El equipo de los Indios del Bóer son el conjunto más popular del país y enemigos públicos número uno. Siempre que viajan a un departamento normalmente llenan los estadios. Eso no es sorpresa. El desconcierto es la falta de responsabilidad por la salud que mostraron los aficionados de Estelí este viernes en el primer desafío de la serie de la segunda vuelta de Campeonato de Primera División, los cuales llenaron el estadio de beisbol Rufo Marín. Más de 2,500 personas coreando a su equipo ciegamente a pesar de la crisis sanitaria por el Covid-19 que se vive en el país, y peor aún, en una semana que ha dejado en evidencia el descontrol y paupérrima respuesta del sistema de salud nicaragüense.
Si bien es cierto el duelo era atractivo: los dos mejores equipos de la segunda vuelta definían el liderato momentáneo, los fanáticos pusieron en riesgos sus vidas, además cayeron en el juego de la dictadura Ortega-Murillo, quienes ven como el país se parte en mil pedazos, pero pretenden aparentar normalidad. Al final del juego los capitalinos vencieron 16-8. La mayoría de jugadores no usaron mascarillas, sin embargo solamente el mánager del Bóer Ronald Tiffer y el jardinero Jordan Pavón llevaban consigo protección.
Nicaragua se convirtió junto a Bielorrusia como los únicos países a nivel mundial que no suspendieron sus actividades deportivas a pesar de la pandemia global. En el terruño se juega futbol de Primera División, el cual terminará este sábado, el Campeonato de Primera División de beisbol, la Copa Alexis Argüello en boxeo y el Torneo Carlos Ulloa en baloncesto, además de cientos de ligas locales Mayor A. Un mundo paralelo a la realidad con altos índices de riesgo de exposición al público.