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Rubén Darío en la esencia de la identidad nacional nicaragüense

Este miércoles 18 de enero se conmemora (se ha conmemorado) el 156 aniversario del nacimiento del gran poeta nicaragüense, hispanoamericano y universal, Rubén Darío Sarmiento.

         Esta fecha debiera ser instituida oficialmente como Día de la Identidad Nacional Nicaragüense. O bien podría ser el aniversario de su fallecimiento, que se conmemora el 6 de febrero de cada año, de acuerdo con la tradición cristiana de que la festividad de cada santo es el día de su muerte, que se considera es de su nacimiento al cielo.

         En Nicaragua, país desgarrado, dividido y polarizado por los odios políticos, Darío y su majestuosa e imperecedera obra literaria y cultural son el único punto de identificación entre los nicaragüenses del bando del régimen establecido, y todos los demás.

El régimen oficializa la celebración de las efemérides darianas para apropiársela y no compartirla con las personas que no son sus partidarias. Pero Darío está radicado en el corazón de todos los nicaragüenses. La obra dariana es un patrimonio nacional invulnerable a las fobias  y filias políticas, que en todo caso son circunstanciales. 

El gran poeta e investigador de la cultura identitaria de los nicaragüenses, Pablo Antonio Cuadra (PAC), escribió que “Darío asume totalmente su esencia mestiza, une las dos tradiciones que conforman su herencia, la tradición hispano-europea y la indo-americana, ‘el río español y el río indio’…”  

Por su parte, Isolda Rodríguez Rosales, narradora e historiadora nicaragüense y miembro de la Academia Nicaragüense de la Lengua, ha escrito que la identidad “es lo que define quiénes somos y cómo nos diferenciamos con respecto de los otros, que no son iguales a nosotros”. Y agrega que al autodefinirse Darío en el poema Los Cisnes: “Soy un hijo de América, soy un nieto de España… determina una marca de identidad”. Pero no solo la identidad de él, de Darío, agregamos, sino la de todos los nicaragüenses.

En este sentido cabe citar al también académico de la Lengua e historiador, Jorge Eduardo Arellano, quien escribe en su obra Héroes sin fusil que el mayor héroe cívico y unánime representante del orgullo nacional del nicaragüense “es un gran poeta de trascendencia universalista: Rubén Darío”.

Además, se puede —y se debe— decir que en la identidad de Rubén Darío y de los nicaragüenses en general, subyace un desiderátum —o sea una “aspiración, deseo que aún no se ha cumplido”— de libertad. Muchos no lo saben, porque la pasión política les impide reconocerlo, pero ellos igual que todos los demás nicaragüenses también necesitan la libertad.

El filósofo por excelencia de Nicaragua, Alejandro Serrano Caldera, ha escrito que “solo en libertad” el nicaragüense “podrá alcanzar la identidad más plena”. Y agrega que “reafirmar y sostener la nación es una opción, no la única, que reafirma la resistencia cultural y política a los atropellos que los Estados, con sus respectivos poderes desmesurados, acometen contra el ser humano.”

Rubén Darío está consagrado en la Constitución de Nicaragua como Prócer de la Independencia Cultural Nacional y Poeta Universal. También hay una Orden nacional que lleva su nombre, así como premios literarios y otros reconocimientos simbólicos.

Pero eso no es suficiente honor para su grandioso legado. Como dijimos al comienzo de este comentario editorial, la fecha del natalicio de Rubén Darío, el 18 de enero, o la de su fallecimiento el 6 de febrero, debe ser instituida como el Día de la Identidad Nacional de los Nicaragüenses.

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