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La naturaleza humana

El Premio Nobel de la Paz de este año fue para dos periodistas: la filipina María Ressa y el ruso Dmitry Muratov. El Gran Premio a la Libertad de Prensa 2021 de la SIP será entregado este jueves 21 a dos periodistas: al nicaragüense Juan Lorenzo Holmann Chamorro, preso y con su Diario —LA PRENSA de Managua— cerrado, y el cubano Henry Constantin Ferreiro.

       Buena cosa para la libertad de prensa y los periodistas, pero mucho más para la libertad de expresión y la persona humana. Es la segunda vez en su historia de 120 años que el Nobel de la Paz es entregado a periodistas. La primera fue en 1935 al alemán Carl von Ossietzky, quien denunció el rearme de su país. Es un premio bastante discutido —Obama, Arafat, Kissinger—. No siempre acierta la academia. Nunca se fijó, por ejemplo, que en Cuba, desde hace 62 años no hay libertad de prensa y los periodistas independientes son perseguidos. Sí ha acertado no otorgándoselo a algunos candidatos propuestos como Hitler, Mussolini, Stalin y Fidel.

Esta vez pegaron en el blanco. El premio a los periodistas fue concedido por sus “esfuerzos para salvaguardar la libertad de expresión que es una precondición para la democracia y la paz duradera”, dijo el Comité noruego.

Y es mucho más. Es lo que hace a la naturaleza humana. Pensar y expresar libremente lo que se piensa, buscar, difundir y recibir información sin ningún obstáculo y a través de cualquier medio, opinar, debatir, escuchar y opinar sin tutelajes es lo que distingue. Por ahí es que se empieza.

 Estos premios no significan de ningún modo reconocer a la libertad de expresión —que abarca a la libertad de prensa, de información y de comunicación— como un patrimonio de los periodistas y mucho menos como una patente de corso. Pero sí, como lo ha dicho Ressa, dan aliento y coraje “para seguir adelante” en la tarea; esto es, la de cumplir con su labor profesional para que todos los seres humanos puedan mejor ejercer su derecho y libertad primera, y afirmar su condición de tales.

Estos premios también llaman la atención sobre la realidad: la SIP habla de uno de “los momentos de mayor oscuridad”  con persecución y encarcelamiento de periodistas independientes, en particular en Cuba y Nicaragua.

  “Los peligros para ejercer el periodismo han aumentado en todo el mundo”, ratifica la periodista filipina, la que además pone el dedo en otra llaga y señala una nueva peste que se está gestando: “Las redes sociales han destrozado la verdad” y “los algoritmos nos están dividiendo”, afirmó. Habló de las noticias falsas, la desinformación y los mensajes de odio en las redes, a lo que habría que sumar la violación de los derechos de autor y el poder desmedido de las plataformas.

La tarea no es chica. Estos premios deben ser útiles, por sobre todo, para que cada uno reflexione. Para que surja claro que no puede hablarse de democracia si no se sabe ni hay plena información sobre a quién y qué se va a elegir. Y que no hay democracia tampoco si los elegidos no están sometido a la mirada permanente y escrutadora de sus electores. Sin biombos de ningún tipo.

Para que cada uno asuma que la libertad de expresión es su gran derecho. Y que nadie, absolutamente nadie está capacitado ni autorizado para decirle qué es lo que puede decir, escribir, leer ver u oír. Ahí, en eso, estriba la naturaleza y la condición de humanos. Como fue dicho: lo que nos distingue del resto.

El autor es periodista uruguayo. Fue presidente de la SIP

Opinión Premio Nobel de la Paz archivo
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