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Este es el sumidero del exrestaurante Neptuno, en donde ocho años después se encontraron los restos del prestamista Ricardo Schmidt Jirón (q.e.p.d.). Los lentes y el pantalón del infortunado fueron identificados por sus familiares. Archivo

Grandes crímenes | El misterioso asesinato del prestamista Ricardo Schmidt en Corinto

Salió de su casa un 28 de julio de 1992 y jamás volvió. Sus asesinos lograron librarse de culpa por ocho años hasta que en el 2000 descubrieron sus huesos en un sumidero y el caso fue reabierto

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Este reportaje fue publicado originalmente en el Periódico HOY el 12 de agosto de 2019

Ricardo Schmidt Jirón nació el nueve de febrero de 1927 a las 7:00 de la mañana. Así se lee en el Registro del Estado Civil de las personas de la Alcaldía de Corinto. Son muchas las historias que giran en torno a la vida de este chinandegano, pero lo desconocido tiene que ver con su muerte. ¿Cómo murió? ¿Qué fue lo último que dijo? ¿Quién lo mató? A la fecha es todo confuso.

Para profundizar en torno a la muerte de Schmidt Jirón es oportuno saber que era prestamista. Tenía una buena fortuna que logró acuñar durante la época de oro corinteña. En fin… el hombre estaba sujeto a robos, envidias, y resentimientos por parte de personas a las que cobraba su dinero deliberadamente. Pero estaba en su derecho ¿o no?

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En esas andaba el día que desapareció, un 28 de julio de 1992. Cuenta la historia que el corinteño con 66 años de edad resolvió visitar el restaurante Neptuno, en Pasocaballos, propiedad de Norma Bengoechea quien (según las posteriores indagaciones policiales) le debía cinco mil dólares. Schmidt Jirón (q.e.p.d.) llegó en su carro marca Toyota, color celeste platinado, a retirar su pago.

Nunca se precisó si el efectivo se le fue dado o no. Lo certero es que el prestamista había salido de casa con unos papeles importantes y jamás regresó.

Búsqueda fallida

Sobrinos del desaparecido se movilizaron después de varios días y empezaron a buscarle por doquier. Desesperada la familia, alertó a la Policía de Corinto que para entonces estaba al mando del capitán Pablo Vargas. También se pidió ayuda a la Policía de Chinandega, pero la unión no hizo la fuerza. No se supo más de Ricardo Schmidt Jirón ni de su lujoso automóvil.

La búsqueda llevó a los policías a realizar operativos en el restaurante Neptuno. Numerosas hipótesis se tejieron en torno a la propietaria, Norma Bengoechea y su hijo Jairo Lovo Bengoechea.

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Ambos fueron detenidos por ser los últimos que vieron al prestamista con vida. Los oficiales resolvieron trasladarlos a Chinandega donde cinco días después Jairo se fugó y huyó a Estados Unidos.

La familia del desaparecido se convenció que la Policía no estaba actuando transparentemente, y con el paso de los días recibieron amenazas de muerte a través de llamadas anónimas. Dolidos, resolvieron no hablar más del tema hasta cumplido un año, en la misa de réquiem, oficiada en Corinto a las 5:00 de la tarde, donde un hermano del difunto pidió a los presentes no remover el caso, pues tenían miedo de ser secuestrados.

Los familiares del prestamista consternados pidieron justicia. LA PRENSA/Archivo

La vida de los corinteños transcurrió con normalidad. Poco a poco la historia del prestamista fue tomando ribetes fantásticos; muchos decían que su cuerpo había aparecido sin las extremidades inferiores y amarrado a un barco en Pasocaballos. También hubo buzos y pescadores que en sus tertulias de fines de semana aseguraban haber visto restos y prendas en las profundidades del mar.

Osamentas abren caso

El 26 de abril del 2000, ocho años después de la desaparición del cambista, fueron encontrados los huesos de una persona del sexo masculino, por un grupo de trabajadores que limpiaban el sumidero del antiguo restaurante Neptuno. No hubo duda: “Es Ricardo Schmidt Jirón”, dijeron los pobladores que conocieron el caso.

