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La Última fotografía que se tomó la señorita Angelina Salvadora Candia Rojas, de 61 años. HOY/Archivo

Grandes Crímenes | El asesinato de la señorita Candia, “la monja andante de León”

Angelina Salvadora Candia Rojas, de 61 años, era conocida como la señorita Candia. Aunque algunas personas en las calles la molestaban diciéndole señora, pero ella los corregía. El 30 de julio de 1964 fue la última vez que la vieron con vida.

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Este reportaje fue publicado en el diario HOY el 9 de junio de 2018

Angelina Salvadora Candia Rojas era todo un personaje leonés. La gente le llamaba la Monja sin hábito o la Monja andante. Caminaba por las calles de la ciudad con una imagen del Divino Niño, pidiendo ofrendas y visitando la Catedral todos los días.

El 30 de julio de 1964, a las 10:00 de la mañana, fue la última vez que los feligreses la vieron en la iglesia. Ese jueves, a las 6:00 de la tarde, los asiduos visitantes de la Catedral se extrañaron que Candia, de 61 años, no se presentara al Santísimo. Era de las infaltables.

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Angelina también era conocida como la señorita Candia. Aunque algunas personas en las calles la molestaban diciéndole señora, pero ella los corregía.

LA PRENSA reportaba en 1964 sobre el crimen de la señorita Candia. HOY/Archivo

“Los taxistas, que se sentaban en las bancas del parque, frente a (Capi) Prío, conocían de su pudorosa obsesión y la vulgareaban incitándola y provocando su enojo… se enojaba si le decían señora, ella era señorita y cuidaba de su honra con uñas y dientes como quien cuida de su único haber. Los chavalos de la calle le gritaban que habían visto calzoncillos de hombre colgados en los cordeles donde secaba su ropa, cosa que la indignaba y la hacía vociferar todo el día”, escribió Gladys Icaza en La Prensa Literaria (2010) en un homenaje a Candia.

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Y es que Candia también escribía versos y promovía actos culturales. Le gustaba que la llamasen Poetisa Universal.

Por esa tapia caída se presumía que habían entrado los delincuentes. HOY/Archivo

Por eso, cuando fue asesinada y violada, el pueblo leonés se indignó. La señorita Candia fue hallada muerta en su casa hasta la noche del sábado 1 de agosto de 1964, tenía dos días de haber sido asesinada. Una joven que le debía dinero había llegado a buscarla el viernes, pero nadie respondió al llamado. Candia también era prestamista y vivía de esos réditos. Manejaba grandes cantidades de dinero y joyas, pero a ella no parecía importarle. Según reportes de La Prensa, su alimentación “se la procuraba entre amistades”.

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La misma joven regresó el sábado y siguió golpeando la puerta de la casa que Candia había recibido como herencia.

Al no recibir respuesta, avisó al cuñado de la señorita Angelina.

Desde que mataron a su ama, el perrito de la señorita Candia se mantuvo debajo de la cama de esta. HOY/Archivo

Al llegar la familia, se enteraron que la casa estaba cerrada con tranca por dentro. Llamaron a la Guardia Nacional y estos abrieron la puerta. Un olor a muerte invadió la cuadra.

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La señorita Candia fue hallada muerta con un golpe en la sien derecha, otro que le hundió el pómulo derecho y golpes en la parte interior del muslo derecho. El forense fue claro: hubo violación.

Estrangulada

Casi 15 días pasaron para que los asesinos de la Monja sin hábito fueran capturados. Una pista insólita llevó hasta los criminales.

En la escena del crimen, quedó olvidada una dentadura postiza, la cual tenía una pieza de oro. La prótesis fue llevada a los odontólogos de la ciudad y uno de ellos recordó a quién le había elaborado la “chapa”.

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Fue así que la Policía capturó a los delincuentes juveniles Carlos Martínez Carvajal, de 15 años; Leonel Santana Carmona, de 18; Hugo Méndez Luna, de 17, y Ronald O’Conor Peralta, de 19, quienes entraron a la casa de Candia para robar.

Carlos Martínez Carvajal (izq.) y Leonel Santana Carmona, dos de los asesinos. HOY/Archivo

Martínez Carvajal, el más joven, era el líder de la agrupación. Él y Santana confesaron el crimen, mientras que Méndez y O’Conor siempre negaron su participación en el asesinato, pero los dos primeros se encargaron de contar con detalles cómo mataron a la señorita Candia.

