En una entrevista publicada en DOMINGO el 28 de marzo, el doctor Álvaro Ramírez decía que la pandemia del Covid-19 mataría a más personas que la guerra de los 80 en Nicaragua. Pasado los meses y ante la aparente bajada de cifras y la “normalización” en las calles le preguntamos sobre esa afirmación, las cifras que maneja él, las del Ministerio de Salud y las del Observatorio Ciudadano.
El epidemiólogo advierte que no hay que bajar la guardia ni “cantar victoria”, ya que la cifra real de muertos no se conoce y luego de cuatro meses sostiene que el nuevo coronavirus matará a por lo menos 10 mil nicaragüenses. Además, responde a los que le han llamado alarmista.
¿El cataclismo del que hablaba hace varios meses ya pasó?
Para nada, no ha pasado para nada. Lo que pasa es que la información está escondida a todos los niveles.
Incluso los datos del Observatorio Ciudadano del Covid-19 distan mucho de los que usted adelantó.
Sí, y todavía se mantiene. Es decir, esta enfermedad no ha terminado, más bien se está incrementando y ya viene la segunda ola. Aquí, en Europa, están comenzando las restricciones y la cuarentena otra vez.
¿Entonces cómo se explicaría este fenómeno?
Este es un terremoto de seis meses de duración. A cuentagotas. La gente se sigue muriendo en todos lados. Los casos siguen existiendo, los hospitales siguen teniendo pacientes. Lo que pasa es que en este momento los focos están en el norte del país. Mirá, te voy a decir algo solo para que te quedés con la curiosidad: con los datos que tengo en mis manos en este momento, voy a poder reconstruir la historia forense de la epidemia en Nicaragua.
¿Qué tan difícil es trabajar esos datos desde Irlanda?
No es difícil porque uno hace lo que puede y mi teléfono recibe más llamadas de Nicaragua que de Irlanda. Cada vez que hay un anuncio oficial me lleno de llamadas. Lo que pasa es que cuando uno tiene un compromiso con su país, aunque esté largo siempre estás en ello y en la lucha antiepidémica yo soy un especialista.
Volviendo al terremoto sanitario, ya llevamos cuatro meses desde que comenzó todo esto.
Lo que está sucediendo es que el gobierno se empecina en querer dar la apariencia de una normalidad. Que esto está normal y no hay tantos problemas y que no hay en el país tantos casos. Además, están bajando las muestras de laboratorio, pero en este momento los hospitales de Managua siguen teniendo pacientes. La gente sigue muriendo. Hoy o mañana puede que muera otro médico de mi promoción. Esto no ha terminado para nada en lo más mínimo. El Observatorio, por ejemplo, ya casi llega a los tres mil muertos y casi los nueve mil casos. Lo que realmente pasó fue que la gente se alertó de los hospitales y huyó de estos, se quedó en sus casas para evitar morir sin familiares a la par. La gente compra las medicinas, tanques de oxígeno y se silencia. Hay un silencio poblacional que no está permitiendo ver la realidad de la epidemia.
¿Entonces está muriendo más gente en sus casas que en los hospitales?
Incluso, no les avisan a los vecinos y lo toman como muertes naturales y hacen hasta velas a veces. Eso está reportado en las incidencias del mismo Observatorio Ciudadano. La gente está haciendo velorios en sus casas en casos sospechosos de Covid-19 y esto es un peligro, porque ahí se produce la mayor contaminación. Esto es como cuando estábamos con la epidemia del cólera y siempre pedíamos el entierro inmediato, sin vela y sin comida.
Recuerdo que tuvimos semanas de muertos por montón y se miraban en las calles ataúdes y los entierros exprés. ¿Ha bajado la letalidad del virus?
Es que el virus en sí no es letal. Su letalidad es menos de 1 %, por lo que no debería de producir tanta muerte. Pero la mortalidad se produce cuando no se controla, ni se previene, ni se utiliza la mascarilla, ni hay distanciamiento social y la cantidad de brotes en los barrios se incrementa. Eso satura la capacidad de los hospitales y los colapsa, ahí es cuando la mortalidad incrementa. Con base a esa letalidad es que hacíamos los primeros cálculos de que para llegar a la inmunidad del rebaño se necesitaba la infestación del 60 % de la población, lo que se traduce a unos cuatro o cinco millones de nicaragüenses. Lo que se ha reconocido en los últimos reportes mundiales es que el virus no ha sido tan contagioso como se esperaba. En Europa se esperaba que muchos países pudieran desarrollar inmunidad de rebaño, incluso en Inglaterra la cantidad de infectados es de menos del 7 %.
¿Esto fue un error de cálculo entonces?
