El drama que vivimos los nicaragüenses ha tenido receptividad en los funcionarios de las instituciones europeas y en los diputados del Parlamento, comprometidos en la promoción de la justicia, libertad y democracia.
Prueba de ello ha sido las resoluciones del Parlamento, las declaraciones del Consejo Europeo y las sanciones a los allegados del régimen.
El régimen desinforma a las instituciones europeas afirmando que todo es paz y amor en Nicaragua, pero la misma dictadura da las pruebas de que tiene sometido al país a un terrorismo de estado con el hostigamiento, los secuestros, las muertes de opositores del campo y la ciudad, la profanación a los templos católicos y todas las arbitrariedades que a diario cometen.
Los parlamentarios y funcionarios europeos están claros de que Nicaragua se hunde cada día más y que para superar la crisis profunda que vive el país, apoyan una salida pacífica a través de elecciones, por lo cual están dispuestos a utilizar los mecanismos que tienen a su disposición para ayudar a que en Nicaragua se restablezcan el Estado de Derecho y los derechos ciudadanos.
Sin embargo, urge un entendimiento firme entre los nicaragüenses para alcanzar ese objetivo.
Entre las preguntas que suelen hacer es qué capacidad tiene la oposición de unirse para salir victoriosa en un proceso electoral que cumpla con los estándares internacionales y ser una alternativa para reconstruir el país. Los emisarios del régimen venden la idea de una oposición dispersa y fragmentada, que saliendo Ortega es el caos. En ese sentido, la formación de la Coalición Nacional fue recibida positivamente, a eso se sumó la falta de cumplimiento de los acuerdos de marzo, las acciones represivas y el manejo irresponsable de la pandemia, lo que llevó a las instituciones europeas a la aplicación de sanciones individuales.
Es importante estar claros que el apoyo decidido de la comunidad internacional es directamente proporcional a la capacidad de entendimiento que tengamos como oposición nicaragüense; de lo contrario, estaremos poniendo en riesgo ese apoyo. Estamos obligados a movernos en esa dirección, no tenemos tiempo que perder.
Veámonos en el espejo de Bolivia, la intransigencia de las fuerzas políticas democráticas ensombrece el futuro de ese país; en Venezuela, la falta de un acuerdo como bloque opositor con suficiente antelación les está dividiendo a lo interno y puede fracturar a la comunidad internacional y con ello alargar durante años el sufrimiento de esos pueblos.
Los dirigentes políticos y agentes económicos tienen que estar a la altura de las exigencias que demandan las circunstancias y deponer, quienes lo estén haciendo, los intereses personales, partidarios y económicos, porque en sus hombros recae una responsabilidad nacional e histórica del futuro de nuestro país.
Tenemos 200 años de dictaduras, guerras fratricidas e invasiones foráneas, es hora de romper con ese ciclo infernal para que brille de una vez y para siempre, en la Nicaragua de todos, la libertad, la justicia, la democracia, la paz y el progreso.
El autor es sociólogo.