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Diez datos sobre Alvarito Conrado, el niño atleta que murió ayudando

De pequeño quería ser “bombero o policía”. El día que lo mataron solo quería entregar dos botellas de agua a los estudiantes que protestaban cerca de la Catedral de Managua. Tenía 15 años.

Vocación. Cuando era niño Alvarito Conrado Dávila quería ser bombero o policía. Según su madre, siempre mostró vocación de servicio. Hasta el último momento. Cuando lo hirieron de muerte, el 20 de abril de 2018, se encontraba cerca de la Catedral de Managua, adonde había llegado a escondidas de sus padres para donar dos botellas de agua que compró en una gasolinera. Quería ayudar de esa manera a los estudiantes que protestaban y eran reprimidos, pero no le dio tiempo de entregarlas. 

Muerte. Nacido el 8 de abril de 2003, doce días antes de su muerte había cumplido 15 años y todavía estaban nuevos la ropa y los zapatos que usó en su cumpleaños. Acababa de llegar al predio de la Catedral cuando una bala le impactó en el cuello, causándole lesiones en tráquea y esófago. Hay un video de 16 segundos que muestra el momento en que es auxiliado por jóvenes que se encontraban presentes. “Me duele respirar”, informa el adolescente, una frase que pronto se convertiría en la consigna más sonada de protestas ciudadanas multitudinarias. 

Negligencia. A eso de las 12:30 fue trasladado al Hospital Cruz Azul, cercano a la Catedral, pero ahí le fue negada la atención médica. Cuando llegó al Hospital Bautista ya era demasiado tarde. Alvarito murió en el quirófano cerca de las 2:00 de la tarde de ese viernes. Médicos que lo atendieron afirmaron que el muchacho se habría salvado de haber sido intervenido a tiempo; pero en el trayecto de un hospital a otro había perdido demasiada sangre. A pesar de este precedente, en los siguientes meses la negación de la atención médica a los heridos en las protestas fue una práctica sistemática del Ministerio de Salud y sus hospitales. 

Pasatiempos. Alvarito era el mayor de tres hermanos. Le gustaba tocar la guitarra y lo hacía desde los 6 años de edad. Hablaba inglés y le gustaban el rock, las patinetas y la música de Queen y los Beatles, además del anime (estilo de animación de origen japonés). En una de las fotos que se hicieron virales tras su muerte se le ve feliz en una convención de anime y en otra aparece sonriente junto a un muñeco de Goku.

Sueños. Era buen alumno y ya había decidido estudiar Derecho en la Universidad Centroamericana (UCA). Luego de eso, según declaraciones de su padre, pedirían una beca para que estudiara en el extranjero. Tenía mucho que vivir y ganas de hacerlo. Por eso, cuando se desangraba en el asiento trasero del vehículo que lo trasladó a los dos hospitales, rogaba que no lo dejaran dormirse, porque intuía que, de hacerlo, no volvería a despertar.

Monumento. El 14 de octubre de 2018 el Instituto Loyola, donde Alvarito cursaba el cuarto año de secundaria, develó un monumento en su honor e inauguró una pista de atletismo en su nombre. Se trata de una escultura dorada que representa a un niño que corre acompañado por un guardabarranco. En la base del monumento se lee “Me duele respirar”. 

Atleta. La semana que lo mataron estaba entrenando para ganar su cuarta medalla en una carrera de atletismo que se realizaría el 21 de abril de 2018: el día que lo velaron. Desde hacía un año pertenecía al equipo de atletismo de su colegio y había participado en competencias de salto largo. Entregado con disciplina al deporte, estaba concentrado en mejorar su técnica. 

Papá. Don Álvaro Conrado murió esperando el esclarecimiento del crimen cometido contra su hijo. Hasta el viernes 23 de enero de 2023, día de su fallecimiento, fue presidente de la Asociación Madres de Abril (AMA), desde la cual reclamó justicia para las víctimas de la represión del régimen Ortega-Murillo. “Yo no quiero un mártir, a mí no me sirve eso, yo lo que solicito es justicia”, declaró a inicios de mayo de 2018 cuando se presentó en la Fiscalía. 

Mamá. Lizeth Dávila Orozco continúa exigiendo justicia sin impunidad y afirma que no descansará hasta ver pagar por sus crímenes a los culpables del asesinato de su hijo Alvarito y la muerte de Álvaro Conrado, pues considera que el fallecimiento repentino de su esposo fue otra “consecuencia” de lo que su familia ha sufrido.

Mensaje. Cerca de la medianoche del 19 de abril de 2018, antes de irse a dormir, Alvarito Conrado Dávila le envió a una amiga un mensaje lleno de indignación por lo que estaba ocurriendo en el país: “Nuestra tierra pinolera. El lugar donde nacimos y crecimos. Nuestra bandera azul y blanco manchada con sangre de hermanos. Dónde está el respeto hacia nuestra patria. Es Nicaragua, no cualquier basura. Somos nicaragüenses. Somos uno solo. Contra eso no podrán nunca jamás”. 

La Prensa Domingo

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