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La Iglesia y la distribución de la riqueza

Con el título El mito de la distribución de la riqueza, Humberto Belli publicó un artículo en LA PRENSA del pasado lunes 25.07.2022, en que hace referencia al publicado por este servidor sobre El destino universal de los bienes el lunes 18.07.22.

Quisiera puntualizar que lo escrito por mí está totalmente fundamentado únicamente en la doctrina social de la Iglesia católica, que forma parte de la teología moral. El título de El destino universal de los bienes es el enunciado de uno de los grandes principios morales que la Iglesia enseña en materia social. He estado publicando —como pienso seguir haciéndolo— una serie de artículos sobre principios y valores —que buena falta hacen en nuestra sociedad— basándome estrictamente en nuestra doctrina social.

Humberto Belli, un apreciado amigo con quien comparto muchos principios aunque a veces discrepemos, dijo que hablar de una justa distribución de la riqueza —como comenté que enseña la Iglesia— es utilizado por la izquierda como propaganda, y no comparte la afirmación de que sea injusta “la concentración de la riqueza en pocas manos”. No está de acuerdo en que sea “injusto que el 1 por ciento de la población sea el dueño de la mitad de las riquezas del mundo”. Dice que eso “más bien es admirable” porque es consecuencia de que hayan “personas productivas, esforzadas, creativas y emprendedoras”.

La Iglesia aprecia el aporte de esas personas a la producción de los bienes que el trabajo humano crea y multiplica, y considera bueno que cada cual reciba lo razonable según sus méritos. Pero no justifica el abismo inmenso entre ricos y pobres. No considera que el 70 por ciento (5 mil millones) sean pobres porque sean menos inteligentes y trabajadores (aunque algunos realmente lo fuesen).

 A la Iglesia le preocupa que las riquezas —que tienen su origen primario en la creación de Dios destinada al beneficio de todos— no estén llegando a la inmensa mayoría. La Iglesia no aprueba la explotación histórica de las riquezas de países pobres por países ricos y por empresas transnacionales que están haciéndolo; los tratos injustos a trabajadores cuyo aporte a la creación de la riqueza no esté debidamente remunerado; ni muchas otras situaciones, algunas inhumanas, como negar que la atención a la salud sea un derecho humano.

 Tampoco la Iglesia aprueba los sistemas totalitarios que ponen todo en manos del Estado y suprimen la libertad empresarial —junto a otras libertades—, el derecho de propiedad y el funcionamiento del libre mercado. La Iglesia no condena un capitalismo humanista ni un socialismo moderado, condena los extremos: capitalismo salvaje y comunismo.

La doctrina cristiana no es asunto de derechas o de izquierdas. (Personalmente yo defiendo el eficiente liberalismo económico, cuando incorpora la solidaridad social). Sobre esto la Iglesia ha reflexionado y nos enseña su doctrina. Los papas León XIII, Pío XI, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, así como el Concilio Ecuménico Vaticano II, han coincidido unánimemente en el problema socioeconómico moderno; un tema moral que toca el corazón de la fe cristiana.

 Lo desarrollan nada menos que 11 encíclicas de estos papas, y una constitución emanada del concilio. Juan Pablo II lo mandó a publicar en un Compendio de Doctrina Social, ampliado por sus sucesores, y cuyo fundamento es la palabra de Dios, la Biblia, especialmente trasmitida por los profetas del Antiguo Testamento y sobre todo por el Evangelio de Jesucristo.

No tengo espacio para más. Termino citando a Juan Pablo II en su encíclica Laboren Excersens: “La distribución desproporcionada de la riqueza y la miseria, y la existencia de países y continentes desarrollados y otros no desarrollados, exigen una justa distribución de la riqueza y la búsqueda de vías para un justo desarrollo de todos”.

No lo digo yo, ni es propaganda de la izquierda. Son palabras de San Juan Pablo II.El autor es abogado y comentarista de temas políticos y religiosos www.adolfomirandasaenz.blogspot.com

Opinión Estado Iglesia justicia social archivo

COMENTARIOS

  1. Hace 2 años

    Interesante los escritos sobre la distribución de la riqueza y el interés de la iglesia sobre el tema. Sería bueno ahondar sobre el papel mismo de la iglesia en enriquecerse así misma y la forma en que ha apoyado y ayudado a derribar gobiernos, pues muchos de los conflictos actuales en los países del mundo se deben al contubernio iglesia-estado.

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