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Hay esperanza para el cambio

Antes  de entrar en materia sobre el tema coyuntural, quiero expresar mis más sentidas condolencias a la familia del general Hugo Torres, quien pasó a la eternidad “sin mucho estruendo y ajeno a toda pompa y vanidad” como deben pasar a la posteridad los héroes, según Homero, pues las trágicas circunstancias por las que atraviesa nuestro país no nos permitieron tributarle los honores que él se merece. Por sus brillantes y corajudas ejecutorias en el campo de las armas y del civismo, al servicio de los supremos intereses de la patria, estoy seguro que las páginas de la historia recogerán su nombre, con sentimientos de admiración y gratitud imperecederos. ¡General Hugo Torres Jiménez, presente!

Ahora  pasemos a otro lamentable tema: Mientras el mundo sigue su curso inexorable y el zar de Rusia, Vladímir Putin, apunta y dispara sus cañones con fines expansionistas contra Ucrania, es increíble que el que hace poco llamaba “hijos de perra del imperialismo” a nuestros presos políticos, sea uno de los más entusiastas palafreneros en aprobar y respaldar las nefandas acciones del dictador ruso, que hoy irresponsablemente  amenaza la paz mundial con tal de  satisfacer sus ambiciones imperiales. Al dictador Ortega habría que preguntarle: ¿En qué quedaron las fanfarronadas en las que ha hecho alarde del respeto a la soberanía, a la integridad de las naciones y a la  autodeterminación de los pueblos? ¿Qué diría Sandino, si viera a sus presuntos  herederos hacer causa común con los bárbaros invasores que hoy mancillan el honor del noble pueblo ucraniano? ¿Y no sería mejor que en vez de estar exponiendo a nuestro pueblo a riesgos innecesarios, ante la posibilidad  de una conflagración mundial, se dedicara la pareja presidencial a buscar cómo solucionar los ingentes problemas que hoy preocupan y afligen a la familia nicaragüense y que ellos mismos han provocado?

La verdad es que la percepción que se tiene actualmente del Gobierno de Nicaragua en el exterior es francamente desastrosa. Y no podría ser de otra manera si nos atenemos a los hechos, que siempre son más elocuentes que las palabras. ¿Qué pensaría usted de un gobierno que convoca a elecciones de autoridades supremas y le niega a los convocados el derecho a reunirse y a expresarse con libertad y que además encarcela a los pre-candidatos  presidenciales que tienen más posibilidades de salir victoriosos en la contienda electoral? ¿Qué pensaría  de un gobierno que nombra a un embajador ante determinado país y que a la semana siguiente lo  destituye, sin dar razones que lo justifiquen? ¿Qué pensaría usted de un gobierno que ha recibido alrededor de 5 mil millones de dólares de parte de la ayuda venezolana y que se niega a la rendición de cuentas correspondientes? Seguramente pensaría que ese gobernante tiene serios problemas de salud mental, que requieren urgentemente de atención especializada.

Por todo lo anterior y demás cosas inverosímiles que ocurren en Nicaragua, es que en el exterior es casi unánime el criterio de que el gobierno que tenemos es ilegítimo y lo que le puso la tapa al pomo fueron las fraudulentas votaciones del 7 de noviembre pasado, en las que el 81 por ciento de nuestra población se abstuvo de participar en ellas. Hasta los presidentes de tendencia socialista como el de Chile, Perú, y el que se perfila como próximo de Colombia, han asegurado respaldar al pueblo nicaragüense en su lucha porque se le respeten sus derechos humanos.

En suma, el Gobierno de Nicaragua sabe que están sentados sobre un volcán que puede estallar en cualquier momento  ya que todos sus cimientos están podridos y no resistirán los embates que por lógica natural recibirán de uno y otro lado. Tanto Rusia como China, que son su principal respaldo en el exterior tienen serios problemas internos, en sus entornos y en el campo internacional, lo que les impedirá acudir en ayuda de sus protegidos oportunamente. Los nicaragüenses debemos estar conscientes de que todas esas convulsiones que se están produciendo allende de nuestras fronteras, favorecen el cambio que la mayoría de nuestra población desea, para reemprender el camino del progreso con democracia e igualdad de oportunidades para todos.

El autor es periodista y secretario general de la Asociación de Nicaragüenses en el Extranjero (ANE).

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