Históricamente es la institución religiosa más atacada por el FSLN, pese a que muchos sacerdotes sirvieron en sus filas como ideólogos, miembros del partido y hasta hubo un cura guerrillero. Esto no evitó que la Iglesia fuera blanco de ataques, profanaciones y persecución.
Obispo desterrado
Monseñor Pablo Antonio Vega fue obispo de Juigalpa en los años 80. En 1986 los sandinistas cometieron varios crímenes contra laicos y campesinos de la zona, por lo que Vega los denunció ante medios de comunicación nacionales e internacionales, e incluso fue hasta Washington a exponer estos crímenes ante el Departamento de Estado de EE. UU. A su regreso fue detenido y montado en un helicóptero y lo dejaron tirado en la montaña frontera con Honduras, unos contras lo encontraron y lo salvaron de morir en medio de la nada. Volvió al país hasta los años 90.
Discurso del papa
En marzo de 1983, ya con el Frente Sandinista en el poder, el papa Juan Pablo II arribó a Nicaragua y en un hecho inédito en la historia moderna de la Iglesia católica, el sandinismo utilizó la agitación política para sabotear el discurso del papa al grito de “queremos la paz”. Incluso se manipuló el equipo de sonido que usaba el pontífice.
Humillación pública
Fue uno de los ataques más sonados contra la Iglesia. El 12 de agosto de 1982, el sacerdote Bismarck Carballo fue sacado desnudo de la casa de Maritza Castillo por un sujeto identificado como Alberto Téllez Medrano; al sacerdote lo golpearon y lo metieron preso. El cardenal Miguel Obando y Bravo dijo que todo fue un “complot” contra la Iglesia.
Dinamita en los altares
En 1995 hubo en diferentes parroquias de Managua, Masaya y León más de una docena de ataques con tacos de dinamita. Estos reiterados ataques terroristas alarmaron a las autoridades eclesiales, ya que al siguiente año estaba programada la segunda visita del papa Juan Pablo II.
Las turbas de Valdez
El recién fallecido Rafael Valdez fue un operador político del Frente Sandinista, pues desde los años 90 lideró “grupos religiosos populares”, que en realidad se comportaban como grupos de choque. En junio de 1993 atacaron al entonces párroco y hoy obispo de Granada, Jorge Solórzano, en su parroquia San Pablo Apóstol. Estas mismas turbas se activaron de nuevo a partir de las protestas de 2018, para volver a atacar a miembros del clero de Managua