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La intubación es un proceso invasivo que se aplica a los pacientes con una fuerte neumonía por Covid-19. LA PRENSA/Foto tomada de internet para ilustrar

La intubación es un proceso invasivo que se aplica a los pacientes con una fuerte neumonía por Covid-19. LA PRENSA/Foto tomada de internet para ilustrar

Lo que trae el Covid-19 en Nicaragua: de lo leve a lo peor y los tratamientos que se están aplicando a los enfermos

Así es el proceso de intubado aplicado a víctimas graves del Covid-19. Pacientes y familiares de personas contagiadas relatan cuáles han sido los síntomas mostrados y qué tratamientos han seguido en casa y hospitales.

Si uno se contagia de Covid-19 hay tres posibilidades y todas dependen de cómo reaccione nuestro sistema inmunológico, si tenemos o no enfermedades crónicas, la carga viral a la que nos expusimos y otros factores como la edad.

La primera posibilidad es que el contagio sea leve y podamos sobrellevar la enfermedad con medicación y en aislamiento desde nuestras casas; la segunda es que pasemos la peor parte en el hospital y luego nos envíen a nuestra vivienda para seguir con la recuperación, y finalmente es que nuestro caso sea severo y terminemos ingresados en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), sedados y conectados a un ventilador.

En Nicaragua el tratamiento para esta enfermedad varía según cada caso y en dónde son tratados. Conversamos con un médico que se infectó y recibió el “tratamiento oficial” que está suministrando el Minsa, un periodista que buscó atención con un médico particular, una comerciante que recibió el tratamiento en un hospital privado y con los familiares de dos trabajadores del Estado que entraron a los hospitales públicos, uno murió y el otro se encuentra intubado y con pronóstico reservado.

“Me contagié en el Oriental”

Sintió miedo de morir cuando le daban ataques de ansiedad al sentir que se le iba el aire. Ahora pasa aislada en su casa, mientras su esposo y su mamá usan mascarilla dentro de la vivienda. LA PRENSA/CORTESÍA

Al reportarse los primeros casos positivos de Covid-19 en el país, Karla Yaritza Gámez empezó a utilizar mascarilla, lavarse las manos de forma más frecuente y tomar otras medidas de protección.

Es originaria de Estelí, tiene 27 años y un negocio con su esposo en el mercado Oriental. Cree que se infectó en la primera semana de mayo y hasta la fecha sigue teniendo algunos síntomas y malestares.

Primero comenzó a sentir unos fuertes dolores de cabeza, a tal punto que le dolían los ojos. Llegó la fiebre, picazón en la garganta y tos. Al sexto día perdió el olfato y el gusto. Como en muchos casos de Covid-19, sintió una leve mejoría que le hizo creer que estaba recuperándose, pero una semana después estaba de nuevo con fuertes dolores en el pecho, debilidad y náuseas.

Buscó un médico, y tras realizarse una radiografía le detectaron una “neumonía por Covid-19”.

“Me dieron crisis respiratorias, acompañada de mareo fuerte. Te duele el pecho y la espalda y sentís un ardor en el pecho al respirar”, dijo a la revista DOMINGO.

Los primeros fármacos que le suministraron le sentaron mal por lo que fue llevada de urgencias al Hospital Vivian Pellas. Al llegar fue recibida por personal sanitario completamente cubierto de pies a cabeza con trajes de protección y equipo especial.

Era un desfile de personal con mascarillas, batas dobles, guantes, gorros desechables, a los que no se les miraba el rostro. Este hospital ha instalado unos toldos especiales cerca de la entrada a urgencias desde donde son atendidas las personas con síntomas del nuevo coronavirus. Luego de lavarle las manos, aplicar alcohol en gel y tomarle los signos vitales, los médicos examinaron de nuevo la placa y aseguraron que era neumonía por Covid-19. Procedieron a suministrarle suero vitamínico y otros medicamentos que no recuerda y la aislaron dentro del hospital.

Yaritza no quiso ir a que le realizaran el examen de Covid-19 en un centro de salud público por temor.

