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El exrector de la UAM, Ernesto Medina, se encuentra en el exilio en Europa. LA PRENSA/ ARCHIVO

Ernesto Medina: “Desde abril de 2018, Ortega y Murillo no duermen tranquilos”

El académico, actualmente en el exilio, explica en entrevista con la Revista DOMINGO que la oposición está buscando una nueva forma de organizarse, menos jerárquica y más representativa, porque se necesita acabar con el sufrimiento de los nicaragüenses bajo la dictadura orteguista

El académico Ernesto Medina se encuentra ahora mismo inmerso en un proyecto de educación que beneficie a los estudiantes que fueron expulsados de las universidades públicas a raíz de las protestas de abril de 2018, así como para aquellos estudiantes que también debieron abandonar las aulas de clases debido a la persecución orteguista.

Desde Europa, donde se encuentra exiliado, Medina, de 69 años de edad, explica a la Revista DOMINGO que la oposición nicaragüense está viva, buscando nuevas formas de organizarse, menos jerárquica y más representativa de la diversidad de actores que la componen.

Medina indica que en estos momentos no es posible una gran organización que cobije a todos los opositores, pero están trabajando en ello, especialmente porque los nicaragüenses están sufriendo en Nicaragua y muriendo en un intento por llegar a Estados Unidos.

El académico lamenta que la oposición no supo articularse para sacar del poder a Daniel Ortega tras las protestas de abril de 2018.

¿Cómo está la situación cuatro años después de abril de 2018?

El país está deteriorado en todos los sentidos. Los derechos humanos pisoteados, las instituciones democráticas por el suelo y la mejor muestra es el poder judicial. Económicamente, el país está dependiendo de las remesas, para poder presentar números medio presentables. Pero el drama que está viviendo la gente, las familias, con el deterioro del salario real, el aumento del costo de la vida, la gran cantidad de gente que sigue en el trabajo informal, todo eso configura un panorama muy preocupante y lamentable. Solo se puede mantener con esa aparente tranquilidad que dice el Gobierno que hay, por la amenaza del uso de la fuerza indiscriminada y de la represión utilizando todo el aparato estatal, que está en función de los intereses del régimen.

¿Qué hablan entre los opositores sobre las consecuencias que acarreó abril de 2018?

Ha habido un proceso de reflexión en los últimos meses acerca de ver qué nos llevó a esta situación de dispersión, de desconfianza, falta de voluntad para dar el paso siguiente, que es ver cómo vamos a organizarnos. Al acercarse la fecha conmemorativa, la mayoría de las organizaciones se dieron cuenta de que no pueden seguir manteniendo esta situación de dispersión. El llamado que hicieron los familiares de las víctimas, y la situación en que están los presos políticos, también es un grito a la conciencia de los dirigentes y de todas las organizaciones que se llaman opositores para comenzar a dar pasos serios en busca de una forma de organizar que responda a las nuevas realidades, después de los fracasos, si pudiéramos llamarlos así, de las organizaciones que aparecieron después de abril, la Alianza Cívica, la Unidad Nacional Azul y Blanco, la Coalición Nacional.

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¿Cuál ha sido el problema con estas organizaciones?

La gente cree que hay que buscar formas nuevas de organizarse, menos jerárquicas, más democráticas, más representativas de la diversidad que son las organizaciones de la sociedad civil. Creo que se han hecho avances importantes en estas últimas semanas, que habrá que ponerlos a prueba ahora que pasen estas fechas tan importantes. Después de la conmemoración viene el proceso de realmente tomar decisiones acerca de cuáles deben ser los pasos siguientes que debemos de dar, primero para consolidar la forma de organización que mejor responda al momento actual y, segundo, a comenzar a planificar y ya realizar acciones que le demuestren al régimen que la oposición sigue viva, de que el pueblo nicaragüense no se ha rendido y que la gente en Nicaragua comience a ver una luz de esperanza en esta situación que cada día es más terrible para la gente que la está viviendo todos los días.

En concreto, ¿qué existe? Se entiende que la oposición está en Europa, Estados Unidos, Costa Rica y en otras partes.

