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Una pequeña muestra de agradecimiento

Como asidua lectora del Diario LA PRENSA siempre semanalmente me han deleitado los artículos sobre mitología de Luis Sánchez Sancho. Creo y afirmo sin temor a equivocarme, que don Luis es una autoridad nacional sobre este tema. 

El 17 de septiembre 2021, tuve el agrado de leer su artículo titulado: El vuelo de la perdiz. Con maestría y mucha pedagogía, Sánchez citando al argentino etimologista Ricardo Soca, explicó la historia, significado y origen mitológico de Pérdix, el inventor del horno de alfarería, de la sierra y del compás, quien por su ingenio despertó los celos de su tío, Dédalo —arquitecto ateneo, descendiente de reyes, diseñador del famoso Laberinto de Creta—, quien por envidia decide matar a su sobrino Pérdix lanzándolo al vacío desde lo alto de la Acrópolis. 

Gracias a la intervención de la diosa protectora de la sabiduría, Atenea, que convirtió a Pérdix en un ave, logró este liberarse de la muerte: “Desplegó sus alas, se posó suavemente en el suelo” para evitar estrellarse y “se alejó en cortos vuelos, como saltos grandes”.  

Motivada por esta lectura, escribí un poema titulado: ¡El universo divino de Dios! el cual dedico a don Luis en agradecimiento por su labor educativa sobre la mitología grecolatina, raíz donde descansa la cultura, el arte, la literatura de la civilización occidental. 

¡El universo divino de Dios!

Del volcán espléndido e imperioso

brota la lava incandescente,

que va deslizándose sobre su ladera

con lapislázulis destellos, iridiscentes.

El escultor en el taller,

labra la angulosa piedra dura con su cincel,

moldeándola con hierro candente

e ilusión

dándole forma a su expresión.

El poeta sobre su papel con su lápiz

va rasgando sus jeroglíficos y ditirambos,

llenos de pensares maravillosos

que brotan de su mente, ¡a flor de lis!

La Madre carga a horcajadas,

a su tierno Hijo de bucles dorados y

mirada gris,

mientras El Niño sostiene en sus manitas:

¡A una tímida perdiz,

de buche lleno muy feliz!

El volcán con sus arroyos encendidos;

el escultor con sus piezas de yeso y mármol;

el poeta compositor de versos y sonetos románticos

más,

la Virgen Madre cargando al Hijito, de atisbo gris

cuyas manitas sostienen:

a la que Atenea, del inventor Pérdix,

para salvarle, convirtiole en perdiz,

¡El Ave Espléndida de pico bermejo

y

plumaje pardogris!

¡Son: enumeraciones del arte,

del Universo Divino de Dios!

La autora es Máster en literatura española

Opinión
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