14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Las celdas del nuevo Chipote, un lugar de no fácil acceso al que tienen que llegar todos los días los familiares de los presos políticos. LA PRENSA/ ARCHIVO

Así pasan sus días los prisioneros políticos en el nuevo Chipote

“¡Arriba, arriba, arriba!”, grita un custodio mientras pasa restregando los barrotes de las celdas con una amansa bolos. Así inicia el día. Calor, hambre, desesperación, torturas psicológicas, ansiedad, se suceden hasta que llega la noche, buscando lo casi imposible, dormir, para no amanecer desvelados al día siguiente.

Contenido Exclusivo CONTENIDO EXCLUSIVO.

Los prisioneros políticos que están en el nuevo Chipote empiezan a escuchar sonidos desde antes que amanezca. No saben la hora exacta porque no tienen relojes, pero oyen que se abren y se cierran portones metálicos. Llegan camionetas. Suenan pisadas de botas en los pasillos. Murmullos. En la parte de afuera, se percibe a personas entrenando. Trotan y gritan consignas que son inaudibles, aunque poniendo bastante atención son motivacionales: “¡Sí señor!”, “¡Adelante!”

Aunque desde sus celdas los reos políticos no pueden ver el amanecer, algunos de ellos, unos pocos, pueden apenas discernir cómo la iluminación externa va cambiando y se va haciendo de día.

Deben de ser las 5:00 de la mañana, aproximadamente, cuando un guardia pasa restregando las verjas de las celdas, o golpeando las puertas en las que no hay verjas, con un “amansabolos”. “¡Arriba, arriba, arriba, arriba!”, vocifera.

A esa hora todos los prisioneros políticos tienen que levantarse, aunque tengan mucho sueño, ya que muchos de ellos sufren de insomnio o mal duermen en las camas de concreto, muchas de ellas sin sábanas o almohadas. En otras lo que hay son colchonetas, de muy mala calidad, sumamente delgadas. Los dolores de espalda son frecuentes al amanecer entre los reos políticos.

Es frecuente que al nuevo Chipote lleguen efectivos de la Dirección de Operaciones Especiales (DOEP). LA PRENSA/ TOMADA DE INTERNET

En algunas de las celdas, especialmente las de los varones, la oscuridad reina las 24 horas del día. Ahí los reos tienen un año de no ver siquiera lo que se están comiendo. En otras, donde están las mujeres, es al revés: siempre iluminadas. De esa forma, es difícil para los prisioneros políticos determinar cuándo es de día o de noche.

Lea también: “Un infierno total”: sobreviviente de cárcel El Chipote de Nicaragua

Para las mujeres prisioneras políticas la situación se agrava porque sus celdas no tienen barrotes. Son como cuartos totalmente cerrados. En una de esas celdas alcanzan todas, pero la dictadura determinó que estén aisladas. Las únicas que están en una misma celda son Violeta Granera y María Oviedo. Las demás están en una celda cada una: Dora María Téllez, Tamara Dávila, Suyén Barahona, Ana Margarita Vijil. Los varones están de dos en dos.

El nuevo Chipote

El complejo policial Evaristo Vásquez Sánchez, conocido como el nuevo Chipote, está ubicado en una pequeña colina en la parte sur del Memorial Sandino, en lo que los antiguos managuas llamaban “la Montaña”, en dirección a Las Sierras de Managua. Ahí el viento sopla fuerte.

Evaristo Vásquez Sánchez, conocido como el Chino, fue un guerrillero internacionalista panameño, que luchó en la insurrección contra Somoza y en 1979 se convirtió en el primer jefe de Investigación de la recién fundada Policía Sandinista. Según la web de la Policía, murió en 1985 en una emboscada en el Triángulo Minero.

Con un costo de 183 millones de córdobas, sacados del Presupuesto General de la República, y con un área de construcción de 3,500 metros cuadrados, el complejo policial fue inaugurado en febrero de 2019 y ahí funciona la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ).

Se le conoce como el nuevo Chipote porque la anterior sede de la DAJ era el Chipote, en la loma de Tiscapa, reconocida como un centro de torturas y que desde hace décadas los defensores de derechos humanos pedían que fuera cerrada.

Las celdas del nuevo Chipote son relativamente nuevas, pero ya tienen goteras. A los prisioneros políticos se les inundan de zancudos. LA PRENSA/ TOMADA DE EL 19 DIGITAL

El nuevo Chipote “se ve bonito desde afuera, está bien hecho”, explica un familiar de los actuales reos políticos, “pero las celdas no son adecuadas para cárceles en las que los reos estén mucho tiempo, sino que las celdas que están son preventivas”, agrega.

