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Los entierros inmediatos todos los días, mientras el Minsa los justifica diciendo que son fallecidos por otros males.

El rostro de la pandemia en Nicaragua: angustia fuera de los hospitales y entierros inmediatos todos los días

En los cementerios siguen abriéndose fosas para los entierros expeditos. En Ciudad Sandino se preparaban al menos diez, unas junta a las otras

Son las 9:42 de la mañana y 24 personas, la mayoría mujeres de entre 30 y 50 años de edad, todas con mascarillas y guantes empiezan una por una a dar los nombres de sus familiares internados al guarda de seguridad de la parte noreste del hospital Servicios Médicos Especializados (Sermesa), en Bolonia, Managua. El guarda una vez corrobora la identididad del enfermo y del familiar, les dice a las personas que las dejarán pasar. La espera ha sido de casi dos horas soportando el calor de la mañana de este 3 de junio, que les tocó hacerlo de pie o arrimado a la pared del muro anaranjado de uno de los edificios vecinos al hospital. Una señora de unos 40 años de edad juntó dos adoquines que encontró para sentarse. A las 10:05 a.m. escuchan al guarda decir “pueden pasar”.

Los familiares en fila caminan unos 20 metros desde la aguja de acceso hacia la entrada de atrás de Sermesa, donde ingresan por una puerta de vidrio donde los reciben personal médico vestidos con batas, guantes, mascarillas, lentes y los conducen hacia la sala donde les darán información del estado de salud de sus parientes con síntomas de Covid-19, aunque oficialmente no pueden llamarle así a la enfermedad. Les llaman neumonía u otra enfermedad respiratoria.

Los familiares tardan unos veinte minutos dentro del hospital Sermesa, tiempo en que se les informó si su paciente mejoró o empeoró, dejaron las bolsas con jugos, galletas y alguna ropa para que les entreguen a sus enfermos, si su condición lo permite. Luego regresan igual, uno por uno, en fila. Aunque las mascarillas cubren parte de sus rostros, las expresiones de tristeza son evidentes de esas 24 personas por la angustia de que sus familiares no logren sobreponerse al virus, esa pandemia que ya ha matado a 46 nicaragüenses en dos meses y medio, según cifras del Ministerio de Salud (Minsa), aunque médicos independientes hablan de más de 700 muertos.

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Una vez afuera todo parece un ritual. Las 24 personas se rocían con alcohol desde la cabeza, las manos, las piernas, espalda, zapatos y limpian los asientos antes de subir al carro o la moto, en las que se transportan. A quienes les acompañaron, les dicen que no les toquen y también los llenan de alcohol desde la cabeza hasta los zapatos.

“A tu papá lo tienen con oxígeno, si empeora puede tener un infarto, acordate de su diabetes”, le comenta una señora de unos 45 años de edad a quien parece ser su hija. La señora es morena y gordita, con algunas canas en su cabello rizado negro corto, y de baja estatura quien se hace a un lado la mascarilla para secarse las lágrimas mientras su hija, de más de 20 años de edad, abre una sombrilla grande con la que cubre a su mamá. Ambas caminan unos diez pasos hasta la camioneta doble cabina, color roja con placa del departamento de  Boaco en la que se van.

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Una de las señoras que murió en Sermesa este martes fue enterrada de forma expedita en el cementerio Central en Managua, LA PRENSA/ JADER FLORES

Despedir a su madre de manera expedita

Pasan de las 10:45 a.m. Los únicos que quedaron son tres mujeres y un señor, pero su espera es para que en Sermesa le entreguen el cuerpo de quien identifican como su mamá. Ellos tienen el acta de defunción donde dice que la causa de muerte de la señora fue “paro respiratorio y neumonía”, aunque los síntomas por las que estuvo más de una semana internada fueron fiebre, problemas para respirar, tos, cansancio extremo, los mismos asociados al Covid-19.

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A los minutos aparece un vehículo de la funeraria Jerusalén. El hombre y una de las mujeres que esperaban le indican al guarda de seguridad del hospital que es para retirar el cuerpo de su familiar. La camioneta pasa y se estaciona donde se abrió un portón negro que da a la morgue del hospital Sermesa. Dos hombres con trajes amarillos cubiertos completamente se bajan del vehículo y conversan con los familiares de la fallecida.

Tardan 52 minutos hasta que el personal del hospital entrega el cuerpo a los trabajadores de la funeraria Jerusalén, en un ataúd herméticamente sellado que suben al vehículo. Mientras eso sucede las tres hijas de la señora se derrumban en llanto. Una de ellas, la que parece ser la menor, es la más afectada. La joven llora desconsoladamente arrecostada a una pared mientras una de sus hermanas le soba la espalda.

Los hombres de traje amarrillo les indican a los familiares que están listos. Las tres mujeres y el señor buscan sus carros y apresurados arrancan. El vehículo de la funeraria  sale de la morgue del hospital, el conductor va de prisa, incluso se pasa la luz roja en tres semáforos que hay desde el sector del Canal 2, hacia el antiguo Estadio Nacional. La carroza funeraria solo la detienden a la entrada del Cementerio Central, ubicado en el barrio Monseñor Lezcano, donde unos señores les piden unos documentos y los dejan pasar. Ahí se aglomeran alrededor unas 15 hombres que ofrecen abrir la foza y ayudar en el entierro. No hay suerte, los familiares de la fallecida ya contrataron a otros para que les ayuden en el entierro.

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Una escena de todas las mañanas. Familiares retiran a sus parientes fallecidos en medio de la pandemia que azota al país. LA PRENSA/ JADER FLORES

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A la señora que falleció por “neumonía” en la mañana en el hospital Sermesa la entierran a las 12:15 del mediodía de este 3 de junio. Sus hijas y otros familiares no la pudieron despedir con besos, ni siquiera verla por última vez pues el ataúd sellado lo meten a la fosa tan rápido como el viaje exprés que hizo el carro de la funeraria.

En los cementerios no dejan de cavar fosas

Las escenas de decenas de familiares esperando saber sobre sus parientes internados con síntomas del coronavirus se repiten en los hospitales Alemán Nicaragüense y el Lenín Fonseca, en Managua.

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En el cementerio municipal de Ciudad Sandino estas personas preparan más de diez fosas para la llegada de los férretros con víctimas del Covid-19. LA PRENSA/  Jader Flores

En su último reporte, el Minsa contabilizó 1,118 casos positivos de Covid-19. Aunque son datos que no evidencian lo que sucede en los hospitales públicos y privados donde ya no hay camas para recibir más pacientes con el virus, por lo que llegan con síntomas solo les dan tratamiento paleativo y los mandan a sus casas.

El Observatorio Ciudadano, integrado por asociaciones médicas y oenegés,reportó que hasta el 27 de mayo se registra 805 muertes, de las cuales 715 son muertes sospechosas por Covid-19.

Los números del Minsa tampoco concuerdan con la realidad en los cementerios del país, donde los trabajadores a diario abren nuevas fosas. Así lo comprobó LA PRENSA en el cementerio del municipio de Ciudad Sandino, donde la mañana de este 3 de junio, unos veinte trabajadores de la alcaldía preparaban más de diez fosas.

“Esos hoyos son para los muertos de hoy. Los empiezan a enterrar después de las 10 de la noche, porque la orden es que la gente no vea porque se asusta más de la cuenta”, cuenta un vendedor de cajetas en la esquina del parque, ubicado en el costado sur del cementerio.

 

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