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Otoniel Larios está en recuperación tras el último reemplazo de cadera que le realizaron el pasado primero de abril de este año 2022. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

El joven al que dieron por muerto: un milagro llamado Otoniel

Fue diagnosticado con leucemia. Se quejó de Dios. Recibió apoyo de muchas manos amigas, tuvo un reemplazo total de caderas y ahora los exámenes médicos dicen que está sano. “No hay explicación médica para eso”, dice el doctor que lo atendió.

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La leucemia amenazó con arrebatarle la vida a Otoniel Esaú Larios Chavarría en 2018, cuando él apenas cumplía 17 años de edad. Pero él y sus padres se juntaron para hacerle frente.

La enfermedad lo obligó a un reposo en cama que le debilitó el cuerpo, especialmente las caderas. De tanto estar acostado se le produjo una necrosis avascular de cadera, los huesos se le habían descompuesto, y poco tiempo después “Otito”, como prefieren llamarlo sus cercanos, no solo necesitaba un trasplante de médula ósea para salvar su vida de la leucemia, sino que también urgía que le reemplazaran tanto la cadera izquierda como la derecha.

Se trataba de mucho dinero. En el año 2020, solo para el reemplazo de cadera se requerían 10 mil dólares, pero la pandemia hizo incrementar los costos de los insumos hasta 30 mil.

Había que tocar puertas. Mejor dicho, corazones. Personas que apoyaran económicamente o de otras formas para que Otoniel pudiera hacerse los trasplantes.

Al principio hubo mucho miedo. La situación de Nicaragua no era la mejor en ese momento, ni lo es hasta hoy. La pandemia del Covid-19 agravó las cosas. A pesar de ello, el principal obstáculo era la incertidumbre. “¿Y si no tenemos respuesta?”, se preguntaba la familia, compuesta, además de Otoniel, por su padre el periodista Sergio Larios Mercado, su madre Elba Chavarría y su hermano mayor, Sergio.

La familia: el padre, Sergio Larios Mercado; Otoniel; su hermano mayor Sergio y su madre, Elba Chavarría. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Hicieron un video para pedir la ayuda y el temor desapareció casi inmediatamente después, porque Otoniel vio que le empezaron a caer transferencias de dinero a su cuenta bancaria, sus vecinos realizaron dos kermeses, las amistades de sus padres se hicieron presentes y gente del extranjero se volcó a apoyarlo.

Lo último, unos hombres que se dedican el día entero a conseguir dinero para beber licor en un parque cerca de la casa de Otoniel, en Masatepe, llegaron una mañana a la vivienda y dijeron: “Buenos días Elba, aquí te traemos para tu hijo”.

El golpe

Sentado sobre una silla de madera, especial para él, en la actualidad Otoniel pasa los días recuperándose de las dos operaciones que le realizaron para reemplazarle las caderas. La primera cirugía se la realizaron el 24 de marzo de 2021 y la segunda fue el pasado primero de abril de este año 2022.

La primera cadera reemplazada fue la izquierda, la que resultó más dañada desde que en septiembre de 2018 a Otoniel le diagnosticaron leucemia mieloide crónica, un tipo de cáncer que se origina en determinadas células productoras de sangre de la médula ósea.

En febrero de 2018, Otoniel cursaba el primer semestre de ingeniería en computación en la UNI y dedicaba algunas tardes a jugar fútbol. Pero unos tres meses después tuvo que abandonar ambas tareas.

Comenzó a sentir fiebres, cansancio y dolores que le surgían “de la nada”, especialmente en las articulaciones.

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El papá lo llevó adonde un médico naturista. Vieron algunos cambios “momentáneos”, pero los problemas de salud resurgían al poco tiempo.

A mediados de 2018 lo llevaron al hospital de Jinotepe. Lo internaron. A los médicos les preocupó que el joven, de contextura recia, había perdido mucho peso y se veía frágil, pero todavía desconocían qué lo estaba afectando.

Lo llevaron a Managua a realizarle exámenes en el hospital Manolo Morales y, cuando Otoniel escuchó que le iban a realizar “una punción de médula ósea”, comenzó a investigar de qué se trataba.

Lloró amargamente cuando descubrió que era probable que pudiera tener cáncer. Estaba conmocionado.

Muerto

Otoniel es católico, pero no podía entender cómo Dios permitía que estuviera pasando por esa prueba.

