La primera dama y vicepresidenta de Nicaragua, Rosario Murillo, abandonó al dictador Daniel Ortega antes de comenzar el acto de conmemoración del beisbolista Roberto Clemente, que se realizó este 31 de diciembre.
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Según se puede ver en la transmisión de los medios de comunicación oficialistas, tras bajar del vehículo que los trasladó al antiguo Estadio Nacional de Managua, la pareja presidencial tuvo un altercado verbal cuando caminaban hacia los invitados que los esperaban, entre ellos, el presidente de la Asamblea Nacional, Gustavo Porras, y la alcaldesa de Managua, Reyna Ruedas.
La primera dama pareció molestarse por algo y Ortega la ignoró por completo y siguió caminando, mientras sus hija y asesora, Camila, los observaba. Finalmente Murillo se regresó al carro con su hija y Ortega presidió solo el acto de esa última noche del año.
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Ortega habló 20 minutos en el acto, sobre todo de la historia de Roberto Clemente, algo poco habitual porque sus discursos siempre duran casi una hora o más, redundando sobre diferentes temas, principalmente ataques a Estados Unidos y contra otros de sus detractores. Sin embargo, esta vez Ortega ni siquiera hizo mención de la muerte del papa emérito Benedicto XVI, que murió ayer mismo.
Antes que Ortega regresara al poder en 2007, las discusiones con Murillo eran más frecuenta en plenos actos públicos. Ortega convirtió a Murillo en su vicepresidenta en las votaciones de 2016, caracterizadas por la exclusión de la oposición, la escasa participación ciudadana y el control del partido de Ortega en todoa la estructura electoral, lo que para los críticos significó un fraude descarado para mantener en el poder de la mano de su esposa.
Además de ser presidente y vicepresidenta de Nicaragua, la relación de Ortega y Murillo está marcada por una acusación de violación sexual que le hizo una hija de Murillo a Ortega en 1998. Sin embargo, Murillo siempre apoyo a Ortega y su hija, Zoila America Ortega Murillo, vive en el exilio.