La profesora Claudia Morales de 59 años sobrevivió al Covid-19, pero no tiene nada que celebrar. El virus le arrebató a su esposo Wilfredo Gómez, de 68 años. “El no pudo, no pudo”, dice llorando a LA PRENSA, con la voz entrecortada. En su casa de Rivas se respira una tristeza profunda. Dice que de nada sirvió los 21 días que ella se encerró en su cuarto para evitar contagiar a su compañero de toda una vida.
La profesora Morales no para de llorar. Pasó sin ver a su esposo, primero, cuando ella se aisló para no contagiarlo y después cuando “el cayó enfermo”. Siente lo mismo que todos los familiares que han perdido a un ser querido durante esta pandemia, que no solo se sufre con la muerte, sino que el sufrimiento comienza desde que se tiene el diagnóstico, cuando el enfermo lucha contra la virus y además debieron hacerlo solo, encerrados, para no dañar a otros.
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Un día antes de la muerte del profesor Gómez, este miércoles, la ministra de Educación Miriam Raudez, admitió en una entrevista con el oficialista Canal 4, que varios maestros se habían contagiado con el virus, pero que ellos “no hacen drama del Covid-19”. Raudez defendió que el gobierno de Daniel Ortega, no haya suspendido las clases en los colegios públicos para detener el contagio, tal y como lo recomendaron los organismos sanitarios internacionales como la Organización Mundial de la Salud, OMS y la Organización Panamericana de la Salud, OPS.
La realidad de la casa de la profesora Morales viven una verdadera tragedia. La profesora no deja de llorar la pérdida de su esposo, quien también era profesor, pero ya estaba jubilado. “No lo acepto”, dice.
La mentira de los kits sanitarios
La profesora cree que se contagió en el Instituto José Dolores Rivera, donde imparte clases en la modalidad sabatina. La ministra ha insistido en que ningún colegio era “foco de infección” y que a cada maestro le dieron un kit sanitario contra el virus. Morales aseguró que ella nunca recibió nada, y que cuando le diagnosticaron la enfermedad, la mandaron a su casa, nada más.
Fue diagnosticada el 19 de junio y mientras se recuperaba en casa, el profesor comenzó a presentar síntomas de Covid-19 el domingo 21 de junio. Cuando su esposo acudió a la clínica médica previsional, dice ella, no se le brindó atención médica oportuna y considera que una situación similar se presentó en el hospital al que fue llevado después.
El 21 de junio, cuenta, su esposo se desmayó en horas de la mañana y que minutos después se fue a pasar consulta a la clínica medica previsional. “Tras pasar consulta, lo regresan a casa y le dicen que permanezca en reposo, porque andaba el nivel de oxígeno en la sangre bajo, y el lunes 22 de junio, al ir al mercado se volvió a desmayar en una distribuidora y al llegar nuevamente a la clínica previsional, lo vuelven a mandar a casa con medicamentos para pacientes sospechosos con Covid-19”, dice Morales.
En ese momento el profesor ya presentaba fiebre. El viernes 26 de junio, su estado de salud empeoró al mostrar episodios de cansancio por lo que por tercera ocasión en menos de una semana, acudió a la clínica. “Al verlo con dificultades respiratorios tuvieron que buscar un tanque de oxígeno para rehabilitarlo y luego lo remitieron al hospital, donde finalmente falleció por ese virus al cual le tenía horror”, relata.
El profesor Gómez, que laboró 30 años en el Instituto Público Rosendo López. Murió a las 5:30 de la mañana de este jueves tras sufrir complicaciones respiratorias. La profesora Morales declaró que Gómez falleció luego de permanecer durante una hora, a la espera de ser conectado a un ventilador, pero según personal médico del hospital, el profesor falleció minutos después de ser intubado. Horas después de su muerte fue sepultado en el cementerio San Pedro de Rivas.
Morales está convencida de que su tragedia pudo haberse evitado, pero el Ministerio de Educación por órdenes de la familia Ortega-Murillo, los expuso al no suspender las clases en los colegios públicos.
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