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Horacio

Salomón de la Selva en el exordio de: Evocación de Horacio, manifiesta que: “Sólo Homero ha sido, entre los escritores de la antigüedad grecolatina, objeto de mayor estudio:” […] es inimitable, en su gracia, en su música, en la dulce contorsión de suave danza de su verso. Pero la sabiduría de Horacio no ha escapado a ningún poeta verdadero, grande ni mediano, de Europa y de América”. 

Efectivamente, Quinto Horacio Flaco (Venusia 65 a.C. Roma 8 a.C.), es tan actual como moderno. Tanto su filosofía, como sus temas, han transcendido al través del tiempo y han sido retomados por ubérrimos escritores que no han podido resistirse al influjo de la dulzura y la perfección de su lira. Sobresalen: Petrarca, Keats, Milton, Garcilaso de la Vega, Fray Luis de León, Moratín, Guillén (generación del 27) y Marcelino Meléndez y Pelayo. Este último nos legó una Epístola dedicada al lírico que dice: 

“Todo en ti lo encontré, rey de los himnos: Mente pelasga, corazón romano […] la belleza eres tú: tú la encarnaste como nadie en el mundo [..] ”. 

Los principales temas tratados en su poesía son la invitación a la vida en retiro, “Beatus ille”, a gozar de la juventud, ya que el día de mañana será incierto “carpe diem”, recomendando que lo mejor para ser feliz es la moderación, o la “aurea mediocritas”. Fue famoso por: sus Sátiras de fondo moralizante, sus Epodos destinado al insulto y al improperio, sus Epístolas: siendo la última: ad Pisones, conocida como Arte Poética y sus Odas (cuatro libros totalizando 104 odas) de alabanzas y elogios a la vida, al amor, a la amistad y a la naturaleza que constituyen la cumbre de la lírica latina. 

Él afirmaba que sus odas eran lo mejor de su obra y que estas serían más duraderas que el bronce.

Rubén Darío fue creador de una serie de prosas, que magistralmente fueron asentadas durante la antigüedad romana, adentrándose entre los que él mismo llamara, “clásicos y primitivos”: Febea, El hombre de oro, La fiesta de Roma, y Respecto a Horacio. Papiro. Siendo esta última una prosa intemporal de extraordinaria imaginación y alto contenido biográfico donde flotan poetas del momento, otros anteriores, algunos existentes y otros ficticios. Recrea una velada campestre entre amigos del grupo del Mecenas, situando a Horacio como la figura central. Llena su cuento de seres mitológicos, dioses, ninfas, hechiceras y silfos. Finalmente, presenta al narrador: Lucio Galo, quien queriéndose vengar de Horacio por fomentar el amor entre la esclava Filis y Jantias, ha calado el tronco de un árbol, donde el poeta descansaba, para que quedara aplastado como un ratón. Terminando:

“El árbol no dio muerte al vate ilustre y él ha dejado al mundo los lindos versos que empiezan así: lile et nefasto te posuit die…?

Versos utilizados por Horacio al comienzo de la oda XIII libro II, para la continuación, maldecir el árbol y a quien lo plantara: “Aquél que te levantó en mi campo, árbol maldito destinado para caer precisamente sobre la cabeza de tu inocente amo”, supuesto incidente el cual imaginativamente Rubén recrea. 

Finalizo con un poema de lema muy horaciano. 

A Horacio:

Al buen amigo

“Carpe diem”, 

buen amigo

No desprecies tu bien,

¡Goza el día!

Los plenilunios pasan,

Las estaciones desfilan,

Los inviernos con sus copos de nieve asolan,

Los céfiros regresan.

No te abrumes 

¡Goza el día!

Tu cuerpo, no es inmortal,

vaga el día y sueña la noche,

en el horizonte el sol se pierde,

las lunas por las mañanas se esfuman.

“Carpe diem” dijo: Quinto Horacio Flaco

el poeta lírico de Venusia,

nació de un esclavo liberto

el nombre de su madre fue incierto.

Busca como él la medianía,

se cauto, se prudente,

ten mesurada mente.

Sé agradecido como lo fue Horacio,

con su buen padre quien le prodigó,

de la misma escuela de los príncipes romanos,

Y, que Gracias a él así gozó. 

Al Mecenas primeramente

no lo deslumbró.

con inseguras palabras

como hijo de liberto

así, se presentó.

Pasaron nueve meses

 como una gestación,

luego, el mecenas reflexionó:

Que quien te hace: 

no es tu linaje,

sino tu educación.

Horacio ha sido cantado

por la Roma de Octavio Augusto,

por la Mérida Española,

por la Mérida Yucateca, 

por los hijos de Nicaragua

por Menéndez Pelayo, con su Epístola, 

por Salomón de la Selva, con su Evocación 

por Rubén Dario con su prosa Respecto a Horacio.  

Amigos: todas tus partes; no morirán,

una parte; quedará,

la que con tu acción, 

dejes para la posteridad:

tus Poemas, tus Escritos, tus Odas

tus Buenas Enseñanzas, todas prevalecerán

Como Horacio, 

con su ejemplo, virtud, 

y sabiduría,

con su poesía, sus Epodos.

sus Odas, sus sátiras,

como Julio César,

como Marcos Antonio y Cleopatra,

               como Octavio Augusto 

como Ovidio y Virgilio

como el Cayo Mecenas y Lucio Vario 

como Rubén, Salomón y Pelayo 

todos en nuestros recuerdos 

Vivirán.

Horacio será más duradero que el bronce,

pasará al través de generaciones:

¡Non omnis moriar,

Multaque pars mei 

vitabit Libitinam!

En una villa sabina el poeta lirico 

quiso sus yambos y hexámetros Cantar,

vivir entre poetas, entre Roma, el campo y el mar 

no quiso, nombramientos aceptar, 

solo quería a la naturaleza 

deslumbrar.

Hoy sus restos,  

juntos a los del Cayo Mecenas,

su media alma, 

su buen amigo,

 de Ardiente Llama 

en Gracia Plena 

descansan

gozan,

 ¡Viven en Paz!

Amigo: Busca tu bienestar

aprovecha tu tiempo terrenal

Sé prudente,

Agradecido,

Cauto.

Ten mesurada mente

Busca en toda la medianía 

¡Hazle a Horacio una reverencia!

Y

¡Hónrale!

La autora es máster en Literatura Española.

Opinión Salomón de la Selva archivo
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