Mirá, los cálculos no están equivocados, la realidad es diferente. Nosotros esperábamos una infestación más grande y más rápida, entonces eso nos daba una mortalidad de 20 mil a 30 mil muertos en Nicaragua. El problema sigue siendo la ocultación de las muertes. No sabemos cuántos han muerto en el Hospital Alemán por día, además se encargaron de enterrarlos de noche. Yo tengo reportes de colegas en el Hospital Fernando Vélez Paiz, que es un hospital de 300 camas, que había días que recibían hasta 500 personas y me reportaron más de 120 muertes en un día. La información está oculta y no sabemos la verdadera incidencia del Covid.
Cuesta ver el cataclismo del que habló.
Todavía está, no cantés victoria. O sea, lo que se puede hacer es minimizar el impacto que la epidemia está teniendo en Nicaragua y esto hace a la gente bajar la guardia.
No es que quiera ver el desastre sanitario, pero yo veo a la gente que se está relajando y circulando más en las calles.
La gente se comenzó a relajar en el mes de julio, sobre todo después del 19. Comenzamos con los partidos de beisbol y ahora estamos con las fiestas agostinas, esto significa que de aquí a tres o cuatro semanas los brotes van a comenzar a aparecer a finales de agosto y septiembre. La segunda oleada del Covid-19 será más grande porque hay mayor circulación comunitaria. En marzo, cuando comenzó la pandemia, la circulación no era tan expansiva.
¿Entonces volveremos a ver aquellas terribles escenas de ataúdes, cementerios y hospitales?
Va a volver a subir. Por ejemplo, le está pasando a Estados Unidos ahorita.
¿Cómo cree que se ha comportado el nicaragüense desde que esto inició?
Completamente confundidos y completamente mal informados. Es que no podés esperar que la gente vaya a responder con apoyo cuando un gobierno te está diciendo que no te cuidés. Luego cambiaron el discurso y salieron con mascarilla el 19 de julio, pero en abril y mayo se sancionaba al personal de salud que entraba a hospitales con mascarilla.
¿Cuántos compañeros suyos han muerto por esta enfermedad?
Amigos míos de mi promoción del año 86, cuando me gradué, yo sé que al menos 12 de ellos han muerto. A nivel nacional son más de 100 médicos.
¿Habrá menos médicos disponibles en esta segunda oleada de la que usted habla?
Pues sí y no. La mayoría de médicos que han muerto son de arriba de 40, 50 y 60 años. El Ministerio de Salud está lleno de nuevas generaciones de médicos que tienen mayor resistencia al coronavirus. Yo cuando te digo médicos de mi generación, hablo de viejitos; yo tengo más de 50 años y yo era de los más jóvenes, estamos hablando que la mayoría de mis colegas están de 56 para arriba.
Es difícil comparar una ciudad con otra y más un país con otro, pero ¿por qué en ciudades como Quito, en Ecuador, se miró más el golpe y en otras no?
Nicaragua, con siete millones de habitantes en su totalidad, no es más que un barrio de México o un barrio de Madrid. Ahora, esos habitantes están dispersos en Nicaragua en un territorio mucho mayor de lo que sería un barrio de Madrid, por ejemplo. Por eso no podemos esperar algo similar, pero lo que ya vimos con la densidad poblacional de Managua fue espeluznante y se va a repetir. O sea, nosotros somos países pequeños, por ejemplo, si Nicaragua llegase a tener 20 mil muertos, el impacto emocional y poblacional será mucho mayor que 20 mil muertos en Londres.
Tomando en cuenta estos primeros meses, ¿han cambiado sus cálculos?
No, los cálculos se hacen sobre la base poblacional. Pero te puedo asegurar que no hay tiempo para confiarse y que el gobierno nos ha mentido olímpicamente ocultando los datos. La mortandad la tenés que llevar a niveles poblacionales; si dividimos 10 mil muertos en 30 millones de habitantes, eso te da una mortalidad baja.
¿El régimen es especialista en ocultar cadáveres?
Lo hacen fácil. Los entierran de noche y de madrugada, los entierros exprés siguen. Primero, la atención de los medios de comunicación ha bajado hacia los entierros exprés. Segundo, ahora hay menos seguimiento a estos y se ha aceptado como una cosa normal. Esto al inicio fue más fácil porque los disfrazaron de otra enfermedad.
Lea: Estas son las recomendaciones urgentes del epidemiólogo Álvaro Ramírez al personal de salud
¿Se sabe algo nuevo sobre los tratamientos? ¿Funcionan las medicinas que se recetan en Nicaragua?
La edad es un factor importantísimo para la respuesta. Se ha descubierto que si la dexametasona se usa con pacientes listos para intubación o pacientes que están intubados la mortalidad se reduce un poco. Ha habido más avances en los tratamientos y mejor manejo. La cloroquina y los antiparasitarios que usan en Nicaragua no sirven para nada. Eso es puro cuento, sin pruebas científicas.
¿Por qué hay tantos modelos matemáticos con cifras tan dispares?
