Semianalfabeta. Grigori Rasputín nació en una aldea en el extremo occidental de Siberia en 1869. Descendiente de una familia campesina, era semianalfabeta y a duras penas podía leer, pues no recibió una educación formal, pero “sabía algo de teología y leyó a los padres de la Iglesia”, dice un reportaje de National Geographic. Según la revista, “es probable que adquiriera esa mínima formación en 1897, en el monasterio de Verjoturie, al que peregrinó”.
Milagro. En 1904, después de dar a luz a sus cuatro hijas (Olga, Tatiana, María y Anastasia), la zarina Alejandra Románova trajo al mundo a un ansiado varón, Alexei. Pero la felicidad se esfumó cuando el niño dio muestras de padecer un mal hereditario: hemofilia. Los zares estaban dispuestos a todo para salvar al heredero del trono, cuya esperanza de vida en aquella época era de 14 años. Entonces les presentaron a Grigori Rasputín. El místico recurría a los rezos y rechazaba los fármacos, algo que “milagrosamente” detuvo una hemorragia del niño en 1907 y le garantizó la devoción de la zarina. Hoy se cree que fue una casual consecuencia de haber eliminado la aspirina, cuyo efecto anticoagulante no se conocía en ese momento.
Influencias. La creencia de que la vida del heredero dependía de él, sumada a su verbo ágil y su mirada penetrante, lo convirtieron en confesor, consejero y mentor espiritual de los Romanov, ejerciendo una gran influencia sobre la zarina. Se dice que, incluso después de la muerte de Rasputín, la zarina Alejandra se aferraba a la túnica de satén azul manchada de sangre que el místico llevaba puesta la noche que lo mataron.
Desprestigio. La cercanía con Rasputín desprestigió a la Corona del que entonces era el imperio más poderoso del mundo. Según National Geographic, corrieron rumores sobre “la connivencia de la zarina y Rasputín con los alemanes” y sobre supuestas relaciones sexuales entre el zar, la zarina, Rasputín y Anna Vyrubova, ferviente devota rasputiniana. Sumado a esto, una crisis personal hundió a Rasputín en la bebida y se gastaba en juergas épicas grandes sumas dejadas por ciudadanos peticionarios que buscaban empleo, negocios o querían evitar ir al frente de guerra o ser deportados.
Duro de matar. Convertido en un problema para la nobleza, en 1914 sobrevivió a un atentado, cuando una mujer le enterró un cuchillo en el estómago. En 1916 un nuevo complot tuvo como figura central al príncipe Félix Yusúpov, recién casado con la sobrina del zar Nicolás II. También participaron Dimitri Pávlovich, primo del zar, y el diputado Vladimir Purishkevich. Según el relato de Félix, primero le dieron pasteles con crema de cianuro, pero el veneno no le afectó. Entonces él le disparó con el revólver de Dimitri, pero Rasputín se levantó y huyó por el patio trasero del palacio. Aquí fue Purishkevich quien disparó, acertándole dos veces, y el místico real al fin murió. Sin embargo, se cree que esta versión pretendía ocultar que fue Dimitri quien mató a Rasputín, para no entorpecer sus deseos de convertirse en el nuevo zar.
Virilidad. En la corte y en el pueblo, Rasputín tenía tanta fama de curandero milagroso como de supermacho insaciable. Muerto el místico ruso, el tamaño de su miembro viril se convirtió en leyenda. El supuesto pene fue venerado como amuleto de fertilidad, vagó por Europa y al final de su peregrinaje halló lugar en un museo de San Petersburgo.
Profecías. Se le atribuyen al menos veinte profecías fatídicas sobre el destino de la humanidad. Una de ellas dice: “Llegará un tiempo en que el sol llorará sobre la Tierra y sus lágrimas caerán como chispas de fuego que abrasarán las plantas y quemarán a los hombres”. Sin embargo, mientras unos las consideran frases poéticas, para otros son pura charlatanería.
Cultura popular. La figura de Rasputín no puede faltar en películas y documentales inspirados por la vida y tragedia de la familia Romanov, asesinada en julio de 1918 por los bolcheviques. Rasputín es el villano de la película de Disney, Anastasia, donde vuelve de la muerte para hacer más daño. También hay una popular canción llamada Rasputín. “Most people look at him with terror and with fear, but to Moscow chicks, he was such a lovely dear (la mayoría de la gente lo mira con terror y con miedo, pero para las chicas de Moscú, era encantador”, dice la canción, que aún se baila en las discotecas.
Excesos sexuales. A Rasputín se le conocía por sus supuestas orgías desenfrenadas y un gran gusto por las prostitutas. El llamado “Monje Loco” encontró una forma de reconciliar la religión con sus excesos sexuales. Razonable para algunos, descabellada para otros. Su filosofía, aplicada a sus devotas admiradoras, era más o menos así: “Es preciso pecar para poder ser perdonado y el pecado más fácil de cometer es el del sexo”.
Rasputín nica. En 2014 un brujo de León fue bautizado por la Revista Magazine como “Rasputín de El Tololar”. Se trataba de José Ramón Díaz, un hombre pequeñito y albino, con cierto aire de duende, que se jactaba de ser brujo y de vivir con cuatro mujeres, bajo un mismo miserable techo, en una relación poliamorosa.