“Están llenos de más personas infectadas y la sobrexposición al virus puede empeorar la carga viral”, además, ella no quería quedar incomunicada.

Le recetaron tomar una aspirina al día, azitromicina, hidroxicloroquina y nitazoxanida. Estos dos últimos medicamentos, según el epidemiólogo Leonel Argüello, deben ser suministrados con cuidado, sobre todo la hidroxicloroquina que ha sido utilizada para tratar la malaria. Sus principales efectos secundarios pueden ser dolor de cabeza, alteraciones en la visión como visión borrosa, fotofobia, agudeza visual disminuida, náuseas y diarrea. Argüello cuenta que en los años 80 muchos niños quedaron ciegos en la Costa Caribe tras ser mal medicados con hidroxicloroquina.

La mezcla de estos medicamentos descompensó a Yaritza que tuvo que volver a ser ingresada de urgencia con fuertes vómitos y mareos.

Finalmente, cuando ya se sentía mejor fue enviada a su casa con fuertes recomendaciones para evitar contagiar a su familia ya que, durante este proceso su madre se contagió de Covid-19, pero a los primeros síntomas recibió el tratamiento.

Hojas de eucalipto

El día a día de Yaritza se resume a tomar temprano un desayuno balanceado, tomar los medicamentos a la hora correspondiente, ingerir mucho suero líquido, nebulizarse, escuchar jazz para no deprimirse y hacer vaporizaciones de eucalipto.

Sobre esto último, asegura que un médico le recomendó poner a hervir hojas de eucalipto con manzanilla y aspirar los vapores que despiden estos cocimientos.

“Hay doctores que no creen en eso, pero la verdad a mí me ha hecho sentir mucho mejor. Desde que comencé a hacerlo me han disminuido los dolores de pecho”.

Estos son algunos de los medicamentos que le administraron a Yaritza en el hospital privado al que acudió. LA PRENSA/CORTESÍA

Sobre el alboroto que se ha desatado en las calles donde muchas personas han comenzado a vender bolsas de estas hojas en 50 córdobas ella asegura que es una locura. “La verdad es que lo que necesitamos en estos momentos es ser empáticos y no veo correcto hacer negocios con la desesperación de la gente”.

Sintió miedo de morir cuando le daban ataques de ansiedad al sentir que se le iba el aire. Ahora pasa aislada en su casa, mientras su esposo y su mamá usan mascarilla dentro de la vivienda y están constantemente limpiando todas las superficies con alcohol en gel.

La última medida

El doctor Alejandro Lagos dice que la intubación tiene sus riesgos y bondades, sobre todo, en pacientes que tienen serios problemas para respirar. Este procedimiento se usa en operaciones y casos de pacientes en estado vegetal.

La primera señal de que una persona necesita ser conectada a un ventilador es cuando la saturación de oxígeno en la sangre disminuye, lo que se conoce como hipoxia. Los números normales deben estar arriba del 95%, pero en su carrera Lagos ha visto saturaciones del 40% de oxígeno en la sangre.

“La mayoría de pacientes con Covid-19 no pueden respirar, sienten una sensación de opresión en el pecho y comienzan a desesperarse y aumentar las respiraciones por minuto, tratando de compensar la baja saturación de oxígeno”, apunta.

Así es el proceso de intubación. Ilustración de Luis González/LA PRENSA

Si un paciente presenta una saturación menor de 90 o llegando a 80 y tiene 20 o más respiraciones por minuto, estas son condiciones indiscutibles para que sea conectado a un ventilador.

Dice Lagos que, tras ser valorado por el internista, el intensivista y un anestesiólogo, este último procede a realizar el intubamiento. El paciente es sedado y se le suministran relajantes y medicamentos para evitar las úlceras estomacales y oculares.

Según el médico, si el enfermo de Covid-19 intubado logra sobrevivir más de 48 horas, tiene muchas posibilidades de recuperarse, aunque en la UCI todos los pacientes son de diagnóstico reservado.

