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Memorias del profesor Héctor Darío Pastora

Rubén Darío sobrepasa el tiempo y el espacio. Su genialidad poética y multifacética lo hizo inmortal. Esa inmortalidad anhelada que todos perseguimos después de la muerte. Desde niño fue amante de los libros. Se sentaba en la puerta de la casa de su madre adoptiva, y tía abuela Bernarda Sarmiento y del coronel Félix Ramírez, hombre culto y leído (quien militó con Máximo Jerez (a quien Rubén creía era su padrino), con un libro entre sus piernas y un acordeón. A su tierna edad ya había leído novelas tomadas de la biblioteca de don Félix, entre ellas: Corina, de Madame Stäel; las comedias, de Moratín; Los Oficios, de Cicerón; Las mil y una noches, El Quijote; La caverna, de Strozzi, y la Biblia, y ya desde pequeñito escribía versos.

Su colegiatura fue poco consistente. Primero atendería la escuelita infantil de Jacoba Tellería. De aquí salió su poema: “Si este libro se perdiese como suele suceder le suplico al que lo hallase me lo sepa devolver y si quiere saber mi nombre aquí se los voy a poner”. Entonces, se firmaba Félix Rubén Ramírez.

Continuaría en la escuelita del licenciado Felipe Ibarra, en el barrio San Sebastián de la ciudad de León y después asistiría al colegio de los jesuitas de La Recolección llamado Sagrado Corazón de Jesús, completando su formación elemental. Luego continuaría (por pocos meses) en el instituto Nacional de Occidente, lugar donde aprende del filósofo polaco, republicano: José Leonard Bertholet quien fue redactor de La Gaceta de Madrid y del español: Salvador Calderón, exprofesor de la Universidad de Sevilla, quien enseñaba Ciencias Naturales.

Se nutre de los intelectuales nicaragüenses, jurisconsultos, periodistas, de la talla de: Mariano Barreto, Román y José María Mayorga, Cesáreo Salinas, Buenaventura Selva, Tomás Ayón presidente del Ateneo; del maestro y colaborador del Ateneo, Ricardo Contreras, poeta mexicano; José Joaquín Palma, poeta cubano autor del Himno de Guatemala, y muchos otros más personajes cultos y liberales ilustrados de su época.

Darío fue ante todo un autodidacta. Completando su educación en la Biblioteca Nacional de Managua que constaba con más de cinco mil ejemplares enviados por el más grande orador español: don Emilio Castelar. (De quien Rubén en 1899 publicara en el diario La Nación una maravillosa semblanza necrológica). Aprendizaje, que lo realiza bajo la guía de su mentor que le tomó mucho amor paternal, Modesto Barrios, seguido a su renuncia, por Antonio Aragón. El historiador José Dolores Gámez, director del periódico El Termómetro en Rivas (también su mentor) le publica a Rubén, a la edad de 13 años, su poema: Una lágrima.

Es por medio de sus lecturas que el numen ya prodigioso del pequeño poeta crecería aún más. “¡El libro! ¡celeste lumbre, / de la humanidad amparo! ¡Radioso, divino faro / que guía a la muchedumbre…!” Poema compuesto de cien décimas de carácter ideológico, filosófico y político, leído en 1882 ante el presidente del Congreso, Pedro Joaquín Chamorro (quien frunce el ceño) y del presidente de la República Joaquín Zavala y entre medio de los aplausos de los liberales leoneses.

La importancia del libro y su creación es incuestionable. Ante todo por su gran valor educativo. No hay libro que no sea valioso. Por esto es importante su inmediata publicación, para resguardarlo del olvido, evitándose que su información se pierda (como se extraviaron muchos de los poemas de Darío que hoy lamentamos) y haciendo una reseña histórica, como se perdieron los 13 cantos del paraíso de la Divina Comedia de Dante Alighieri, que si no hubiese sido por Jacopo, su hijo (según narración de Boccaccio), quien recibe la visión en sueños de su padre, indicándole el lugar exacto en Florencia donde se encontraban enterrados, nunca se hubiesen rescatado.

Por esto me satisfizo estar en la presentación de la publicación y apertura de las Memorias del profesor Pastora. A quien con mucho orgullo y honor se le agradece la recopilación de toda su valiosa información llena de relatos históricos, de eventos culturales por él realizados, y de hechos ocurridos durante su diáspora, prodigándonos en su libro de Memorias, la documentación de fotografías, diplomas y de todas las distinciones honoríficas recibidas a su nombre y a nombre del Movimiento Mundial Dariano y de todas las celebraciones que se han realizado alrededor del mundo, incluyendo las efectuadas en la ciudad de Miami.