Es que cuando preparás un modelo matemático, hacés asunciones y jugás con una tasa de letalidad por ejemplo del 1%, luego decís que la tasa de contagio por paciente será de cinco casos, luego se calculan las personas en riesgo y se meten una serie de variables que suman, restan, algunas protegen, otras exponen y luego de eso se ajusta el modelo. Entre grupos científicos hubo serias diferencias. Por ejemplo, en Londres al inicio Boris Johnson estaba apostando a la inmunidad de rebaño, porque sus asesores epidemiológicos le decían que dejara que el virus circulara libremente porque sería más beneficioso que afectar la economía. Se discutió mucho dentro de la misma academia científica.
¿Fue un fracaso esa medida de dejar circular el virus buscando la famosa inmunidad de rebaño?
El mismo Boris Johnson cambió y ahora tienen establecidas más reglas de cuarentena ,y en Suecia le costó el puesto a los epidemiólogos que propusieron la inmunidad de rebaño.
¿Por qué no funcionó este método?
No funcionó porque pone bajo estrés los sistemas de salud y trae una mortalidad más alta que al prevenir la enfermedad. Yo te lo pongo de esta manera: la gente que ha sufrido el virus está en pánico, esa gente supo que están vivos de milagro y no quieren salir a la calle. El peligro es cuando los sistemas de salud no están listos.
Aquí se quisieron hacer los suecos.
El no hacer nada al Frente Sandinista le costó la muerte de Rita Fletes, Dionisio Marenco, Orlando Noguera, Orlando Castillo y Edén Pastora, todos esos funcionarios estarían ahí todavía. He escuchado que la misma gente del Frente Sandinista está molesta por eso. Mirá el Chino Enoc, cada vez que puede dice cosas contra Murillo. Él sabe a qué se atiene y a sus fuertes contactos que desde dentro lo están protegiendo.
¿Mantiene su cifra estimada de fallecidos?
Mi cifra estimada es que el Covid-19 nos va a matar a 10 mil personas. Pero si no se hace nada para prevenir eso, la mortalidad va a seguir subiendo. Los estimados y los cálculos se hacen para que las autoridades encargadas de tomar decisiones consideren el nivel de riesgo que hay, de hacer o no hacer nada. Si estuviera en el Ministerio de Salud les digo que mi estimado es que pueden morir 10 mil personas y hay que actuar y hacer cosas.
Jugando un poco con los números, no se han hecho cálculos a la inversa, digo, si tuviéramos un gobierno democrático y responsable, ¿qué cifras cree que tendríamos de muertos e infectados?
Bueno, mirá Costa Rica. Miremos cuántos enfermos tiene y cuántos muertos hay. Es que no es asunto de culpar al gobierno por el Covid-19, nadie iba a parar la pandemia. Pero ¿qué se decía? Que teníamos el mejor sistema de salud, que le íbamos a dar clases al sistema occidental de cómo hacerlo, también dijeron que el coronavirus no iba a entrar y que era una enfermedad de los puchitos. Politizar el Covid fue el error de este país y no considerarlo un problema sanitario y de salud pública que iba a matar a blancos, negros, rojinegros, azul y blancos.
¿Es tarde para actuar?
Cuando yo comencé a alertar no era para culpar al gobierno, era con la intención de levantar las alarmas y se tomaran medidas y no perdiéramos gente valiosa para la sociedad. Yo no hice ese tipo de predicciones con la intención de asustar a la gente, es para activar los mecanismos de prevención. Lo hicimos cuando en los 90 nos anunciaron que venían del Perú el cólera. Yo era el director nacional de vigilancia epidemiológica de ese entonces y comenzamos a hacer las estimaciones de mortalidad y los cálculos y el periodismo se volvió loco. Comenzamos a tomar medidas y nos decían que todo iba lento y que estábamos ocultando información, luego salió el primer caso y casi que fue fiesta, pero luego hubo más casos en el país, pero teníamos una unidad de vigilancia 24/7, teníamos los helicópteros de la Fuerza Aérea, todo el apoyo del gobierno. Teníamos todo para tratar a la gente.
Algunas personas lo han llamado alarmista.
Que me llamen lo que quieran. A mí lo que me interesa es salvar gente.
***
Plano personal
Álvaro Roberto Ramírez Vanegas, nació en Managua en el antiguo Hospital Vélez Paiz, el 16 de noviembre de 1963.
Comenzó la primaria con cinco años y terminó la secundaria con 15.
Ha sido una de las voces más fuertes contra el manejo que el régimen de Daniel Ortega ha tenido sobre la pandemia del nuevo Coronavirus.
Actualmente, trabaja en métodos de acupuntura en Irlanda.
Trabajó en el proceso de desarme de la Contra con Naciones Unidas.
Con el gobierno de Violeta Barrios de Chamorro, fue nombrado director nacional del Departamento de Vigilancia y Epidemiología.