No hay que olvidar que hay también expresiones territoriales de la oposición, de varias organizaciones, que obviamente están silenciadas, calladas, atemorizadas, por la situación, pero están allá en Nicaragua. Aunque no se expresan públicamente, no están conformes con la situación y esperan el momento en que puedan manifestarse. Eso no hay que olvidarlo. Claro, la gente que se escucha, que se ve, está afuera del país, mayoritariamente en Costa Rica, en Estados Unidos, en algunos países de Europa. Lo que tenemos ahora es, primero, una realidad que ya se ha aceptado, que no es posible ahora pensar que unidad de la oposición de Nicaragua va a significar una gran organización donde estén todos. Eso ya se reconoció que es difícil y que lo que debe existir son diferentes expresiones que se van a unir para trabajar por diferentes tipos de afinidad, unas por afinidad ideológica, otras porque surgieron al calor de las luchas de abril, otras porque creen que determinado método de lucha es el que cabe y lo quieren impulsar. Eso ya se ha aceptado, que es parte de la realidad que tenemos ahora. Si vamos a aceptar que van a existir diferentes expresiones de la oposición en Nicaragua, lo que tenemos que hacer es estar comunicándonos para saber qué es lo que está haciendo cada quien, qué es lo que se piensa y tratar de crear espacios donde podamos ir pensando ya en una estrategia común, aunque tenga diferentes expresiones de formas de lucha.

En concreto, ¿solo existen las reflexiones?

No, ya ha habido acciones concretas. Se pueden ver, por ejemplo, los llamados y la organización que tiene el llamado congreso de los nicaragüenses libres. Es una de las organizaciones que ya tomó una decisión en cuanto a sus formas de lucha y las otras organizaciones hemos tomado nota de eso. La organización que se define como un espacio de reflexión, que tuvo el apoyo de más de 40 organizaciones y organizó la conferencia de prensa con familiares de las víctimas, es otra de las formas de organización. Y hay dos o tres más que están trabajando por su cuenta, pero han tenido comunicación con las otras y todos estamos claros de que vamos a seguir cada quien trabajando en sus espacios, estando claros que tenemos que mantener la comunicación y de que más temprano que tarde, si el interés y el objetivo común es lograr un cambio democrático en Nicaragua y la salida de la dictadura, nos vamos a encontrar y vamos a tener otro tipo de organización donde podamos trabajar en otro nivel de organización que la que tenemos ahora. Pero ya se pasó de las reflexiones.

¿Y la Alianza Cívica y la UNAB?

Ellos tienen también un espacio. La Alianza Cívica, todos sabemos el proceso traumático que vivió con la salida de la Coalición Nacional, luego el fracaso de su proyecto con CxL. Lo que ahora hay que tener claro es que hay diferentes expresiones de la oposición nicaragüense, de que hay conciencia de que la dispersión no es la situación ideal, pero que estando conscientes de esa dispersión no podemos estar peleando por el liderazgo, ni queriendo cada quien ser el chavalo de la película. No vamos a perder más tiempo haciendo llamados para tener una gran unidad. Una de las grandes decisiones que se ha tomado es que esa gran organización que nos va a cobijar a todos en estos momentos no es posible por diferentes razones. Todavía hay heridas de los procesos traumáticos que se dieron en estos últimos cuatro años.

¿Las elecciones fueron un fracaso para la oposición?

No podemos decir que fue un fracaso porque la actitud de la gente, el no haber participado, al final terminó siendo una gran derrota para Ortega. No diría que fue un triunfo de la oposición, sino de la conciencia de la gente que tuvo claro que no podía ser partícipe de la farsa. Las organizaciones de oposición, las principales, por lo menos unificaron un poco su discurso en cuanto a llamar a la abstención. Pero sí creo que la oposición falló primero en no plantear una lucha más decidida para lograr una reforma electoral que permitiera unas elecciones más transparentes. Eso no se logró. Después, que hayamos tenido siete precandidatos viendo que ya la dictadura estaba comenzando a afilarse los dientes, y a amenazar, y a llevar a la cárcel, y que ante esa realidad la oposición no haya reaccionado antes tomando una decisión, aquí vamos a terminar este circo de estar buscando candidatos y sin definir fechas de cuándo se iban a terminar esos procesos, eso fue para mí una muestra clarísima de torpeza política, incapacidad. Hizo posible que el régimen diera el golpe que dio, de echar presos a la dirigencia y hacer las elecciones a su gusto y antojo.