Ese mismo familiar añade que, aunque las cárceles son nuevas, “el trato que le están dando (a los prisioneros políticos) es el mismo (que en el antiguo Chipote), es inhumano”.

Otra pariente de reos políticos señala: “Las celdas son nuevas, pero el encierro y el trato es el mismo. A algunos los tienen las 24 horas del día encerrados en celdas pequeñas, con camas de cemento”.

Un tercer familiar explica a la Revista DOMINGO que el nuevo Chipote es una estación policial y no un centro penitenciario.

Además, indicó esta última fuente, la dictadura “tiene una voluntad específica de mantener aislados a los prisioneros políticos, aunque haya condiciones de tenerlos juntos y a otros los mantienen en castigo permanente, en celdas de dos por dos metros, sin ventanas por donde les entre aire. Están como en un régimen de castigo y tortura. Es como un sistema institucionalizado para torturarlos. Todo lo que hacen en el nuevo Chipote es para generarles dolor, a ellos y a sus familiares”.

La comida

La hija pequeña de un reo político escuchó cuando la mamá le contaba a alguien que a su esposo solo le daban arroz y frijoles en el nuevo Chipote.

—Mamá, entonces mi papá está bien —dijo la menor.

—¿Por qué? —le cuestionó la mamá.

—Porque el arroz y los frijoles es la comida favorita de mi papi.

Lo que la niña no sabe es la forma en que les preparan el arroz y los frijoles a los prisioneros políticos en el nuevo Chipote.

Lea también: El personaje del año 2021: El preso político

Un reo político contó una vez los frijoles que le salieron en el gallo pinto de la cena. Eran solo 11 frijoles junto a un puñado mayor de arroz.

A los primeros reos políticos que entraron al nuevo Chipote —explica la excarcelada Ivania Álvarez—, les permitían que sus familiares les llevaran comida los tres tiempos del día. Desde una rendija, algunas reas políticas veían cómo los custodios les metían las manos sucias a las comidas. Nunca, ninguno de esos primeros reos políticos en el nuevo Chipote dejó de recibir un solo tiempo de comida. Sus familiares siempre estuvieron ahí.

presos políticos, derechos humanos,
La Policía no permite que los familiares les lleven alimentos a los presos políticos. LA PRENSA/ ARCHIVO

A los prisioneros políticos que fueron capturados a partir de los últimos días de mayo de 2021 no se les permite que sus familiares les lleven comida. Los familiares quisieran llevarles frutas, vegetales y otros tipos de nutrientes, pero es imposible. Solo les reciben agua y algún jugo o yogur.

Los familiares les llevan agua y jugos dos veces al día, pero han detectado que los prisioneros políticos solo reciben estos productos tres veces a la semana. El resto desaparece. Hay bromas de que, con todo lo que no se les entrega a los prisioneros, los custodios ya deben de tener un comisariato en el nuevo Chipote.

En el nuevo Chipote los prisioneros políticos siempre tienen hambre. Han aparecido imágenes de la delgadez que presentan. Durante varios meses solo les dieron ayote. “Alguien está haciendo negocio con los ayotes”, bromeaban entre ellos.

A veces, les llevan el montón de arroz con un muy pequeño pedazo de carne.

El día

Se dan cuenta que inicia un nuevo día porque pasa el custodio rozando los barrotes de las celdas con el “amansabolos”. Inicia en ese momento las requisas, que no las hace el personal del nuevo Chipote, sino oficiales que llegan desde fuera todos los días.

Revisan todo con minuciosidad y luego se van, para dar paso a la limpieza de las celdas. Si los custodios encuentran luego, aunque sea la más mínima basura, los regañan y hasta pueden castigarlos.

Los prisioneros políticos han encontrado en el baño, el aseo personal, una manera de permanecer inquebrantables ante las torturas a las que los somete la dictadura. Todos se bañan y tratan de permanecer limpios.

Se trata de una tarea difícil porque los custodios no les permiten lavar el uniforme de reos sino cada 8 o 15 días. Y no son los uniformes azules con que aparecen en las imágenes de los medios oficialistas. Esos son solo para exhibirlos. Los que usan dentro de las celdas son otros, “feos”, dicen.

