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María Corina, ¡alerta!

Siento una profunda admiración por quienes luchan por sus convicciones y derechos, personas siempre dispuestas a enfrentar riesgos reales, sin temer las consecuencias, que por suerte para los que amamos la libertad y el disfrute de nuestras prerrogativas ciudadanas, nunca faltan.

La más reciente muestra de heroísmo, con un saldo trágico, la ejemplificó el candidato a la Presidencia de Ecuador, Fernando Villavicencio, quien ante las numerosas amenazas de las que era objeto, manifestó: “Lo único que pueden hacer es matarme, y con eso liberamos un pueblo entero”, una muestra de valor excepcional porque estaba consciente que iba a ser ultimado.

El asesinato de Villavicencio no intimidó a otros candidatos y luchadores por la libertad ecuatorianos, tampoco, a quienes, en otros países, como María Corina Machado, en Venezuela, están inmersos en una campaña electoral en la que los asesinos también son los árbitros.

Los feudos del castro-chavismo están aceitando sus armas. En Nicaragua, la nefasta pareja Ortega-Murillo ha incrementado la represión contra sacerdotes y demás ciudadanos, no obstante, la resistencia no se apaga, como lo demuestra, entre otros, el obispo Rolando José Álvarez Lagos, con su conducta.

En Cuba, a pesar de casi sesenta y cinco años de resistencia, no faltan 1,047 presos políticos según Prisoner Defenders, entre ellos, José Daniel Ferrer, y familias como los Navarro, padre e hija en prisión, Félix y Sayli, cuya madre y esposa es Dama de Blanco, al igual que en Bolivia, donde el reciclaje instrumentado por Evo Morales y Luis Arce Catacora han elevado la cifra de prisioneros políticos a más de 200, entre ellos, la presidenta Jeanine Añez.

Venezuela, uno de los países donde la oposición más padece y por demás, se encuentra en plena campaña electoral, enfrentando todas las trabas de las que son capaces los autócratas del crimen organizado, específicamente, el casi seguro fraude electoral, hay, por informes del Foro Penal de Venezuela, al menos 282 prisioneros políticos, entre ellos el exdirigente estudiantil y exdiputado Juan Requesen, sufriendo las vejaciones y abusos de los esbirros de las dictaduras castro-chavista, quienes, evidentemente, comparten el denominador común de violar los derechos humanos de los encarcelados.  

Sin embargo, los opositores a las dictaduras no cesan en su lucha por la libertad como lo demuestra la aspirante a la candidatura presidencial María Corina Machado, quien, a través de los años, ha demostrado fehacientemente que le sobra entereza moral, talento y disposición para correr los peligros que Nicolás Maduro, Diosdado Cabello o cualesquiera de sus esbirros, pongan en la ruta de su lucha por la libertad.

Su participación en la organización civil Súmate, fue una de las fundadoras y directora ejecutiva de esa entidad, demostró una gran capacidad de trabajo y el valor necesario para insistir en la defensa de los derechos constitucionales, entre ellos, los electorales, siempre amenazado por el timo del Socialismo del Siglo XXI, además de la manipulación constante del Consejo Nacional Electoral que ejecutó Chávez, en las que Maduro ha demostrado un magisterio supremo.

Es posible que, como nunca antes en el pasado, aunque siempre han estado presentes las mujeres sientan la amenaza que significa para la integridad de la familia las propuestas de los déspotas del castro-chavismo, peligros ante los cuales han dado pasos trascendentes que las ha conducido al liderazgo al que tienen derecho.

La participación constante y sin límites de las féminas en estos trances libertarios ha estado a la par de los hombres, en consecuencia, en los procesos electorales el que mejor pueda servir debe recibir el mayor respaldo popular, sin que el sexo tenga relevancia.

La ingeniera y exdiputada Machado es la aspirante preferida del electorado venezolano. Ella siempre ha mostrado una actitud firme, sin claudicaciones al chavismo, lo que ha llevado a los genízaros de los déspotas a golpearla y amenazarla numerosas veces.

María Corina Machado siempre ha sido una piedra en los zapatos de los déspotas de su país, al igual que otras mujeres en Nicaragua, Bolivia y Cuba que nunca han cejado en el combate como han hecho por décadas, Marta Beatriz Roque Cabello y la ya mencionada prisionera política Sayli Navarro, quien, desde la niñez, cuando su padre fue a prisión, denunció el totalitarismo insular.

El autor es periodista cubano.

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