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Montesquieu y la separación de los poderes

Cuando se fundaron nuestras repúblicas en América, en los siglos XVIII y XIX, nuestros próceres no tuvieron que cavilar mucho para recomendarnos el sistema de gobierno que más convenía para la bienandanza de nuestros pueblos. Veníamos arrastrando la pesada cadena de siglos de absolutismo y colonialismo, que mantenían a nuestras naciones en completo estado de sumisión y de explotación inicua.

Desde la antigua Grecia, cuna de la democracia occidental, venían soplando vientos renovadores en las voces de Aristóteles, Platón y otros más. Voces que fueron recogidas muchos siglos después por eximios escritores europeos como Rousseau, Locke, Montesquieu y otros más. Sus libros, fuentes de luz y esperanza para nuestros pueblos, víctimas de la opresión, siempre estuvieron en las manos de nuestros libertadores, así se llame Robespierre en la Revolución Francesa de 1789; Alexander Hamilton y James Madison en la formación de los Estados Unidos de América en 1776 y Simón Bolívar, Hidalgo, Morelos y José de San Martín en las gestas libertarias de nuestros pueblos americanos y del mundo.

Por ahora, quiero referirme brevemente a uno de los que con su mentalidad visionaria y con sus escritos, contribuyó a forjar las bases de la auténtica democracia, tal como hoy la conocemos en los países donde realmente se practica y no como en Nicaragua, donde la dictadura de los Ortega-Murillo, que además de ineptocracia, es una de las tiranías más crueles que registran los anales de la historia latinoamericana.

Me refiero al escritor francés Charles Louis de Montesquieu (1689-1755). Nació en el Castillo de Breda, Burdeos y murió en París, casi ciego a los 66 años. Formó parte del Movimiento de la Ilustración y Enciclopedistas. Es considerado, junto con Locke, como uno de los principales precursores del liberalismo y la democracia representativa.

Escribió tres obras monumentales: Cartas Persas (1721); Grandeza y Decadencia de los Romanos (1734) y el Espíritu de las Leyes (1748). En este último estableció claramente que para que haya democracia es imperativamente necesario que el gobierno sea compartido por tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) ya que “todo hombre que tiene poder se inclina por abusar del mismo, va hasta que encuentra límites”. De ahí la necesidad de los 3 poderes (habría que agregar el poder electoral) el que vigila, el que controla y el que detiene los excesos y los abusos del poder. Es lo que modernamente conocemos como el sistema de frenos, pesos y contrapesos. Señala Montesquieu, que estos poderes “no deben estar en las mismas manos, porque de lo contrario, todo estaría perdido”.

El Espíritu de las Leyes, que Montesquieu tardó 14 años en preparar, fue el libro más importante del siglo XVIII, según M.P. Janet, por la influencia que tuvo en el ámbito político mundial y también el más popular porque se editaron 20 ediciones en apenas 2 años.

La luz de sus ojos poco a poco se fue apagando, y fue su hijo, quien le leía lo que él estaba interesado en conocer. Reconociendo que estaba al borde de la muerte Montesquieu dijo: “Ya me acabo, he quemado todos mis cartuchos y se han apagado todas mis bujías”. Y cuando el sacerdote se le acercó y le espetó: “¿Comprendéis ahora, cuán grande es Dios?” Montesquieu le contestó: “Sí, y cuán pequeños somos los hombres”.

He querido compartir con mis lectores algunas ideas sobre la separación de los poderes como sistema de gobierno, en primer lugar, porque soy un convencido de que la dictadura de los Ortega-Murillo más temprano que tarde habrá de caer, ya que por el aislamiento cada vez más profundo en que ha caído, debido a sus múltiples errores, es imposible que pueda sobrevivir por mucho tiempo. Y en segundo lugar, porque los nicaragüenses debemos irnos preparando para practicar y vivir en democracia.

Hay que estar listos y conscientes, de que debemos romper definitivamente con ese círculo vicioso de que salimos de un dictador para montar a otro. Nicaragua merece lo mejor y esto solo lo lograremos, cuando nos convenzamos de que no hay nada mejor, que vivir en un país donde se respiran aires de democracia y de libertad. ¡Unidos venceremos!

El autor es periodista y secretario general de la Asociación de Nicaragüenses en el Extranjero (ANE).

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