Tras el baño, el desayuno y, luego, no hay nada que hacer. Están ahí, sin hacer algo. No tienen un libro ni papel ni lápiz para escribir. No tienen algo con lo cual entretenerse. Es una tarea mental dura mantenerse de esa forma, porque tampoco pueden comunicarse entre ellos.

A los custodios, la dictadura les ha prohibido ponerse mascarillas, aún en momentos de brote de covid-19, para vigilar a través de las cámaras que no hablen con los reos.

La dictadura Ortega Murillo no permite que los prisioneros políticos en el nuevo Chipote reciban cartas de sus hijos. LA PRENSA/ TOMADA DE INTERNET

Ni siquiera pueden hablar con el compañero de celda. Se lo prohíben. La situación es más difícil para las mujeres que están aisladas. Ellas a veces gritan para hablarles a los demás, pero rápidamente los custodios corren a callarlas y castigarlas. Si los sacan al pasillo, los llevan con las manos hacia atrás, atrapadas en una brida que hace de esposas, y con la cabeza gacha, para que no vean a los demás reos.

Les quiebran las rutinas. A veces los sacan a interrogatorios, a veces no. A veces hay visita, a veces no. O les dicen, hoy van a tener visitas y resulta que al final del día eso no ocurre. Eso es lacerante para el alma de los reos políticos, porque el día de visita se preparan con mucho entusiasmo para ver a sus familiares y la decepción es enorme cuando ven que el anuncio era falso.

Lea también: Guardianes de la dinastía Ortega Murillo

Los prisioneros, tanto hombres como mujeres, que tienen niños pequeños, son quienes más sufren. Ni siquiera les permiten recibir los dibujos que sus hijos hacen para ellos.

En medio de esa incertidumbre, los reos políticos tienen algunas preguntas. No dudan ni una milésima de segundo de que sus familiares les recuerdan a cada momento, pero, sobre la población en general se cuestionan: “¿Será que se acuerdan de que nosotros estamos acá?”

Para matar el tiempo y no se les doblegue el ánimo, los reos políticos cantan, meditan, rezan, hacen ejercicios, bailan. Algunos aseguran que hasta escriben en la mente. Escriben sus memorias, cuentos.

El tiempo pasa en el nuevo Chipote como un cuchillo que va cortando a cada momento las esperanzas. La mayoría lleva más de un año encarcelados en ese lugar. Aun así —aseguran sus familiares—, ningún reo político se ha quebrantado.

Doctor Mengele

Los prisioneros políticos en el nuevo Chipote están muy enfermos, con hongos y otras afectaciones en la piel. Infecciones.

El calor es insoportable. La humedad de las celdas, cundidas de zancudos, lo aumenta. De noche hace frío.

En el día, hasta las mujeres se quitan las camisas, pero los custodios las regañan.

No los sacan al sol sino únicamente una hora a la semana, en el mejor de los casos, porque a veces es hasta después de 15 días.

Por las noches les dan una pastilla rosada para dormir.

Todos los días, antes del mediodía, pasa un doctor por las celdas, preguntándoles cómo están y les mide la presión.

Félix Maradiaga, uno de los presos políticos que están en el nuevo Chipote. LA PRENSA/ ARCHIVO

A este médico algunos reos políticos le llaman “doctor Mengele”, como el médico nazi que durante la Segunda Guerra Mundial hacía experimentos en el campo de concentración de Auschwitz con los prisioneros judíos.

Le llaman así porque están seguros de que el médico no brinda la atención adecuada y les da medicamentos incorrectos, para agravarles el estado de salud, o con sobredosis.

Otro elemento que daña la salud de los reos es que muchas veces no les dan artículos para la higiene que les llevan sus familiares, como el papel higiénico. “No te han traído, ya tu familia se olvidó de vos”, les dicen.

“Nosotros siempre les llevamos las cosas”, afirma un familiar de reos políticos.

El final del día

Siempre haciendo cálculos aproximados, cerca de las 5:00 de la tarde los vuelven a requisar y luego llega la cena. Bueno, si se le puede llamar cena a un montón de arroz con unos cuantos frijoles.

Ha sido un día más de escuchar lo mismo. “Sos terrorista”. “Sos delincuente”. “Afectaste al país”. “No vas a salir de aquí”. “Ustedes se buscaron esto”. “Por tu culpa tus hijos están sin vos”.

Las horas de la noche son iguales a las del día. Tratando de mantener la mente firme.

Rezan mucho por las noches.

Tratan de dormir para que al día siguiente no amanezcan tan desvelados cuando el custodio vuelva a pasar el “amansabolos” golpeando los barrotes de las celdas.

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí