Winston Guerrero está de vuelta. Desde que la joven promesa nicaragüense pisó Estados Unidos su carrera parecía estar en segundo plano por las necesidades que debía afrontar. Trabajó como albañil, de lavaplatos y ahora en una subasta de carros, pero nunca olvidó su verdadero objetivo: convertirse en campeón mundial. Y este pasado sábado a sus 23 años dio un paso importante para lograrlo al obtener el título Fedelatin de las 115 libras de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB) derrotando al puertorriqueño Charlie Clemente en tres asalto.
Conocido como el Fantasma clavó un cruzado de izquierda a la barbilla del boricua que lo mandó a la lona. No había forma que se reincorporara, Guerrero lo había dejado en otro planeta. Winston demostró que puede alcanzar su mejor nivel y seguir evolucionando. Manejó muy bien el ring siguiendo a su oponente y cortándole espacios, mantuvo la línea ofensiva tomando riesgos y hasta supo asimilar la mano derecha de su rival. El muchacho mantiene ese estilo elegante, depurado y de combinaciones largas que ilusiona al boxeo nicaragüense y, ahora que ganó el Fedelatin, las puertas para saltar de escalón están más cerca.
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“Cuando mi mánager me dijo que pelearía un título me alegró y solo habíamos hecho una pelea en este año, pero mi padre me ayudó a motivarme para que perdiéramos peso. Tenía como dos años y medio de no marcar la categoría y me sentí muy bien. Aquí en Estados Unidos el tipo de comida no me ayudaba mucho, además que me tocó apoyar a mi familia para que nos estableciéramos, sin embargo, le hice caso a mi padre (también entrenador) y encontramos en Luisiana un gimnasio para volver al ring”, relató Guerrero, lleno de ilusión por seguir el sendero del pugilismo tras llegar a 20 triunfos sin derrotas.
El Fantasma agradece el apoyo de su familia y de su mánager William Ramírez, quien le indicó que tras el triunfo podría estar entre los 10 mejores de las 115 libras en el ranking de la AMB. “Me gustaría pelear dos veces más para encontrar ritmo y luego saltar por un combate grande”, agregó. Guerrero sale todos los días a correr a las 5:30 a.m., a las 8:00 entra a su trabajo en la subasta de carros, luego se prepara para entrenar partir de las 6:30 p.m., en un gimnasio de su estado sin perder la esperanza de convertir en realidad los vaticinios que le fueron arrojados cuando pequeño de ser el próximo campeón mundial nicaragüense.