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El grupo Pancasán fue una de las agrupaciones musicales que enfrentó a Somoza con sus creaciones artísticas. CORTESÍA/ LA PRENSA

De Somoza a Ortega: artistas perseguidos en Nicaragua

El gremio artístico fue perseguido por Somoza. Hasta Rosario Murillo en su época de poeta fue encarcelada. Ahora, Ortega y Murillo son los que persiguen y hasta expulsan del país a los artistas que con sus obras se atreven a alzar la voz en contra de su régimen.

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Cantautores, escritores, poetas y demás artistas que combatieron con sus canciones y textos a Somoza, ahora componen y cantan versos contra Daniel Ortega. Denuncian la persecución contra opositores y el asesinato de jóvenes manifestantes, además de enaltecer la valentía de la población que ha enfrentado las armas de manera pacífica.

Esto les ha traído represalias en su contra. Precisamente, la última redada que hizo la dictadura de Ortega fue en contra de artistas, el pasado 12 de abril.

Cinco jóvenes músicos fueron detenidos y posteriormente obligados a salir del país. Se trata de Xóchitl Tapia, Salvador Espinoza, Josué Monroy, Leonardo Canales y Emilia Arienti.

En el caso de Monroy, Canales y Arienti, LA PRENSA informó que fueron obligados a regresar a sus países de origen, sin embargo, en el caso de Tapia y Espinoza, propietarios de SaXo Producciones y que no tienen otra nacionalidad más que la nicaragüense, prácticamente fueron desterrados por la dictadura de Ortega.

“Justo anoche supe de Xóchitl Tapia y así es, ella fue puesta en libertad, pero (con la condición) de que si salía del país”, dijo una fuente a LA PRENSA.

Otras fuentes también informaron en días anteriores que entre las razones que pudieron haber provocado estos secuestros en contra de los artistas es que en un concierto hecho por la banda Monroy y Surmenage no se cumplieron las “condiciones” impuestas por Juan Carlos Ortega Murillo, hijo de la pareja presidencial.

El concierto había sido cancelado días antes de realizarse, pero SaXo Producciones realizó gestiones con Juan Carlos Ortega y se pudo obtener la autorización. Entre las condiciones, estaba que se evitara mencionar temas políticos.

Sin embargo, durante la interpretación de algunas canciones que incluyen frases alusivas a las protestas de abril, los asistentes gritaron consignas sin que los organizadores tuvieran oportunidad de controlarlo, explicaron las fuentes.

No es la primera vez que el gremio artístico sufre represalias. En la dinastía somocista, cualquier ápice de manifestación en contra del régimen podía desatar la furia de la Guardia Nacional. Eso lo vivieron algunos artistas que con sus piezas se manifestaban contra las injusticias de aquel entonces.

A veces eran sancionados con multas económicas y otras, la Guardia irrumpía en los eventos, metía presos a los asistentes o lanzaba bombas lacrimógenas.

Katia y Nina Cardenal durante su presentación en un concierto en 2018. Foto: Uriel Molina/LA PRENSA.

La Guardia y los artistas

Entre los sesenta y setenta, en Nicaragua surgió una generación de artistas dispuestos a alzar su voz en contra de Somoza. Entre los más conocidos estaban los hermanos Carlos y Luis Enrique Mejía Godoy, y el grupo Pancasán.

Pancasán era un grupo de jóvenes estudiantes que nació el 27 de agosto de 1975. Ese día se presentaron en el auditorio 12 de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN Managua) en la conmemoración de la muerte de guerrilleros a manos de la Guardia Nacional en 1967.

El grupo interpretó una canción llamada “Pancasán”, que era un poema escrito por David McFields. No tenían nombre, pero una joven los presentó ante el público como el Grupo Pancasán y así se quedaron.