El día de su cumpleaños 17, estando ingresado en el hospital de Jinotepe, y en medio de la incertidumbre que no sabía que tenía exactamente a pesar de tantos exámenes que le habían realizado, Otoniel se dijo a sí mismo que si Dios existiera él no se hubiera enfermado.

Ese día se acostó llorando y cuestionando a Dios. Se durmió y soñó que estaba solo en el hospital cuando vio a entrar a la sala a un señor canoso, de bata blanca, pero no le vio el rostro. Otoniel pensó que era un doctor y le dijo que su papá andaba afuera, pero el señor le dijo que era con él con quien quería hablar.

“Sé por lo que estás pasando. Sé cómo te sentís. Lo único que te voy a decir es que confíes en Dios, que ores mucho, que cuando ya estés bien te acerques a la iglesia. No sigas diciendo cosas, porque Dios está muy presente dentro de tu corazón y en tu vida. Lo vas a ver manifestado muchas veces, pero solo hay que tener paciencia y fe”, le dijo el señor de bata blanca en el sueño a Otoniel.

Otoniel muestra las cajas en donde estaban empacadas las prótesis que le colocaron en las caderas. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Mientras Otoniel soñaba, los médicos hablaron con su padre, el periodista Sergio Larios Mercado, y le dijeron que el muchacho había muerto.

Larios se arrodilló y luego se dispuso a llamar a su esposa para comunicarle la noticia, pero los médicos nuevamente conversaron con él para decirle que su hijo “había estado muerto”, pero que había regresado.

Cuando Otoniel despertó del sueño, le preguntó a su papá si no había visto salir a un señor canoso. El papá le respondió: “Hijo, me acaban de decir que estabas muerto”.

Los médicos explicaron que por unos minutos Otoniel no presentó signos de vida.

Pocos días después, el 28 de septiembre de 2018, a Otoniel le diagnosticaron la leucemia.

El “corazón” de la gente

Para febrero de 2021, la familia recibió la sorpresa de que se había organizado una kermés para recoger fondos. Un comité llevó con éxito la actividad que se repitió en mayo de ese mismo año.

Y, a la cuenta bancaria de Otoniel, llegaban transferencias de donantes anónimos. No ponían sus nombres, sino que escribían: “Dios te bendiga”. “Para tu cirugía”. “Esperamos que todo te salga bien”.

Otoniel no podía creerlo. Sabía que esas transferencias de dinero eran para su sanación. “Cuando vi las transferencias solo dije: Esto es obra de Dios. No puedo expresar con palabras lo que sentí”, señala Otoniel.

Entre todo, se reunieron casi 15 mil dólares, los cuales resultaban insuficientes todavía. Fue entonces cuando intervinieron personas llegadas del extranjero. Otoniel y sus padres se reservan las identidades de esas manos amigas para no comprometerlas públicamente.

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Sergio Larios Mercado no puede evitar mencionar a su compañera de clases en la universidad, la periodista Lillyam Alvarado, pero hubo otras personas que ayudaron a que Otoniel tuviera el reemplazo de las dos caderas.

Otra periodista conversó con el médico que iba a practicar las cirugías y este último y su equipo decidieron no cobrar por su trabajo, evitándole así un pago de unos ocho mil dólares a Otoniel.

El reemplazo de caderas para Otoniel no podía demorar. La falta de movimiento mientras estaba en reposo hizo que los huesos perdieran fuerza y densidad. Un medicamento que le habían recetado, una especie de quimioterapia, pero oral, en pastilla, también había colaborado con la erosión de los huesos, al punto que desapareció el cartílago que separa la cavidad femoral y la cabeza del fémur. “Esos dos comenzaron a chocar”, explica Otoniel.

La cadera izquierda era la más afectada y por ahí empezaron. Se compraron unas prótesis elaboradas en Francia y el primer reemplazo se realizó el 24 de marzo de 2021.

Trasplante imposible

La pastilla que hace las veces de quimioterapia se la recetaron a Otoniel porque el trasplante de médula ósea todavía no se había podido realizar. Se hizo demasiado difícil.

Primero, no existe en Nicaragua una institución médica capaz de realizar ese trasplante. Se hacía necesario viajar a Estados Unidos, pero eso multiplicaba el costo económico hasta cerca de los 110 mil dólares.

Se priorizó el reemplazo de caderas, lo cual, de no hacerse, iba a desmejorar enormemente la calidad de vida de Otoniel. No iba a poder depender de sí mismo para realizar actividades básicas cotidianas, como el simple hecho de amarrarse los cordones de los zapatos, entre muchas otras.