“Lo peor de Rosario Murillo y de Daniel Ortega es que lo que ellos dicen, ellos saben que es mentira. Y saben que cada vez menos gente se los cree. Desde abril de 2018 no duermen tranquilos ni van a dormir tranquilos porque duermen con el fantasma de que esas manifestaciones se van a volver a dar mientras ellos sigan cometiendo las barbaridades”.

Ernesto Medina, académico.

Alrededor de la migración, la gente se está muriendo en el río Bravo, ¿qué discute la oposición?

Esta ola migratoria que ha habido en los últimos meses es la principal demostración de que las cosas en Nicaragua están lejos de ser normales y que Ortega resolvió todo el problema. Este fenómeno de migración tiene dos caras, para Ortega tiene un lado positivo, entre más gente se vaya, menos presión tiene él a lo interno. Esta gente que sale va a buscar cómo trabajar, mandarle unos centavitos a su familia y eso es lo que mantiene al país medio funcionando y a la gente que no se muere de hambre. Para Ortega, lo mejor que puede pasar es eso que está pasando con el fenómeno migratorio. Pero, para Nicaragua, eso es una sangría que al país le va a pasar cuentas porque va a costar años recuperar lo que se está perdiendo ahora, el talento que se va, el drama que significa para la familia que un familiar se vaya y peor aún si es de los que tienen la desgracia de que el familiar muere en el camino. Es otra de las cosas que debe hacernos, ya hablando como oposición, reaccionar y realmente tomar en serio la palabra que hemos empeñado ahora y que sí vamos a dar pasos serios para salir de esa situación de fragmentación, de división y a comenzar a trabajar en serio en una estrategia con acciones concretas, que toquen la base de poder del régimen.

¿Qué balance han hecho sobre lo que fue abril de 2018?

Lo positivo es que un sentimiento que todos veníamos acumulando terminó de estallar. La mayoría de los nicaragüenses no estábamos satisfechos con el listado de cosas que había en el país, con el deterioro progresivo de la institucionalidad democrática, con la acumulación de poder de Ortega, con la corrupción, con la relación perversa del sector privado con Ortega. La mayoría no estábamos de acuerdo con eso, pero, por otro lado, decíamos si esas son las cosas, ni modo, con eso hay que vivir. Todos nos estábamos acomodando de una manera u otra a esa situación terrible en el país. No era la situación ideal. Lo más positivo de abril fue que hizo que nos quitáramos ese manto de conformidad que había con un estado de cosas que no eran correctas. La mejor muestra fue que el régimen se vio obligado también a quitarse la máscara. De repente nos vimos confrontados con la realidad del Gobierno que teníamos y que estábamos dispuestos a aceptar, hasta que vimos que era capaz de cometer las atrocidades más grandes y fue cuando la gente dijo basta ya.

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¿Lo negativo?

Sabiendo que habíamos llegado a ese extremo, no fuimos capaces de organizar una alternativa real que pusiera en peligro el poder de Ortega. Todo se dejó a la espontaneidad y a ver si con el grito de que se vayan, y la muestra de que la gran mayoría de la población estaba en contra, iba a ser suficiente para que Ortega se fuera. Lo negativo fue que la oposición, o los grupos que se consideraban en ese momento como los representantes de los sectores que estaban en las protestas, no fueron capaces de articular un discurso que amenazara la continuidad del régimen y se presentara como una alternativa real. Hizo falta una organización política que leyera bien el mensaje que se estaba viendo en las calles y el mensaje que estaba dando Ortega al haber llegado al fondo del abismo, de la incompetencia y de la maldad.