Los miembros del grupo eran Marlene Álvarez, Bertha Rosa Guerra, Marta Sandoval, Danny Montenegro, Freddy Aguirre y Laura Amanda Cuadra. En 1976, el grupo pasó a ser integrado por Marlene, Martín Fonseca, Agustín Sequeira, Francisco “Pancho” Cedeño y Patricia Mulligan

En 2021, Pancho Cedeño contó a LA PRENSA que en sus conciertos no pasaban de tres o cuatro canciones, el tiempo que tardaba en llegar la Guardia Nacional. “Estábamos claros que siempre íbamos a salir corriendo. La guardia volaba tiros, bombas lacrimógenas. Varias veces dejamos tiradas las guitarras y colaboradores en los barrios se encargaban de rescatarlas, otras veces las perdimos”, dijo.

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Agustín Sequeira también contó una anécdota que sucedió durante un mitin donde protestaban por el aumento del pasaje del bus, en las Américas 4. Cuando el grupo estaba cantando su canción “Trabajadores al Poder”, llegó la Guardia y casi los capturan a todos, pero se refugiaron en las casas vecinas.

El Grupo Pancasán en 1979. ARCHIVO/ LA PRENSA

Martín Fonseca cayó detenido en otra ocasión, en 1977, contó Pancho Cedeño. “Lo tuvieron ocho días preso y bien turqueado. Le hicieron el típico interrogatorio ¿quién te mandó?, ¿quiénes son los dirigentes del FER?, ¿ustedes están con el Frente Sandinista? Hasta que lo soltaron por gestiones de Julián Corrales, de la Universidad de León”, recordó Cedeño.

A inicios de 1979, Pancasán tuvo su última presentación antes del triunfo de la Revolución Sandinista. Fue un concierto en el Instituto Tecnológico de Granada y según contó Cedeño, la guardia llegó disparando con sus fusiles Galil y tuvieron que salir corriendo y dejar sus instrumentos musicales.

Uno de los músicos de aquel entonces y que solicita el anonimato por temor a represalias cuenta que cuando los artistas salían del país hacía Cuba u otros países para participar en actividades culturales, eran retenidos en el aeropuerto e interrogados. “No nos golpeaban, pero sí nos interrogaban”, cuenta.

Carlos Mejía, multado con 15,000 córdobas

Carlos Mejía Godoy fue otro de los artistas insignes de la música de protesta contra Somoza y los setenta fue la época donde empezó de lleno su carrera artística, según contó el mismo a la revista Magazine.

A sus 30 años, Mejía Godoy llegó a la Radio Corporación a pedir trabajo como locutor. Ahí empezó a dirigir un programa llamado “Corporito”.

“Corporito era un personaje comunitario, social, que hablaba de los sucesos”, explicó Mejía a Magazine. De esos sucesos, Mejía creaba una historia o una copla, tomaba la melodía de una canción famosa y cambiaba la letra para adecuarla a ese suceso local o nacional, incluyendo acontecimientos del régimen somocista.

Carlos Mejia Godoy y su grupo Los de Palacagüina cantando la misa campesina durante un acto sandinista en enero 1980. LA PRENSA/ARCHIVO

“Yo encontré en la radio un vehículo para comunicarme con la gente. Empecé como simple locutor y de ahí fui saltando. Luego sin proponérmelo empecé a incomodar al régimen”, contó Mejía.

Reynaldo Pérez Vega, comandante de la Guardia Nacional, a quien apodaban “El Perro”, le advirtió al director de la radio, Fabio Gadea: “Tenés un alacrán en la camisa. Vieras como se oyen las canciones de Carlos (Mejía) en la Radio Habana, de Cuba. ¡Ese es comunista!”

“Corporito” finalmente fue censurado y Carlos Mejía fue multado con 15,000 córdobas de la época por sus parodias. Después se lanzó a la calle con su acordeón y empezó de lleno con su carrera musical y se integró al Frente Sandinista en 1973.

Rosario Murillo, encarcelada por sus poemas

En su etapa de poeta, la actual vicepresidenta y primera dama, Rosario Murillo también utilizó su arte para manifestarse en contra de la dinastía somocista. Bajo esa lógica, fue que Murillo fundó junto a otros artistas el movimiento “Gradas”. Camilo Ortega, el hermano de Daniel Ortega también fue fundador de este grupo.

