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Reconocimiento a los médicos

Decir que los médicos son “políticos de gabacha” es una evidencia del poco valor que la dictadura da a los profesionales de la salud. La descalificación es para justificar el despido de los médicos, que perjudica al pueblo que necesita sus servicios en el sistema de salud pública.

Al médico hay que darle un lugar prominente en la sociedad; no subestimar su ejercicio profesional en favor de toda la gente, sobre todo de las personas más necesitadas.

Un médico no se forma de la noche a la mañana. Tiene que cursar prolongados estudios y acumular mucha experiencia. Dos profesionales de la salud a quienes consulté para reforzar este artículo, me explicaron que la formación en las subespecialidades de neumología, cardiología, oncología, hematología, pediatría y medicina interna es de tres años, después de graduarse en la medicina general. Y para obtener la especialidad en cirugía, ortopedia y ginecobstetricia se necesitan cuatro años.

Debo mencionar de manera muy especial a la doctora María Isabel Selva González, ginecóloga de mucho prestigio profesional que prestaba servicio en el Centro la despidió sin la menor consideración, igual que a muchos otros médicos en Managua y otros lugares del país.

Ellos fueron despedidos por demandarle al Gobierno equipos de protección, a fin de evitar más muertes de médicos y otros trabajadores de la salud que asisten a los pacientes con coronavirus.

La dictadura que desgobierna a Nicaragua es insensible ante los estragos de la pandemia, no le importa que el país se convierta en un gran cementerio.

La sociedad nicaragüense está pasando por una difícil prueba, agravada por una pandilla de aventureros desalmados que han usurpado el poder. Pero los médicos independientes que han hecho mérito a su vocación, tienen el reconocimiento de la población y tendrán el de la Justicia, cuando se restablezca la democracia y el Estado de Derecho; cuando no hayan más villanos vestidos de gobernantes que falten al decoro nacional.

Los muchos males políticos, sociales y económicos que este país carga sobre sus hombros algún día llegarán a su final. Entonces la sociedad se podrá levantar de los escombros morales en que la tienen sumida los dictadores Daniel Ortega y Rosario Murillo, será una Nicaragua sonriente como muchos la deseamos.

La Biblia con sus sabias sentencias, y en este caso me refiero al Eclesiastés, nos dice que “hay un tiempo para callar, y otro tiempo para hablar”. Pienso que en este contexto la fe debe motivarnos para estar seguros de que no todo está perdido, que si somos constantes en la búsqueda de un mejor destino no tendrá que pasar mucho tiempo para que lo podamos lograr.

El autor es periodista de Somoto.

Opinión médicos reconocimiento archivo
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