos Aires.

Por declaraciones de Milei durante la campaña electoral algunos creían que si era elegido presidente de Argentina rompería las relaciones diplomáticas con los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, por calificarlos como dictaduras. Sin embargo, en este y otros temas los enfoques más radicales de Milei de cuando era candidato los ha moderado después de tomar posesión de la Presidencia de la República.

En realidad, la plataforma de gobierno presentada en la campaña electoral por La Libertad Avanza (el partido libertario de Milei) básicamente no tenía propuestas de política exterior. Pero sus pronunciamientos personales eran muy críticos a los regímenes dictatoriales de América Latina, Irán, China y Rusia.

Ya con Milei en ejercicio del poder presidencial, la política exterior de la nueva Argentina está siendo delineada y dirigida por Diana Mondino, una renombrada economista y política que también pertenece al partido libertario pero tiene una visión ponderada de la diplomacia y las relaciones internacionales.

Desde que fue nombrada para dirigir las relaciones exteriores de Argentina, Mondino habló de que los países con dictaduras “sufren gigantescos problemas” por la falta de libertades y que la comunidad democrática internacional debe apoyar a sus pueblos. “Tenemos que tratar de tener una voz que ayude a visibilizar estos temas y en lo posible a darles una solución”, expresó, pero aclaró  que cortar las relaciones con esos países no ayudaría a resolver sus problemas. “Si reducís el vínculo ¿cómo ayudas a la población que está sometida?”, razonó la jefa de la nueva política internacional de la República Argentina.

La diplomacia es una forma muy elaborada de la relación política entre los Estados y para ejercerla adecuadamente se requiere de inteligencia, habilidad, sagacidad, sutileza, tacto y delicadeza.

Hubo una época cuando en las Américas se practicó la “diplomacia del gran garrote” (big stick), que según su promotor, el expresidente de Estados Unidos, Teodoro Roosevelt, consistía en “hablar suavemente, pero esgrimiendo un garrote”. Era la época de la expansión imperialista estadounidense en Centroamérica y el Caribe.

Pero eso ya no existe. Aquella diplomacia aberrada es ahora un anacronismo que solo está presente en los discursos de líderes antimperialistas exaltados que se quedaron atrapados mentalmente en tiempos pasados. La diplomacia que practican en la actualidad los Estados democráticos se basa en la persuasión, el diálogo, la negociación y el acuerdo, combinados con la promoción y  la defensa de los principios de la libertad, la democracia y los derechos humanos.

De manera que una ruptura de las relaciones diplomáticas de Argentina con Nicaragua por la diferencia política solo podría ocurrir si así lo decidiera la parte nicaragüense.

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