Sobre las muertes súbitas que han aumentado en las últimas semanas en Nicaragua, Lagos asegura que pueden corresponder a daños en los tejidos de los pulmones y es ahí donde se producen coagulaciones y el paciente tiene un colapso vascular.

Entre los principales riesgos de la ventilación mecánica están: el infectarse de alguna bacteria dentro de la UCI, daño en alguno de los pulmones, la pérdida de masa muscular, úlceras estomacales, corneales y por presión en los músculos.

Ilustración de Luis González. LA PRENSA

“Los pacientes son colocados boca abajo porque se ha demostrado que en esa posición se disminuye la posibilidad de una trombosis pulmonar, que son fatales y aumentan la mortalidad en Cuidados Intensivos”.

En el caso de que la paciente que necesita ser conectada a un ventilador esté embarazada, Lagos recomienda que lo ideal sería que fuera enviada al Hospital Bertha Calderón donde tienen una de las mejores unidades de cuidados intensivos para mujeres gestantes.

En una de sus pocas apariciones Daniel Ortega aseguró que en Nicaragua hay 499 monitores y ventiladores, además de 562 camas de UCI.

De médico a paciente

A mediados de abril comenzaron a llegar al hospital más personas con problemas respiratorios. Este médico de 39 años que no quiso ser identificado por temor a represalias por parte del Minsa y a quien llamaremos Joel, pasó de atender a los enfermos en uno de los hospitales más grandes de Managua, a quedar postrado en una cama con un profundo miedo a la muerte.

Cuando aparecieron los primeros síntomas se dio cuenta que encajaban con los del Covid-19. Otros de sus compañeros también presentaban fiebre. Luego de realizarle las pruebas el resultado lo dejó confundido. Su examen dio negativo, pero para su sorpresa uno de sus compañeros que era muy cercano a él dio positivo.

A Joel lo enviaron a su casa con fuertes recomendaciones de aislamiento y con todo el tratamiento para un caso de Covid-19 leve. No se atrevió a cuestionar el porqué si había salido negativo lo estaban tratando como un enfermo de la pandemia, al momento de conversar conmigo todavía estaba en su casa en cuarentena.

Este médico facilitó a DOMINGO la lista oficial de fármacos que el Minsa está suministrando a los pacientes de Covid-19. Para los casos leves, moderados y graves se repiten la hidroxicloroquina, fosfato de cloroquina, azitromicina y nitazoxanida.

En los casos graves se administran otros dos medicamentos. El Lopinavir que es un fármaco que se ha utilizado junto a otros para tratar el VIH. Según las instrucciones del Minsa se deben administrar 100 mg de Lopinavir de manera oral cada 12 horas y en caso de que el paciente esté intubado se le administrará por la sonda estomacal “acompañado de 15 ml de vino y posteriormente 50 ml de agua”. Según el Minsa la solución con vino o sea alcoholizada mejora la absorción del fármaco.

Y finalmente se le administrará el famoso Interferón Beta en 7 dosis de 0.25 mg cada 48 horas. Este fármaco cubano fue importado por la dictadura de Daniel Ortega a inicios de abril de ese año.

El miedo al Minsa

Desde que fue señalado de graves violaciones a los derechos humanos y sancionada en reiteradas ocasiones su exministra, el Ministerio de Salud se ha convertido en sinónimo de muerte. Por tal razón cuando comenzó a sentirse enfermo a Josué Garay no se le pasó por la cabeza ir a un centro de salud público.

Salió el 2 de marzo a realizar compras a un supermercado. Usaba guantes y mascarilla y tomó un taxi para volver a su casa. Al siguiente día comenzó a sentirse mal, por la noche fue peor y finalmente en la madrugada se dio cuenta que tenía que buscar ayuda.

Su caso fue bastante severo ya que tuvo problemas estomacales y una fuerte hemorragia nasal. Fue a realizarse exámenes para descartar dengue hemorrágico y salió negativo.

