En la encuesta de CID-Gallup que se dio a conocer la semana pasada, la periodista y miembro de la Junta Directiva de LA PRENSA, Cristiana Chamorro Barrios, aparece como la personalidad mejor valorada por los ciudadanos nicaragüenses.
Como es bien conocido, Cristiana es hija del doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal y de la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro. Está presa con casa por cárcel desde el 2 de junio de 2021 y el 22 de marzo de 2022 fue condenada a ocho años de prisión, bajo la acusación injusta y absurda de cometer delitos de lavado de dinero, gestión abusiva y falsedad ideológica.
Cristiana fue encarcelada después de anunciar su disposición para ser candidata presidencial de la oposición democrática unida, y las encuestas demostraron que podía derrotar a Daniel Ortega en una elección que fuera libre, justa y transparente.
Cristiana Chamorro Barrios revivió en el imaginario popular la figura de su madre, doña Violeta Barrios de Chamorro, quien derrotó electoralmente a Daniel Ortega en febrero de 1990; y durante su período presidencial condujo al país por la senda de la transición democrática, la pacificación de Nicaragua, la reconstrucción de la economía y la reconciliación nacional.
En octubre del año pasado, ya estando presa Cristiana punteó en la encuesta de CID-Gallup de esa fecha, como la persona mejor valorada, con un 49 por ciento de opinión favorable y 20 por ciento desfavorable, con un saldo positivo de 29 por ciento. En esa misma ocasión y encuesta, Daniel Ortega tuvo 34 por ciento de opinión favorable, pero 64 por ciento desfavorable; mientras que la señora Rosario Murillo registró 37 por ciento favorable y 60 por ciento desfavorable.
Pero no solo Cristiana tuvo el año pasado y tiene ahora un gran reconocimiento popular. Todos los principales líderes democráticos que sufren el rigor de la prisión política, gozan de un alto reconocimiento popular demostrado o confirmado en las encuestas de CID-Gallup. Nos referimos a Juan Sebastián Chamorro, Félix Maradiaga, Medardo Mairena, José Adán Aguerri y Arturo Cruz, entre otros, que figuran con más popularidad o aceptación popular que la pareja conyugal que detenta el poder.
No es oportuno hablar ahora de elecciones y de una medición electoral de cualquiera de los líderes democráticos con el caudillo sandinista, o su esposa, o cualquiera de sus hijos. No solo porque en el calendario los próximos comicios nacionales serán hasta en 2026, a menos que por alguna razón sean adelantados. Pero también y sobre todo porque actualmente no hay condiciones políticas ni siquiera para pensar en eso.
Pero si el retorno de Nicaragua a la democracia será por la vía pacífica, cívica y electoral, como plantea mayoritariamente la oposición política y social; y si tal es el camino que indica la comunidad democrática internacional, entonces es bueno y necesario mantener viva en la conciencia nacional la esperanza y la posibilidad de que cuando sean creadas las condiciones apropiadas se podrá repetir el milagro de la UNO y doña Violeta ocurrido en 1990.