Los restos fueron sacados en presencia de los familiares del desaparecido, peritos de la Policía cavaron en el sitio del hallazgo y poco a poco fueron extrayendo de la tierra pedazos de huesos de la cabeza, dentadura… hasta que dieron con los lentes, la faja y el pantalón.

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La ingeniera Lourdes Bravo Schmidt, sobrina del cambista, dijo que en un ciento por ciento estaba convencida que se trataba de su tío. “Mucha gente nos aseguraba que estaba ahí, pero en aquel entonces la Policía obstaculizó las labores, y no se logró aclarar nada. Yo reconozco sus lentes y su pantalón, y ahora le vamos a dar cristiana sepultura y queremos que se abra el caso… pedimos justicia”, refirió Bravo Schmidt, entre lágrimas a La Prensa.

El entonces comisionado José Luis Cárcamo, segundo jefe de la Policía de Chinandega, dijo que las piezas serían remitidas al Instituto de Medicina Legal (IML) para determinar si los restos correspondían o no al desaparecido. El dictamen final jamás se conoció.

La Policía resolvió citar a personas que habitaban en los alrededores de Pasocaballos, exempleadas del Neptuno y también se giró una orden de arresto para Norma Bengoechea quien vivía en los alrededores del mercado Oriental. Una juez Local de El Realejo también circuló a través de la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) a Jairo Bengoechea, quien radicaba en Los Ángeles, California.

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El 27 de abril de 2000 la Policía de Chinandega y Managua arrestó en el mercado Oriental a Norma Bengoechea, señalada como principal sospechosa en la muerte de Ricardo Schmidt. En las celdas de Chinandega la mujer juró que era inocente y que nunca le había pedido favores al prestamista.

“Nunca le presté dinero a ese señor, mi negocio era muy solvente y enfrentaba una vida con buenas condiciones económicas, ya que para ese tiempo logré tener una excelente clientela que atendía día y noche”, expresó Bengoechea, quien rememoró que en 1992 fue injustamente arrestada con su hijo (del que no sabía de su paradero desde esa fecha), “luego de la cárcel mi casa fue registrada y excavaron el sumidero. No encontraron ninguna pista”, aseveró.

La familia afectada pidió a la justicia nicaragüense que no dejara impune el asesinato de su pariente.

Con el paso de los días el caso se tornó más confuso. El móvil del crimen nunca estuvo claro, se presumió que al prestamista le habían asesinado por no pagarle un dinero (los cinco mil dólares de los Bengoechea). Luego, trascendió que un expolicía involucrado en el caso se entregó a las autoridades y confesó que había desviado información para estropear las investigaciones, también se mencionó a otros oficiales. Ninguno tuvo castigo.

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El 8 de mayo del 2000, la juez Primero de Distrito del Crimen de Chinandega, Rosa Baca, dictó auto de segura y formal denuncia a Norma Bengoechea y su hijo. En esos días Norma dijo a La Prensa que estaba siendo torturada y obligada a aceptar un crimen que no cometió “soy un chivo expiatorio. El verdadero asesino está libre”, manifestó.

Sin embargo, las autoridades refirieron que por mucho que esta negara su participación, habían pruebas que la implicaban directamente (a ella y su hijo Jairo).

Jairo Bengoechea conocido como el asesino del Neptuno es llevado a las cárceles de Chinandega a cumplir su condena de treinta años. LA PRENSA/Archivo

En su ausencia Jairo Lovo Bengoechea fue declarado culpable del asesinato y condenado a treinta años de prisión. El fallo lo dictó el juez Segundo de Distrito del Crimen, Edwin Espinoza Corea.

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El 12 de enero del 2005, Jairo Lovo Bengoechea fue extraditado. Llegó procedente de Nueva Jersey, Estados Unidos, donde fue capturado y encontrado indocumentado. El detenido llegó a las 6:50 de la tarde. La Policía Nacional determinó que Lovo Bengoechea comenzaría su condena de treinta años el 13 de enero del 2005, en las cárceles de Chinandega.

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