CARTAS DE AMOR A NICARAGUA
Querida Nicaragua: Decía un entrañable amigo mío que ya descansa en la paz del Señor, que generalmente el origen de los problemas matrimoniales es económico. Tanto en hogares ricos como en pobres los disgustos entre los cónyuges son de tipo económico. Igualmente, decía que los problemas entre partidos políticos sobre todo cuando en países democráticos llega el tiempo de las elecciones son generalmente económicos. Con ligeras excepciones, decía, llegan al poder señores como don Vicente Cuadra Lugo en los treinta años conservadores, o doña Violeta Barrios de Chamorro en los tiempos actuales. Algunos llegan por figuración histórica y por patriotismo, pero generalmente el diablillo de la riqueza y el poder, que también es riqueza, está siempre presente.
Probablemente esta es la causa de que los partidos o grupos políticos pocas veces se pongan de acuerdo, y cuando lo hacen es con segunda intención, de ir siempre arriba o de ganar la mitad del botín, porque para muchos la presidencia de la república es un botín de guerra que hay que repartirse entre los de más arriba.
Pésima ha sido esta costumbre de la inmensa mayoría de los jefes de Estado y presidentes de los últimos doscientos años, desde nuestra Independencia cuya efemérides celebraremos el próximo septiembre de 2021.
Es preciso que este año hagamos un esfuerzo serio, reflexivo, sin violencia, promoviendo la hermandad de todos y el patriotismo que en tantos años no hemos practicado, para tratar de salir de la situación política actual donde ha desaparecido la democracia, el Estado de derecho, se ha fomentado la violencia y al parecer con la ausencia de libertades públicas y la presencia de nuevas leyes represivas en contra de la población se avizora un panorama negativo en el que los actuales gobernantes pretenden seguir gobernando cinco años más.
Todos debemos entrar en reflexión para buscar una solución respetable, civilizada y colocar a nuestra Nicaragua junto al concierto de las naciones democráticas, sitio que se ha ganado con enorme sacrificio luego de dos guerras entre hermanos que dejaron probablemente más de cincuenta mil muertos y muchos odios, rencores, despojos, hogares deshechos y miles de exiliados que no volverán. Hemos perdido en las últimas dos guerras muchachos jóvenes que perecieron en la lucha, y profesionales bien formados que tuvieron que exiliarse en otros países, profesionales que le costaron a nuestra patria una considerable inversión económica para su formación académica.
Es triste y miserable la herencia que dejaremos a nuestros nietos y bisnietos. Ya nuestros hijos la recibieron en angustias, pobrezas, seres queridos en los cementerios y muchas desgracias y sinsabores.
Pero el remedio no es quejarse y vivir recordando las desgracias de un pasado tormentoso. El remedio es presentarle a nuestro pueblo no un griterío vociferante de un partido contra otro, no criticar todo esfuerzo que se haga en beneficio de la unidad, vernos como hermanos, herederos de una misma patria, de un mismo destino. Pedirle al Ser Supremo una pizca de la sabiduría que le dio al rey Salomón para poder encontrar una paz verdadera que nos una como hermanos y nos permita construir una patria grande, un país físicamente bello e intelectualmente sobresaliente entre las naciones hermanas de nuestro continente. De nada sirve estar gritando, tirando fuego en contra de quienes no piensan como nosotros. Lo que sirve es que en un solo abrazo vayamos construyendo la patria del futuro. La clave es la unidad que Rubén nos pide en sus versos: “Únanse, brillen, secúndense tantos vigores dispersos y formen un solo haz de energía ecuménica”.
El autor es empresario radial. Fue candidato a la Presidencia de Nicaragua.