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El castigo de Sísifo y la vergüenza de Mérope

Es muy conocido el mito de Sísifo y a menudo se usa como una metáfora para ilustrar una situación humana de persistente frustración, de hacer grandes esfuerzos y sacrificios tratando de alcanzar un loable objetivo, pero fracasando una y otra vez. Como dicen los analistas políticos, este es el caso de Nicaragua en su búsqueda de la libertad y la democracia.

Sísifo fue el fundador y rey de la ciudad de Éfira, después llamada Corinto. Promovió la navegación y el comercio y se enriqueció por eso. Pero la riqueza lo hizo astuto, egoísta, avaro, falaz y hasta criminal, pues mataba a viajeros ricos que pasaban por sus dominios para apropiarse de sus fortunas.

Sísifo llegó al extremo de burlarse de los dioses, hasta que lo castigaron. Fue condenado a empujar una enorme y pesada piedra, cuesta arriba en una montaña, pero al llegar a la cima la roca rodaba hacia abajo y Sísifo tenía que volver a empujarla.

Por eso es que se dice que sufren la maldición de Sísifo aquellos pueblos que con mucho esfuerzo y sacrificios logran su libertad, pero la pierden al poco tiempo y tienen que volver a tratar de conquistarla.

Pero mientras Sísifo es muy conocido no sucede lo mismo con Mérope, su esposa. Ella era la menor de las siete Pléyades, hijas del titán Atlas y de la ninfa de los océanos Pleyone. De allí el nombre de Pléyades.

Las Pléyades vivían con su madre en Beocia, donde fueron acosadas de tal manera por Orión, el mítico cazador, que para protegerlas Zeus las convirtió en estrellas y las puso en el cielo donde formaron la constelación que tiene su nombre.

Mérope se casó con Sísifo y sin querer le ayudó a burlarse de los dioses. Esto ocurrió cuando Zeus, cansado de las fechorías de Sísifo, ordenó a Tánatos, la muerte, que se lo llevara del mundo de los vivos. Pero el astuto Sísifo secuestró a Tánatos y lo encadenó.

Ares, dios de la guerra, rescató a Tánatos porque como estaba preso nadie se moría en los combates. Liberado Tánatos por Ares, se llevó a Sísifo al mundo de los muertos. Pero Sísifo le había ordenado a Mérope que si él moría no sepultara su cuerpo ni le hiciera las honras fúnebres mandadas por los dioses. Es que mientras los cuerpos de los muertos no eran sepultados, o incinerados, sus almas no podían entrar al inframundo, tenían que vagar y penar sin descanso.

De manera que cuando Sísifo fue llevado a las puertas del otro mundo, pidió permiso para volver a la vida en la tierra solo para sepultar su cuerpo y hacerle las honras fúnebres como mandaban las leyes divinas.

Pero Sísifo no cumplió y se quedó viviendo en la tierra, hasta que murió por causas naturales. Fue entonces que Zeus le impuso el castigo de la roca que debía empujar siempre hacia arriba, en la ladera de una montaña.

Mérope, cuando se percató de que engañada por Sísifo le había ayudado a burlarse de los dioses, pero por los innumerables crímenes que su malvado esposo había cometido, sintió tanta vergüenza que se cubrió el rostro con las manos y no lo volvió a mostrar.

Es por eso que cuando al comienzo del verano boreal aparece en el firmamento la constelación de las Pléyades, solo a seis estrellas se les ve brillar. La otra, que es Mérope, apenas se mira, más bien se le adivina porque está ensombrecida.

Opinión castigo de Sísifo Mérope mitología griega archivo
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