“Los doctores se la están jugando con otras pruebas porque no tienen la del coronavirus. Entonces hacen exámenes de otro tipo y placas en el tórax, plaquetas y van descartando otras enfermedades”, dice el periodista quien actualmente trabaja en una organización opositora al régimen de Daniel Ortega.

Perdió el olfato y el gusto, pero no se atrevió a ir al centro de salud por miedo a ser identificado como opositor o coger una mayor carga viral.

Garay todavía presenta algunos síntomas y sigue guardando distancia con el resto de personas con las que convive. LA PRENSA/CORTESÍA

Recibió trupón, acetaminofén y pasó tres días tomando solamente suero oral. Tuvo varios ataques de ansiedad donde sintió que se ahogaba y pasó varias noches sin dormir.

Durante todo el tiempo que duró la parte más difícil de la enfermedad se aisló dentro de su cuarto. “Vivo con dos personas más y no salía, no compartíamos platos, vasos, ni cucharas y todos seguimos usando guantes y mascarillas”.

Luego de casi 15 días fueron desapareciendo los síntomas más fuertes, aunque los médicos le recomendaron que siga manteniendo la distancia con otras personas.

Intubado y desahuciado

Pero no todos han corrido con la suerte de Yaritza o Garay. Una madre y un padre de familia de Managua recibieron esta semana la noticia de que su hijo está “intubado y desahuciado en un hospital público”. El joven al que llamaremos Rafael laboraba en uno de los poderes del Estado y uno de sus familiares accedió a dar información de su caso bajo anonimato por temor a represalias.

“Salió contagiado tras una jornada de vacunación que hicieron con todos los trabajadores públicos de su área”, dice vía telefónica un sobrino de Rafael.

Esta familia decidió autoconfinarse y se está automedicando con “pastillas y cocimientos”. Pese a estar confirmado que es positivo por la enfermedad el Minsa no les ha dado seguimiento de ningún tipo.

Sobre este caso es poca la información que han recibido. Es como si el sistema médico se tragó a Rafael y la familia solo recibe información a cuentagotas. La última noticia fue que el muchacho estaba sobreviviendo gracias a permanecer conectado a un respirador.

“Nos dijeron que está desahuciado. Solo estamos esperando”.

En similares condiciones de secretismo falleció esta semana un trabajador del Instituto Nicaragüense de Energía.

Uno de sus familiares publicó en redes sociales que el paciente antes de que lo aislaran por completo les dijo que estaba recibiendo maltrato. Días después murió y el cuerpo fue entregado con moretones producto de reiteradas canalizaciones.

La familia no sabe si fue intubado o no, una primera versión médica fue que sí se le practicó el procedimiento, pero ellos lo dudan. Solo recibieron el acta que decía que murió de “neumonía atípica grave”. La familia no quiso dar más información al respecto y dijo por medio de mensajes de texto que no querían ser expuestos, pese a tener pruebas de que hubo negligencia.

El pasado 19 de mayo el tema del Covid-19 dio un giro dramático pasando en una semana de 25 casos positivos reconocidos por el Ministerio de Salud a 279. En medio de denuncias de muertes por negligencia y entierros nocturnos.

Hasta el cierre de este reportaje los familiares de Rafael no han recibido ninguna información sobre su estado de salud.

Boca abajo

“Decúbito prono” significa “boca abajo” y es en la posición en que se están colocando miles de pacientes víctimas de la pandemia al ser intubados. Esta posición mejora el flujo de sangre y aumenta la cantidad de oxígeno que ingresa en los pulmones. Se cree que su origen se sitúa a mediados de 1970, pero fue en 1986 cuando se expandió su practica gracias al médico italiano Luciano Gattinoni, que lideró los primeros estudios al respecto.

Equipo especial

Lo de colocar al paciente intubado boca abajo no es un proceso fácil. Se necesitan suficiente personal médico para realizarlo. El centro médico de Jonh Hopkins creó un equipo especial que se dedica a poner boca abajo a los pacientes. El personal de la UCI puede no estar familiarizado con este procedimiento además de que una paciente con obesidad requiere de hasta cinco personas para lograr el procedimiento.

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