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El crimen fue planificado en el parque La Merced de León. El miércoles 29 de julio de 1964, quisieron ejecutarlo, pero no pudieron entrar ante los ladridos de Jackie, el perrito de Candia. Por lo que llamaron a Managua a Martínez Carvajal.

Hugo Méndez Luna (izq.) y Ronald O’Conor Peralta, los otros dos cómplices. HOY/Archivo

Al día siguiente, a las 10:30 de la mañana, los cuatro ingresaron a la casa de la señorita Candia por un boquete que había en la parte trasera. Martínez salió y quedó vigilando afuera de la casa. En ese momento, la señorita regresaba de la Catedral y el quinceañero alertó a sus compañeros.

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Los delincuentes dejaron entrar a la señorita Candia, quien dejó su sombrilla a un lado de la cama.

Hugo Méndez la tomó de los brazos por detrás, mientras O’Conor la golpeó con un hierro en la cabeza hasta desmayarla.

Cuando declararon los adolescentes, la multitud se reunía enfrente del comando de León. HOY/Archivo

“La vamos a matar, porque esta vieja me conoce”, habría dicho O’Conor y Santana le colocó una correa de máquina de coser al cuello.

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Luego Santana la mancilló, mientras el perrito ladraba furiosamente por su ama. También quisieron matar a Jackie, pero este los esquivaba entrando y saliendo del aposento.

Hugo Méndez también la violó. Después O’Conor apretó la correa que habían puesto en el cuello y la estrangularon.

“Había mucho dinero y joyas en la caja de hierro. A mí me dieron C$4,800 y una cadena. Nos repartimos en el mismo aposento el dinero y las alhajas”, dijo Martínez Carvajal ante el juez.

Delincuentes torpes

La Prensa calificó como torpes a los delincuentes porque en el robo dejaron 765 dólares en el catre de la fallecida.

Los leoneses se dieron cita la tarde de un sábado para la reconstrucción del crimen. HOY/Archivo

“Dejamos los billetes dólares regados, porque no eran conocidos de nosotros”. En el robo se llevaron unos 40 mil córdobas. Una fortuna para la época.

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Los criminales se llevaron varias joyas y el dinero que estaba en una caja metálica. Pero cuando la Policía inspeccionó, debajo del catre halló una bolsita con alhajas como perlas, cadenas y piedrerías. A la señorita Candia le gustaban mucho las joyas y siempre andaba varias puestas en sus recorridos por León.

Todos los ladrones salieron por la puerta delantera, menos Santana, que puso la tranca y escapó por donde entraron.

Carlos Martínez fue capturado por el Cine Salinas, en Managua. Sus compinches fueron detenidos en el barrio Santa Fe de León.

Entierro con candiles

A las 7:00 de la noche del sábado 1 de agosto de 1964 fue descubierto el cadáver de la señorita Angelina Salvadora Candia Rojas, en su solariega casa en el barrio San Juan de Dios, en León. Enfrente de su vivienda estaba ubicado el periódico El Universal.

Uno de los adolescentes capturados por el crimen de Candia. HOY/Archivo

A eso de las 11:00 de la noche, no menos de tres mil personas estaban afuera de la casa de la Poetisa Universal.

Después que el forense —doctor Abraham Marín Carcache— diera la orden, varios reos de la cárcel conocida como La 21 fueron llevados para que metieran el cadáver en el ataúd. Los mismos reos cargaron el féretro hasta el cementerio Guadalupe de León.

Los curiosos acompañaron el cortejo fúnebre con candiles. Cuando llegaron al cementerio, el padre Noel Buitrago cantó un responso de cuerpo presente.

Así despidieron a uno de los personajes más excéntricos en la ciudad de León.

Una leyenda

En septiembre del año pasado el museo Leyendas y Tradiciones Coronel Joaquín de Arrechavala, en León, anunció que se iba a incluir a Angelina Candia entre los personajes del museo.

Candia acostumbraba a vestirse con el uniforme del Colegio Anunciación.

Una de las leyendas que la rodea es que recorrió el mundo tratando de llegar a Roma y hablar con el mismísimo papa Pío XII para que le permitiera ser monja, ya que en los conventos del país fue rechazada.

La gente viendo cuando sacaban el ataúd de la señorita Candia de su casa. HOY/Archivo

Su sueño nunca se cumplió, pero para León era su Monja sin hábito.

Los asesinos de Candia fueron condenados por robo, violación y asesinato. Dos de ellos, Carlos Martínez Carvajal y Leonel Santana, escaparon en febrero de 1965 de la cárcel La 21, pero tres días después fueron capturados en San Marcos de Colón, Honduras.

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