Libro de Memorias, de documentos valiosos para honra y memoria de nuestro bardo universal Rubén Darío y Nicaragua. El profesor Pastora ha sido un mecenas dariano como lo fue el romano de origen etrusco, Cayo Mecenas (38 a.C.) (consejero del emperador Cesar Augusto), con el poeta lírico de Venosa, Quinto Horacio Flaco. Desde su nacimiento ocurrido en Ciudad Darío, don Héctor heredó de sus padres: Joaquín y Celestia Pastora, el amor dariano (a su padre se debe el nombre pasado de Metapa a Ciudad Darío). Sus esfuerzos llevados a cabo tanto dentro como fuera de Nicaragua nos hacen contar en la ciudad de Miami con una avenida Rubén Darío (1988), otra Nicaragua (1994), con un colegio Rubén Darío Middle School (1989), con un Parque Rubén Darío (1992), con un grandioso Monumento dedicado al aeda aprobado por unanimidad (1993), obra de Pablo Vivas, junto a otros bustos como lo son: el del restaurante Yambo y el donado al Miami Dade Comunity College. Documentos y datos que están aportados en su precioso libro.

El ostracismo no hizo mella en el profesor. Él como un titán ha resistido toda clase de angustias y ha sabido confrontar con valentía todo el sufrimiento que el exilio en sí conlleva, trayendo a EE.UU. su mensaje, sus valores: morales, éticos, y educativos, elevando e izando nuestra bandera nacional azul y blanco a su verdadero estandarte, y manteniendo la gesta dariana con mucho orgullo, sinceridad y amor.

En nombre de los nicaragüenses, y del mío propio doy las gracias don Héctor en Miami, esta ciudad perteneciente a la maravillosa nación estadounidense, la tierra de grandes hombres como fueron, Abraham Lincoln, presidente durante la guerra civil y abolicionista de la esclavitud con la proclamación de emancipación en 1863; de Tomas Jefferson, tercer presidente de EE.UU. (1801-1809) amante de la lengua hispana, llamado el sabio de Monticello (figura fascinante de la historia de este país), y redactor de la Declaración de Independencia, fundador de universidades, y de la biblioteca Jefferson que pasaría a formar la primera División Hispánica de la Biblioteca del Congreso; del poeta Edgar Allan Poe, uno de los favoritos de Darío, incluido entre sus Raros, de quien Rubén dijera en El mundo de los sueños: “Y aunque la fatalidad del Mal le persiguiese, conservóse puro y arcangélico el mago lírico, el poderoso Apolonida Trismegisto”. De Walt Whitman, poeta del verso libre, quien escribió Hojas de hierba, donde está incluido el poema: O Captain! My Captain! dedicado a la muerte del presidente Lincoln, y a quien Rubén Darío también le cantara su oda: Oh capitán! Oh, my captain! clamaba Whitman. ¡Oh, gran capitán de un mundo/ nuevo y radiante.

La misma tierra también de Roosevelt a quien Rubén le dijo: Es con voz de la Biblia, o verso de Walt Whitman,/ que habría que llegar hasta ti, cazador! (..) eres los Estados Unidos/ eres el futuro invasor (…) eres culto, eres hábil; te opones a Tolstoi. Son los Estados Unidos, la tierra que fue mencionada por nuestro poeta en: Salutación al águila donde allí clama: Águila, existe un Cóndor. Es tu hermano en las grandes alturas / Los Andes le conocen y saben que, como tú, miran al Sol. Para que hoy: en esta América anglosajona e hispana; cantemos todos unidos, el poema de nuestro gran bardo universal: Ínclitas razas ubérrimas sangre de Hispania fecunda. (…) Únanse, brillen, secúndense tantos vigores dispersos; / formen todos un solo haz de energía ecuménica. / Sangre de Hispania fecunda, sólidas, ínclitas razas (…).

La autora es máster en Literatura Española.

*Este artículo es la versión del discurso pronunciado por la autora para la apertura del libro de Memorias del profesor Héctor Darío Pastora, presidente del Movimiento Mundial Dariano, en Miami, Florida, EE.UU.

COMENTARIOS

  1. Hace 1 año

    Excelente semblanza de Dario. Don Hector Dario Pastora tiene un gran merito cuando hizo gestiones por la calle Ruben Dario en la Zona de Fontainblue. Me vivido fuera de la zona de Miami realmente vivo en el condado Broward y me ausentado de la zona por trabajo. Pero vuelvo a mi casa y resfresco de nicarguensimo que hay el condado de Dade. Detras de un gran hombre hay una gran mujer y esa es Dna. Consuelito Pastora.

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