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La unidad es imprescindible

“Únanse, brillen, secúndense, tantos vigores dispersos, / hagan un solo haz de energías ecuménicas”. (Rubén Darío).
La unidad siempre ha sido necesaria para llegar al objetivo común de alcanzar un cambio de Gobierno sustentado en la democracia.

La unidad hay que promoverla haciendo a un lado mezquindades que nada provechoso le ofrecen a este país donde el fantasma de la mala fe casi siempre ha predominado.

Tenemos que pensar en función de patria; dejar atrás las querellas que han sembrado la división y le han dado fuerzas al adversario para que haga de las suyas, entregándole el poder en bandeja de plata y sumiendo al país en la peor de sus desgracias.

La oposición tiene que cerrar filas apoyando la necesidad de impulsar y promover la unidad, que es vital para que Nicaragua pueda salir del estado de cosas en que la tiene sitiada el matrimonio presidencial de los Ortega Murillo. Estos, en el ciego afán de perpetuarse en el poder imponiendo una dinastía, quieren hacer de la república un feudo familiar y destruir todo concepto de “institucionalidad”´, la que deberá reconstruirse una vez que el cambio llegue canalizado a través de elecciones libres y supervigiladas por organismos internacionales y nacionales, acreditados para tales fines.

La oposición tiene el reto y la responsabilidad de trabajar por la unidad, deponiendo todo interés particular espoleado por las eternas ambiciones que han caracterizado a los partidos políticos, dejando siempre como gran perdedor al pueblo en cuyo nombre actúan.

Debemos ser constantes en la búsqueda de la unidad si queremos construir una Nicaragua diferente; una patria en que florezca la virtud sobre el abuso, donde el imperio de la ley haga posible la independencia de poderes, restituyendo su función para la cual se destine; una república donde la Policía esté al servicio del pueblo y la sociedad, no para proteger los intereses de una familia dominante que ha hecho del cuerpo armado una propiedad exclusiva y obediente.

Debemos abogar por una patria en la que se promueva el más absoluto respeto por la dignidad humana, por la honra de la mujer que es símbolo humano de una sociedad libre, democrática, justa, equitativa y progresista.

El autor es periodista de Somoto.

Opinión Nicaragua unidad archivo
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