Los hermanos Otoniel y Sergio Larios Chavarría. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

Segundo, era necesario encontrar un donante, alguien a quien sacarle líquido de la médula ósea y que fuera compatible con Otoniel. Podía ser familiar o no, pero al final no se encontró. Había que buscarlo fuera de Nicaragua, lo cual añadía más costo económico y mayor dificultad.

Lo que sí lograron hacer fue llevar a Otoniel a Honduras, a realizarse un examen médico para ver si tenía alguna alteración de un cromosoma que se le llama Filadelfia y resultó negativo, lo cual fue una gran noticia, pues no presentan esa mutación solo el cinco por ciento de las personas afectadas en todo el mundo.

De haber salido positivo, Otoniel hubiese necesitado un medicamento oral más agresivo y dañino que el que le dieron para mientras se podía hacer el trasplante de médula ósea, necesario para que pudiera vencer la leucemia.

El milagro

El tiempo fue pasando y no había señas de que Otoniel pudiera realizarse el trasplante de médula ósea.

Los exámenes médicos mensuales mostraban cómo había alteraciones en la sangre de Otoniel. La hemoglobina salía baja, las plaquetas altas. Los glóbulos blancos también sufrían cambios.

Poco después del primer reemplazo de cadera, mientras Otoniel asistía con frecuencia a los chequeos, el oncólogo comenzó a notar que la sangre del joven comenzaba a normalizarse.

Eso no podía ser a menos que Otoniel hubiese recibido el trasplante de médula, pero eso no había ocurrido. Era imposible.

Radiografía de la zona cercana a las caderas de Otoniel. LA PRENSA/ CORTESÍA

Le mantuvieron la cantidad de medicina recetada y el médico explicó que iba a dar un periodo de unos ocho meses para ver si esa normalidad en la sangre se mantenía, pero era muy extraño que todo salía nítido.

En todos los meses siguientes los exámenes arrojaron resultados de normalidad en la sangre, al punto de que el oncólogo decidió que ya no le haría otra punción, un proceso que es muy doloroso mediante el cual le sacan líquido al paciente y un pedacito de hueso. A Otoniel le hicieron dos, pero la tercera ya no ha sido necesaria.

Para justificar la normalización en la sangre, el médico le dijo a Otoniel: “No se me ocurre otra explicación más que Dios”. Y seguido agregó: “No tengo explicación médica pero sí tengo explicación: es un milagro”.

Ya transcurrió casi un año desde que el médico dijo eso y la sangre sigue saliendo normal, según los exámenes médicos. Otoniel es ahora un sobreviviente de cáncer.

Un profundo agradecimiento

Aquel momento en el hospital de Jinotepe, cuando Otoniel estaba molesto con Dios, le ha quedado al joven para dar testimonio. “Doy gracias a Dios y a todas las personas que me han apoyado”, dice ahora en su casa.

Otoniel cumplirá 21 años el próximo 12 de septiembre de 2022, pero su padre dice que serán cuatro años los que estará cumpliendo, porque durante aquel cumpleaños de 2018, cuando los médicos hablaron con él, su hijo había muerto, pero Dios lo volvió a la vida.

La madre, Elba Chavarría, esboza una sonrisa de felicidad al hablar de la sanación de su hijo. Toda la familia pasó al lado del muchacho. “Hicimos hasta lo imposible para que él tuviera todo, su comida, su medicina, su cuido”, dice la mujer.

En estos momentos, Otoniel no quiere saber nada de sustancias. Sus familiares y amistades le dieron de todos los tipos: de garrobo, de pollo, de sesos. Quedó empachado.

Otoniel con su padre, en uno de los reemplazos de cadera. LA PRENSA/ CORTESÍA

“Muchas personas ayudaron. No tenemos cómo pagarles, porque eso no se puede pagar. No pensamos que la gente nos quisiera tanto”, expresa Chavarría.

Sergio Larios Mercado también agradece todo el apoyo recibido de las personas. “Un video que hicimos, pidiendo ayuda, cruzó las fronteras”, dice.

Por sobre todo está el agradecimiento a Dios de la familia. Para ellos, Otoniel es un milagro.

El joven se ha robustecido. Se metió a un curso de inglés para mientras retorna a los estudios universitarios.

El cuerpo lo tiene maltratado todavía por el último reemplazo de cadera que tuvo, la de la derecha, el pasado primero de abril de 2022.

La idea es que dentro de poco tiempo Otoniel recobre su vida normal. “Gracias a Dios. A Él y a todas las personas que me han ayudado”, reitera.

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