Se llamaba Gradas porque se expresaban, ya sea con poesía, pintura o canto, principalmente en las gradas de las iglesias. “Yo empecé en la poesía cuando tenía cinco o seis años”, dijo Rosario Murillo al diario Los Ángeles Times en enero de 1987. “Pero después del terremoto de 1972 empecé a tomarlo en serio”.

Carlos Mejía también fue parte de Gradas según contó a la revista DOMINGO en 2018. “Ella no me invitó a ser miembro del grupo, pero yo me autoinvité. Yo dije aquí estoy con mi acordeón de la manera más humilde y si sirvo para algo, tomame en cuenta”.

En una actividad que hizo Gradas en el barrio Israel Urbina de Managua, Rosario Murillo y Carlos Mejía fueron apresados por la Guardia Nacional y pasaron una noche en la cárcel La Aviación y les dijeron que no anduvieran alterando el orden con sus canciones y poemas.

Rosario Murillo y Ernesto Cardenal, cuando ella era empleada de LA PRENSA. ARCHIVO

“Ella (Rosario Murillo) y yo estuvimos presos. No en la misma celda. En diferentes celdas. Nos hubieran podido golpear, nos hubieran podido maltratar en tiempos de Somoza y, sin embargo, nos trataron bien, nos soltaron a las 24 horas, sin un rasguño. Nos dijeron cuatro cosas pesadas, nos amenazaron verbalmente, pero no dejaron en nosotros ninguna secuela física”, relató el cantautor.

Con el triunfo de la Revolución Sandinista y el nuevo régimen, las cosas cambiaron para los artistas. Ya no eran perseguidos, más bien “nos respetaban y nos querían. Nos alentaban para que siguiéramos haciendo canciones para la Revolución”, relata el artista de la época.

Perseguidos por Ortega

Arraigada tu esperanza

Con la libertad

En grilletes de metal

Con tus manos laceradas

El lamento a flor de piel

En la madrugada de tu llanto

La tortura está abrazándote

Ellos quieren doblegarte

Pero vos nunca lo harás.

Esta es una parte de la “Canción para un reo político”, del Grupo Pancasán que fue lanzada en 1979 y que, si la traemos a este 2022 en la crisis política actual, tendría mucho sentido con la situación de los presos políticos que mantiene Daniel Ortega.

La represión de Ortega, como la de Somoza, ha llegado hasta los artistas. Desde el estallido de las protestas antigubernamentales hace cuatro años, varios artistas se sumaron con sus creaciones a las demandas de justicia y democracia que mantiene la población, lo cual ha ocasionado que estén en la mira de la dictadura.

En las marchas y plantones, en varias ocasiones se presentaron jóvenes bailarines con coreografías alusivas a la crisis, músicos con canciones de protestas, poetas con escritos denunciando violaciones de derechos humanos, e incluso pintores y caricaturistas con cuadros y dibujos haciendo referencia a las personas asesinadas o a los presos políticos.

El músico Mario Rocha era uno de los que participaba con sus creaciones en actividades de protesta y tras el recrudecimiento de la represión entre los meses de mayo y agosto de 2018, tuvo que partir al exilio.

Él ha seguido de cerca la persecución reciente a los artistas que continúan en Nicaragua. “Es una muestra de la intolerancia total que tiene la dictadura” con todos los que disienten de Ortega y Murillo, dice Rocha.

Otro artista exiliado por la persecución en su contra, es el joven poeta José Alberto Montoya, quien considera que “la única válvula de escape para hablar sobre lo que está pasando, hemos sido los artistas”, debido a que la mayoría de opositores han sido encarcelados o amenazados.

“Los que acaban de meter presos (y posteriormente obligados a dejar el país) eran chavalos que en sus toques hacían un comentario o tocaban una canción que a más de alguno incomodaba. Ellos (sandinistas) quieren ahorrarse esas incomodidades”, comenta Montoya.

El dueño de un bar en Managua que suele organizar conciertos de rock y que habla bajo condición de anonimato, dice que desde hace meses la policía llega a parquearse frente a su negocio cada vez que una banda llegaba a tocar.

