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Pasajeros que viajan a San Juan de Nicaragua pasan por el municipio de El Castillo, en el Río San Juan. La travesía se hace en pangas colectivas, que pueden durar ocho horas en invierno y unas doce en verano. Archivo Personal Óscar Navarrete.

Galería | Conflictos y encantos del codiciado río San Juan

Los ingleses fueron los primeros que se enamoraron de ese paraíso, que también atrajo a piratas, bucaneros y en los últimos años también ha causado roces con los vecinos del sur

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Las aguas del río San Juan están llenas de historia. Por sus caudales llegaron migrantes, piratas famosos, bucaneros y filibusteros. Invasores a quienes la posición geográfica del río despertó interés  ya sea como pista acuática o para construir un canal interoceánico. La Revista DOMINGO cuenta en esta galería de imágenes episodios de la historia de este río que es una maravilla de la naturaleza.

Parte de la historia del río San Juan empieza por San Juan del Norte, la puerta acuática de Nicaragua desde el Caribe Sur hacia el Pacífico. En el año 1538 permanecía bajo dominio de los españoles, quienes propiciaron un auge comercial en la zona.

En 1839, el rey de los Misquitos concedió a los ingleses la explotación de madera preciosa en grandes extensiones de bosques tropicales ubicados cerca del río, pero el paraíso natural despertó la ambición de los ingleses para la construcción de un canal interoceánico, que los llevó a ocupar militarmente en 1848, cuando instauraron un puerto libre con un gobernador local, que a su vez tenía representación diplomática en varios países.

En 1675, se inauguró la fortaleza El Castillo en un punto estratégico frente a los raudales de Santa Cruz, con imponentes cañones para destruir las embarcaciones de los piratas e invasores. El 29 de julio de 1762, la hija del comandante Joseph Herrera y Sotomayor, Rafaela Herrera, se puso al frente de la fortaleza tras el fallecimiento de su padre 14 días antes y la defendió durante cinco días de combate ante los invasores ingleses que eran ayudados por indígenas misquitos y pretendían llegar a la ciudad de Granada para expandir su imperio y dominio sobre el río.

El 4 de agosto de 1849, el magnate estadounidense del transporte, Cornelius Vanderbilt, fue beneficiado por el gobierno nicaragüense con la concesión exclusiva para la construcción de un canal interoceánico bajo la firma de la compañía The Accesory Transit Company. De ese ambicioso proyecto, de usar el río San Juan como un corredor natural, aún queda una draga que se puede observar al llegar a la ciudad de San Juan del Norte, hoy llamada San Juan de Nicaragua.

La Draga. Este esqueleto de metal ha sobrevivido al salitre y a los años, siendo testigo mudo del paso del tiempo, desde mediados del siglo XIX, cuando se inició el dragado para la construcción de un canal interoceánico y también era común el paso de vapores por el Río San Juan a finales del siglo XIX. Archivo Personal Óscar Navarrete.
Otros testigos de los últimos años de la historia del río San Juan son las personas enterradas en el cementerio de Greytown. Este camposanto está diferenciado para que las personas fueran sepultadas según el credo o la nacionalidad: ingleses, españoles, mormones, estadounidenses y criollos. Las fosas están ubicadas a unos 10 minutos en lancha de lo que es ahora San Juan del Norte o San Juan de Nicaragua, que fue refundado a inicios de 1990 por familias repatriadas y desmovilizados de guerra. Archivo Personal Óscar Navarrete
Una lancha con bandera costarricense navega sobre el río San Juan, gracias al tratado Jerez-Cañas, de 1858, cuando Nicaragua renunció totalmente a sus reclamos sobre el territorio de Nicoya, pero a cambio reafirmó su soberanía sobre el rio, cediendo a los ticos el derecho a navegar libremente por un tramo del río, con “objeto” de comercio. Archivo Personal Óscar Navarrete.
La trocha de la discordia. Esta vía, de 160 kilómetros paralelos al río San Juan, provocó una reacción del gobierno nicaragüense acusando al gobierno de Costa Rica por daños ambientales. La disputa llegó a la Corte Internacional de Justicia (CIJ), en La Haya, donde fallaron a favor de los vecinos del sur en el año 2015, por no tener pruebas suficientes del daño ambiental. Foto por: Óscar Navarrete/ La Prensa.

Entre los años 2005 y 2015, Nicaragua y Costa Rica entraron en conflictos por el río San Juan, especialmente por una reinterpretación sobre unos laudos que fue rechazada por el gobierno del entonces presidente Enrique Bolaños, quien decidió acudir ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), en La Haya, donde los jueces le dieron la razón a Nicaragua.

