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Los accidentes mortales no se detienen

En varios artículos en estas mismas páginas me he ocupado del tema de los accidentes automovilísticos con resultados fatales, he puesto especial interés en los ocasionados por conductores irresponsables que conducen a altas velocidades en estado de embriaguez.  

En una ocasión después de leer un comunicado de la fiscal general lo aplaudí públicamente en estas mismas páginas, pues aseguraba que en lo sucesivo pondrían mano dura contra los conductores que manejando intoxicados provocan accidentes fatales. Desgraciadamente no han obtenido el resultado deseado, pues los accidentes se siguen sucediendo y los culpables siguen eludiendo la ley pagando a los familiares para evitar las acusaciones. Mientras no se cambie la tipificación del delito que se comete al manejar imprudentemente y causar accidentes mortales manejando en estado de ebriedad, los accidentes no pararán y seguiremos lamentando muertes que enlutan a nuestras familias sin que los culpables paguen por su delito. 

 En varias ocasiones he referido que en otros países han logrado contener y bajar significativamente la cantidad de accidentes, endureciendo las penas contra los culpables de manejar bajo los efectos del alcohol o por manejar imprudentemente. Mientras nuestras autoridades no tomen cartas en este asunto y los diputados no legislen para hacer los cambios necesarios, seguiremos lamentando accidentes fatales como el ocurrido recientemente en el kilómetro 104 de la carretera panamericana sur, en que un conductor manejando a exceso de velocidad impactó una motocicleta matando al conductor y su esposa, dejando en estado delicado a su hijo de dieciocho meses que viajaba con ellos.  

Al momento de escribir este artículo, los datos sobre dicho accidente todavía no terminan de darse a conocer en su totalidad. En un comunicado de una emisora del gobierno se especulaba que el conductor viajaba a exceso de velocidad y en posible estado de embriaguez. Acompañaba dicho comunicado con un dato que me parece escalofriante, pues aseguran que en menos de 90 días que llevamos del 2023, han fallecido 211 personas como resultado de accidentes automovilísticos. Este pavoroso número nos arroja una estadística de 3 muertes por accidentes de tránsito por día. 

Por razones de trabajo y familiares transito con mucha frecuencia las carreteras del país, especialmente el tramo entre Managua y Masaya y puedo decirles que la gran mayoría por no decir todos los oficiales de tránsito apostados en ella, se dedican a poner multas por invasión de carril que solo ellos ven. 

En una ocasión cuando la policía dio a conocer las estadísticas sobre la recaudación que obtendrían por multas de tránsito en el 2023, me pregunté y me sigo preguntando cómo se puede sacar una estadística de ese tipo. La conclusión a que llegué fue que la única manera es partiendo de un número aproximado de las multas a realizar. ¿Y cómo se puede llegar a fijar ese número? La repuesta se las dejo a ustedes mis lectores amigos.  

Pero la verdadera intención de este artículo es seguir llamando la atención de la ciudadanía, de la policía y la fiscalía general, para hacer conciencia que hay que detener de alguna manera la pandemia en que se han convertido los accidentes de tránsito y que si seguimos con el ritmo que llevamos, en el 2023 superaremos las estadísticas del 2022 y del 2021. Lo que evidentemente nos indica que algo no se está haciendo bien por no decirlo de la otra forma.  

No hace mucho escuché en una radio decir a un señor a cargo del micrófono que escribiendo directamente al presidente Daniel Ortega se podía acceder a un beneficio al que él se estaba refiriendo. Se me ocurre que, si escribiéramos al presidente para que se ocupe de la proliferación de accidentes de tránsito, podríamos obtener mejores resultados que los actuales. No veamos esta sugerencia como política, sino más bien pragmática, tal vez termine siendo la única forma de detener esta pandemia que está diezmando nuestra sociedad, específicamente a los más pobres y desposeídos, quienes por migajas no acusan a los causantes de las muertes de sus familiares. 

El autor es comentarista político y directivo nacional de las Fuerzas de Veteranos de Guerra de la Resistencia Nicaragüense.  

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