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Vanguardia y Modernismo de Salomón de la Selva

De la Selva (León, 20/3/1893-Paris, 5/2/1959) realizó una poesía vanguardista en México, el Caribe y América Central, pero de origen distinto a la de sus coterráneos nicaragüenses pues trajo en ella a las dos poesías americanas. Al modernismo hispanoamericano y al modernismo inglés incluyendo con el imaginismo del estadounidense Erza Pound. De la Selva presidió la modernidad que se había iniciado con el modernismo hispanoamericano con Rubén Darío.

Salomón, estuvo temporalmente radicado en los Estados Unidos, México, Centroamérica, y Europa manteniéndose a distancia del grupo de vanguardistas nicaragüenses de los comienzos del siglo XX. Fue un extranjero en su propia tierra. Sin embargo, es con la publicación de su tercera obra y primer poemario en español, El soldado desconocido (1922) que a De la Selva se le ubica entre las cabezas de la modernidad poética hispanoamericana. Año que fue clave para el desenvolvimiento de la modernidad tanto del inglés y como del español. El crítico José Joaquín Blanco (citado por Julio Valle Castillo) afirma que “una última e indiscutible puerta” para el ingreso de los “Contemporáneos” a la modernidad fue el poemario El soldado desconocido, ya que “a pesar de ser un tema baladí, (pues da) a su patria el dudoso prestigio de tener un héroe en la gran Guerra Europea, condensa eficazmente las nuevas formas vanguardistas de la poesía europea y norteamericana”.

Este libro además tuvo un gran impacto entre los poetas jóvenes de esa época. 

De la Selva había obtenido su formación académica en los Estados Unidos de Norteamérica, país que entonces ocupaba a su Nicaragua natal, habiéndola convertido a esta en un protectorado o neo-colonia, desde 1912. De la Selva para ese tiempo entra en una contradicción ideológica debatiéndose entre el arielismo (de José Enrique Rodó) filosofía en boga para entonces y el Calibán anglosajón (The big stick) iniciándose en el socialismo científico de Marx, pero a su vez también adentrándose en las fuentes occidentales, tales como: los clásicos, la épica, la lirica, el teatro griego y el romano.   

De la Selva participó en el último instante de la Primera Guerra Mundial: de septiembre a noviembre de 1918, en Flandes y Londres. En 1922 ingresó a la cruzada cultural de la Revolución Mexicana siguiendo los pasos de José Vasconcelos para unificar a las dos Américas: la hispánica y la anglosajona.

Que si estuvo o no en la friega de la guerra esto ha sido un tema controversial.

Imaginariamente en su poemario titulado El soldado desconocido, a partir de la jornada segunda con, Soldado nuevo, Mi bayoneta, Vergüenza, y Cantar, veremos a un personaje lirico que no encuentra reconciliación entre ser poeta o soldado.  Sin embargo, durante todo el trayecto siguiente de la jornada tercera (Mêlée) comenzando desde su Primera Carta veremos que allí desembarca en Bélgica, lugar donde “El cañoneo se oye como debajo de la tierra”, continuando con Heridos, donde aparecen escenas que están compuestas de “trapos manchados de sangre” abundantes del dolor de los muchachos, pasando luego a su poema inmortal La Bala, que emplea sinestesias al dotar el proyectil de “alma”,  color y música hasta abarcar con varios poemas más para finalizar con El canto de la alondra y sus ditirambos, encontraremos a un soldado activo, expuesto a los heridos, a la sangre, a las bayonetas, a los ruidos de los aeroplanos, de las balas, y granadas, donde el poeta se hace partícipe físicamente en una verdadera experiencia y visión de batalla.

Además a De la Selva se le puede considerar un poeta comprometido por su americanismo y por su amor a su suelo patrio.