Luego, surgieron demandas y contrademandas, entre ellas por un dragado realizado por Edén Pastora, bajo las órdenes del dictador Daniel Ortega, así como también por una disputa de un pequeño territorio llamado Isla Calero.

Posteriormente, Nicaragua demandó a Costa Rica por la construcción de una carretera o trocha que supuestamente causaba daños ambientales al río San Juan por su cercanía. Sin embargo, la CIJ falló a favor de los costarricenses y determinó que Isla Calero pertenece a ese país vecino y que no había pruebas suficientes para afirmar que la trocha había causado daños ambientales al río, pero sí las había para demostrar que el dragado nicaragüense había perjudicado ambientalmente a humedales costarricenses.

El río San Juan fue codiciado por las grandes potencias coloniales para aprovechar su caudal como una ruta de transito entre el atlántico y el pacífico. “El que posea el paso entre los dos océanos podrá considerarse dueño del mundo”, escribió el conquistador Hernán Cortés, en 1524, en una carta al emperador español Carlos V.

Migrantes nicaragüenses viajan en una panga sobre el río, rumbo a Costa Rica. La ruta es usada con frecuencia por los migrantes económicos que van y vienen a trabajar al vecino país. Foto por: Óscar Navarrete/ La Prensa.
La construcción de la fortaleza El Castillo de la Inmaculada Concepción inició en 1673 y concluyó dos años después, fue edificada con la idea de usarla para detener el avance de los bucaneros, piratas y los invasores extranjeros. Está ubicada en un punto estratégico, junto a los raudales del Diablo, como le llamaban los indígenas. Desde esta fortaleza fue que, en 1762, Rafaela Herrera detuvo a los invasores ingleses que pretendían tomar la ciudad de Granada. Foto por: Óscar Navarrete/ La Prensa.
Un ave sobrevuela los raudales de Santa Cruz, conocidos popularmente como los raudales del Diablo, en el municipio de El Castillo, Río San Juan. En este trecho de aguas convulsas, los viajeros tienen que bajarse del transporte acuático para evitar volcarse y ser arrastrados por las fuertes corrientes del caudal. Solo el panguero experimentado logra pasar junto a su ayudante. Foto por: Óscar Navarrete/ La Prensa.
Unas garzas reposan sobre un tronco que flota sobre las aguas del río. Estos paisajes de la flora y fauna se pueden observar a lo largo de los 200 kilómetros de recorrido que tiene el afluente. Foto por: Óscar Navarrete/ La Prensa
Una patrulla fronteriza, del Destacamento Militar Sur (DMS) del Ejército de Nicaragua, resguarda las aguas del río. La labor de vigilancia de los militares se centra en la lucha contra el narcotráfico, el contrabando, el abigeato, entre otras actividades delictivas. Foto por: Óscar Navarrete/ La Prensa.
Una vista del río San Juan desde la parte más alta de la fortaleza de El Castillo, sitio histórico de la época colonial, cuando los españoles luchaban contra invasores, bucaneros y piratas. Foto por: Óscar Navarrete/ La Prensa.
Una lancha navega cerca del puente “Santa Fe”, que atraviesa lo ancho del río en San Carlos. Este puente tiene una longitud de 362 metros, 12 metros de ancho y una altitud de 28 metros. Este coloso de cemento costó 30 millones de dólares, es el puente más grande de Nicaragua y queda a nueve kilómetros de la frontera con Costa Rica. Foto por: Óscar Navarrete/ La Prensa.
Un militar de la Fuerza Naval nicaragüense escolta dos lanchas con civiles en los humedales de San Miguelito, en San Carlos, Río San Juan. Estos humedales ocupan una superficie de 43 mil 475 hectáreas y son los más grandes de Centroamérica. Foto por: Óscar Navarrete/ La Prensa.
Un pasajero se asoma por la ventana de una embarcación que hace el recorrido de San Carlos, Río San Juan hacia San Miguelito. Foto por: Óscar Navarrete/ La Prensa.
Un majestuoso atardecer. El sol baja sobre el volcán Mombacho. Esta imagen se puede apreciar desde los humedales de San Miguelito, donde son comunes estas escenas espectaculares. Foto por: Óscar Navarrete/ La Prensa
Un amanecer brumoso y con llovizna sobre el follaje y la vegetación del río San Juan, que, por su posición geográfica, desde el siglo XVIII despertó la ambición de los extranjeros por construir un canal interoceánico. Por estas aguas pasaron colonos, invasores, piratas, bucaneros, pero no pudieron arrebatar este paraíso tropical que pertenece a Nicaragua. Foto por: Óscar Navarrete/ La Prensa.

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