¿Cómo ha visto al Gobierno en estos cuatro años?

Yo no le llamaría gobierno. Ortega no gobierna. El gabinete de Ortega es fantasma. Creo que él ni siquiera se reúne, no lo veo realizando acciones de gobernante, reuniéndose con el ministro de Economía para analizar la situación y dando instrucciones. Las cosas están ocurriendo por inercia y el país no sucumbe porque la gente que está en la economía informal tiene que trabajar para no morirse de hambre y las remesas llenan el gran hueco que está dejando la falta de productividad que tiene la economía. Por otro lado, Ortega ha venido deteriorándose su base, aunque no lo reconozca. El Frente Sandinista de hoy no es el Frente Sandinista de hace cuatro años. Lo que podríamos llamar Frente Sandinista la gente lo identifica con una banda de asesinos, enmascarados, encapuchados, que dispararon contra la gente. Esa es una de las grandes cuentas que Ortega ya tiene con la historia de Nicaragua, el haber destruido al Frente Sandinista y asociar la imagen de Sandino con un grupo de asesinos y de corruptos. Ortega sabe que no tiene la autoridad para gobernar, lo único que tiene es la fuerza y el poder para mantenerse ocupando el cargo que tiene, pero nada más.

Los jóvenes se sienten marcados por abril de 2018…

Abril nos marcó a todos. Como te dije antes, todos nos estábamos acomodando a una realidad que no era buena para el país. Uno quería vivir tranquilo, en paz. Y el mensaje que estábamos captando era: mientras no te metás en problemas, no digás nada, vas a estar bien, vas a estar tranquilo, vas a poder trabajar. Con esa situación era con la que nos estábamos acomodando. Gracias a Dios se terminó porque hubiera sido terrible que nosotros hubiéramos seguido ese proceso de entregar la dignidad a cambio de que te dejaran en paz. Eso terminó en abril y gracias a los jóvenes. Lo de los jóvenes fue, no un despertar porque creo que ellos nunca estuvieron dormidos y ausentes, siempre estuvieron ahí pero no se les daba el espacio o no hubo la ocasión para expresar lo que los jóvenes sentían hasta que llegó la represión que los sacudió y los golpeó a ellos, en primer lugar. Luego, fue la actitud valiente de los jóvenes lo que nos despertó a muchos. A mí, en particular, lo que me hizo asumir una posición fue el ejemplo de los muchachos. Abril a todos nos cambió.

¿Ha escuchado a Rosario Murillo hablando en contra de las protestas de abril de 2018?

Sí. Lo peor de Rosario Murillo y de Daniel Ortega es que lo que ellos dicen, ellos saben que es mentira. Y saben que cada vez menos gente se los cree. Desde abril de 2018 no duermen tranquilos ni van a dormir tranquilos porque duermen con el fantasma de que esas manifestaciones se van a volver a dar mientras ellos sigan cometiendo las barbaridades, los errores que están cometiendo.

A Medina le gusta todo tipo de música, menos reguetón ni hip hop. LA PRENSA/ ARCHIVO/ ÓSCAR NAVARRETE

Plano personal de Ernesto Medina

Ernesto Medina, originario de León, está casado con la jinotepina Rosario Mendieta desde 1974, poco después de graduarse juntos, él como químico puro y ella como química farmacéutica. Eran novios desde el año básico.

Casi inmediatamente después del casamiento, Medina ganó una beca en Alemania y se fueron juntos, a pesar de que al principio la embajada alemana no la aceptaba a ella. Estuvieron seis años allá, donde conseguían apoyo para el FSLN.

Medina regresó a Nicaragua en 1980 y se dedicó a lo académico. Fue rector de la UNAN León en los noventa y presidente del CNU en aquella época cuando las universidades peleaban por el 6 % del presupuesto.

En 2018, fue invitado por los obispos para que participara en el Diálogo Nacional, pero Rosario Murillo vetó su participación. Integró la Alianza Cívica, hasta que a finales del 2020 decidió separarse.

Hoy se encuentra en el exilio con toda su familia.

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