En 1917, Salomón estaba bien integrado a la vida literaria neoyorquina pues había estado por más de una década en ese lugar haciéndose completamente bilingüe. Adquiriendo amistades de la altura de los miembros destacados de la Poetry Society of America como Edwin Markham, Jessie Rittenhouse y Edna St Vicent Millary y había comenzado a publicar poemas en inglés en revistas prestigiosas, como The Forum, Poetry, y Century Magazine. La guerra se desataba para entonces en Europa y mientras Salomón atendía a una invitación (donde estaba presente también el presidente) con una cena ofrecida el 7 de febrero de 1917 en honor a los hombres de letras de América Central y América del Sur en el Club nacional de las Artes en Gramercy Park, (la última parte del programa se le había otorgada a Salomón), el orador mirando directamente a los ojos de Roosevelt lo enfrentó leyendo su poema sobre el migrante: Tropical Town, donde se refería al norte como su lugar de ensoñación: To the North I came, with a dream, with a song./ (Al norte vine, con un sueño, con una canción.) y refiriéndose al Sur como su madre tierra: From the South am I, from the tropic lands; (del sur soy yo, de tierras tropicales).

Obviamente, en este poema metafóricamente él desea reconciliarlas (a ambos países) haciendo una crítica panamericana y antimperialista.

Curiosamente, como establece el articulista, Peter Hulme, en: Como un flamenco rojo: (…),  ese mismo día: el 7 de febrero de 1917 había sido el final de la expedición del fracaso a México del general Pershing (tratando de localizar a Pancho Villa, en las fronteras entre México y EE.UU.). De la Selva había escrito su poema Tropical Town varias semanas antes que EE.UU. anunciara su entrada a la Gran Guerra europea, (Roosevelt fue defensor de la participación de su país en la Gran Guerra).  Cuando prepara su poema para publicarlo en Tropical Town and Other Poems, las tropas estadounidenses se embarcaban para Europa. Poco después, que apareciera publicado Tropical Town en julio de 1918, De la Selva se dirigía a Europa uniéndose al ejército británico en New York, yendo en defensa de Francia y de la civilización. Fue enviado a la costa este de Inglaterra como parte del Tercer Batallón del regimiento Loyal North Lancashire, a una fuerza de reserva. Estando allí se da por terminada la guerra sin que sus deseos se lograran cumplir.  

A continuación un poema de mi imaginación donde De la Selva está siendo partícipe del dolor de la guerra, cumpliéndose el deseo de su participación. 

Visión de un nuevo despertar

Desde mi ventana veía

aflorar la aurora de un nuevo día.

Desde la mesa resplandecía,

el bacará refulgente

de la lámpara, sobre las bujías.

Entrecerrando mis ojos lentamente

ahora ante ellos aparecían

sombras de un tenue azul escarlata

provenientes de las nevadas y diamantinas

montañas,

anteponiéndose al estrellado

lapislázuli universo.

La escarchada nieve que tenuemente se desprendía

se deslizaba al arrollo de la húmeda y verde montaña.

Mis ojos nuevamente los entrecerraba y abría.

Para ver ante mí otro panorama diferente,

era el dolor, de los sin nombre

de los que, De la Selva cantara en Flandes,

durante los nuevos amaneceres resplandecientes.

De las piernas de un soldado, agujereadas de balas, 

manaba sangre muy roja,

mientras él afanosamente se las limpiaba,

con el agua, cristalina y helada,

naciente de las mismas montañas.

—Un Rojo fluido que corría por las mismas laderas

que las acompañaban—

Luego en mi visión reaparecía el rojo escarlata,

de las heridas y del dolor ahora de nuestros hermanos,

de los desaparecidos, de Tierras Tropicales,

que mancharon el pasto muy seco y apenas verde

o, el asfalto, mugre

de las martirizadas calles.

Estas visiones de nuevo durante mi alborada reaparecían,

¡Hasta que me dejaron en Paz…

Cuando en este día

en un humilde papel,

así trazadas quedarían!

Luego el sol áureo de un nuevo amanecer,

tras la cortina de los árboles de pinos, se manifestaría

dejándome ver, de entre sus ramajes de agujas y conos,

un cielo rosado, que en un leve azul se extendería

anunciándome una Sonora Canción

de un ¡Nuevo y Ensoñador Día!

La autora es máster en Literatura Española.

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