“No entraban. Se ponían ahí enfrente y ya eso generaba temor, no solo para las bandas, sino también para los asistentes, pero también a uno como dueño de negocio”, cuenta.

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Por ahora, ente los dueños de bares hay mucha incertidumbre, dice, y también entre los artistas. Varios conciertos programados se han cancelado y todavía no está claro si los músicos podrán volver a presentarse por la situación de inseguridad que vive el gremio en este momento.

Por su parte, Rocha comenta que los artistas tienen derecho a realizar y exponer sus piezas, aunque no sean del agrado de la dictadura. “El trabajo de un artista es genuino y no puede ir en contra de la verdad. Lo que dice el arte es la verdad y ellos le tienen miedo a la verdad”, argumenta.

El “robo descarado” a los artistas

Con el estallido de la crisis política, varios artistas que estuvieron con la Revolución Sandinista le dieron la espalda por completo al régimen de Daniel Ortega y esto también les trajo represalias en su contra. Desde amenazas de encarcelamiento, hasta el robo de sus canciones

Carlos Mejía Godoy fue quien le puso música a la Revolución Sandinista. “Yo no sé cuánto debe la revolución a las canciones de Carlos Mejía Godoy, que lograron organizar un sentimiento colectivo del pueblo, extrayendo sus temas y sus acordes de lo más hondo de nuestras raíces y preparando un sentimiento para la lucha”, dijo el escritor Sergio Ramírez en 1992.

Mejía Godoy se unió al Frente Sandinista en 1973. “Mi inserción en el Frente Sandinista fue como la emoción de la Primera Comunión. Me sentía en gracia de Dios, en gracia del pueblo. Me sentía útil, tenía sentido mi vida”, dijo el cantautor a Magazine.

Los hermanos Carlos y Luis Enrique Mejía Godoy, cantautores nicaragüenses. LA PRENSA/ARCHIVO

Junto a su hermano, Luis Enrique, compuso el disco Guitarra Armada que contiene canciones cómo “Comandante Carlos Fonseca”, “¿Qué es el FAL?”, “A Gaspar García”, y “El himno de la Unidad Sandinista”, todas inspiradas en la guerrilla.

En la actualidad, los hermanos Mejía Godoy ya no son parte del Frente Sandinista. Ambos están exiliados y son perseguidos por Ortega por oponerse a su dictadura. Sus canciones prácticamente les fueron arrebatadas por el régimen, al igual que las de otros artistas que compusieron canciones a la Revolución como el grupo Pancasán.

El pasado 19 de febrero del 2021, la Asamblea Nacional aprobó una ley que declara como “Patrimonio cultural inmaterial de la nación”, a la bandera, el himno, el sello, las canciones, documentos escritos, gráficos y audiovisuales del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional (EDSN), que era comandado por el general Augusto C. Sandino, la máxima figura del partido rojinegro.

Los hermanos Mejía Godoy catalogaron la acción como una “expropiación” y un “robo descarado” de su propiedad artística y cultural.

Lo cierto es que la dictadura de Ortega utilizaba las canciones de los artistas sin respetar los derechos de autor prácticamente desde que llegó al poder.

El 30 de abril de 2018, cuando ya había más de 20 personas fallecidas por la represión, durante un acto oficial en el que estuvo Daniel Ortega, se utilizó la canción “Pajarita de la paz”, escrita por Luis Enrique Mejía Godoy e interpretada por Norma Helena Gadea. Esto causó una reacción de los artistas en sus redes sociales.

“De nuevo el abuso, la ignominia, el dolor de escuchar mi voz en un acto en donde ni siquiera (Ortega) fue capaz de pedir perdón a este pueblo que aún llora a sus muchachos muertos”, escribió Gadea.

Por su parte, Luis Enrique dijo en sus redes sociales que “hoy este tema (Pajarita de la paz) no tiene ningún sentido y es oportunismo político del gobierno y además un abuso de usar la voz de Norma y mi autoría para un acto oficial en este doloroso momento (…) es un descaro.

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