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La ruta hacia el abismo

Las Sagradas Escrituras, en el Eclesiastés, nos advierten que “todas las cosas tienen su tiempo: Hay tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de cosechar; tiempo de dar muerte y tiempo de dar vida; tiempo de derribar y tiempo de edificar; tiempo de callar y tiempo de hablar”.

 Pues bien, considero que después de la farsa electoral del 7 de noviembre pasado, en la que se confirmó la ilegitimidad del actual gobierno de los Ortega-Murillo, es para los nicaragüenses el tiempo de hablar y más que eso, el tiempo de actuar en función de que nuestro pueblo con el 81 por ciento de su abstencionismo y la OEA  en su histórica sesión del 12 de noviembre pasado, han confirmado implícita y explícitamente que el binomio dictatorial está legalmente incapacitado para representar al pueblo nicaragüense tanto nacional como internacionalmente.

De acuerdo con nuestra Carta Magna y demás leyes de la República, el pueblo es la fuente de todo poder político y este ya expresó su voluntad, por lo que tal y como lo recomienda la OEA, de la cual Nicaragua sigue siendo parte, el régimen imperante debe proceder sin mayor demora, a lo siguiente: Primero: poner en libertad a los más de 160 presos políticos que tienen injustamente detenidos en sus ergástulas. Segundo: Devolverle todas y cada una de las libertades y derechos al pueblo que le han sido conculcados. Y tercero: Previo acuerdo con la oposición, convocar a nuevas elecciones de las autoridades supremas de la República a la mayor brevedad posible. Estas elecciones deberán de ser libres, honestas y transparentes; con observación nacional e internacional previamente calificada. 

Antes de entrar en materia sobre el rol que ha de desempeñar la oposición nacional en esta etapa de transición hacia la democracia, conviene recalcar que el binomio Ortega-Murillo desde hace 15 años viene desmontando toda la poca institucionalidad democrática que habíamos alcanzado con los gobiernos de doña Violeta, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños. Y pretenden seguir haciéndolo, hasta consolidar la dictadura con el FSLN como partido único y cero libertades públicas. La hoja de ruta que ellos adoptaron para perpetuarse en el poder y establecer su dinastía, con el respaldo de la alta jerarquía del Ejército y la Policía, ya la había dado a conocer el escritor uruguayo radicado en España, Carlos M. Rama, cuando expresó, entre otras cosas, lo siguiente:

“Esto implica, asimismo, borrar los partidos y corrientes políticas, y despolitizando a la sociedad, reorganizarla de manera corporativa. Se trata de constituir un nuevo tipo de sociedad donde las clases trabajadoras están esclavizadas, son liquidados los intelectuales aliados de las aspiraciones progresistas y se benefician en forma desmedida los grandes monopolios y los instrumentos del poder (militares, policías, etc.). 

Esta es la ruta hacia el abismo, que han escogido los Ortega-Murillo para Nicaragua, con más desempleo, más pobreza y más desesperación para nuestro pueblo. Deberíamos vernos en el espejo de Cuba y Venezuela, con más de 6 millones de refugiados dispersos por todo el mundo, para comprender lo absurdo de esa fatal determinación.

En cuanto a la oposición democrática, observo con preocupación problemas de forma y de fondo. Para comenzar, debe de estar franca y compactamente unida y mejor organizada. Desde mi modesta opinión, todas esas organizaciones que suscriben documentos de protesta y condena oportunamente, deben cobijarse bajo una sola entidad pluralista, sin perder cada una su identidad propia, para que nacional e internacionalmente sean reconocidas como la alternativa democrática para Nicaragua. Algunos diplomáticos con quienes he conversado me han expresado su temor al vacío de poder en Nicaragua. Sugiero un nombre o algo parecido a: Alianza Patriótica Nicaragüense. Debe contar con una asamblea que señale el derrotero a seguir y un directorio que ejecute las políticas apropiadas. Actualmente muchas personas que quieren ayudar no saben a quién dirigirse. Una oposición amorfa, por muy grande que sea, es como un barco a la deriva, que no se sabe adónde quiere ir. Por lo demás, la lucha debe continuar “con lo que podamos y hasta donde podamos”, como decía el  prócer mexicano Benito Juárez, porque está de por medio la dignidad y libertad de todos los nicaragüenses.

El autor es periodista y secretario general de la Asociación de Nicaragüenses en el  Extranjero (ANE).

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