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El nueve de mayo de 2018, el obispo de la Diócesis de Juigalpa, monseñor René Sándigo, durante una homilía pedía perdón a las madres de las víctimas, y culpaba a los obispos de la Conferencia Episcopal de incitar al odio.
“¡Hasta haz llorado madre!”, gritó Sándigo, en la celebración del 38 aniversario de las apariciones de la Virgen de Cuapa. “¡Perdónanos por ser causantes de esa violencia! Por incitar a esa violencia, porque también hemos pecado, incitando a esa violencia. Cuando el papel nuestro debió ser de mediadores, de apaciguadores y de promotores del diálogo y de la paz”, dijo el líder católico.
Seis días después, el 15 de mayo, antimotines y miembros de la Policía Orteguista atacaron el tranque de la salida de Juigalpa a Managua. Esa mañana nublada cinco sacerdotes entrelazaron sus brazos y caminaron de frente a los oficiales que les apuntaban con sus fusiles de guerra. Dos de los religiosos vestían sotanas blancas, uno iba de sotana negra y los otros dos vestían los hábitos franciscanos. De nada sirvió, a mitad de camino nuevamente los oficiales dispararon balas de goma y gases lacrimógenos en contra de los campesinos que iban detrás de los sacerdotes.
Un obispo joven
Sócrates René Sándigo Jirón estaba celebrando su cumpleaños número 53, cuando en Nicaragua estallaron las protestas de 2018. Nació en el municipio de Diriá, departamento de Granada, el 19 de abril de 1965. Sus padres, Enrique Sándigo e Isabel Jirón, tuvieron 12 hijos. Sócrates fue el noveno.
Estudió la primaria en Diriomo y la secundaria en el Colegio Salesiano de Granada. De su formación con los padres Salesianos, Sándigo heredó el carisma de la enseñanza, y nada más terminar la secundaria ingresó al Seminario Menor de Granada; luego pasó al Seminario Mayor Nuestra Señora de Fátima en Managua, donde realizó sus estudios de Filosofía. Hasta este punto el joven seminarista ha llevado una formación normal para un aspirante a la vida sacerdotal, hasta que es enviado al Seminario Conciliar de Medellín, Colombia, donde realiza sus estudios de Teología. Luego realizaría estudios de Teología Bíblica en Roma para ser ordenado sacerdote en su natal Diriá, el 11 de enero de 1992.
Monseñor David Zywiec, recuerda que cuando Sándigo fue consagrado como obispo “era muy joven”. Fue nombrado obispo de la Diócesis de Juigalpa por el papa Juan Pablo II, el 28 de octubre de 2004 y finalmente consagrado en enero de 2005. Tenía 39 años.
“Es un hombre campechano y tiene buena relación con los sacerdotes”, asegura monseñor Zywiec, obispo de la recién creada Diócesis de Siuna, en el Caribe Norte.
El periodista Israel González, corresponsal de la agencia Religión Digital, define al obispo René Sándigo como un “hombre sumamente autoritario”. A criterio de González, Sándigo estableció en Juigalpa “una pastoral de signo clericalista, tradicional y vertical”.
El joven Josué Dayan Aragón López recuerda la llegada de monseñor Sándigo a Juigalpa en 2005. Aragón era parte de un coro de niños y ese día los llevaron a la Catedral que todavía estaba sin terminar, para ver a un “padre sin canas al que nadie en el pueblo conocía”.
Aragón, quien hoy tiene 23 años, es parte de la pastoral juvenil de Juigalpa. Describe al obispo Sándigo como un hombre cercano “que uno se encuentra en las calles y te saluda”. Además asegura que motiva especialmente a los jóvenes.
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La Diócesis de Juigalpa fue erigida como tal el 30 de abril de 1991. Abarca los departamentos de Chontales y Río San Juan, en una extensión de más de 14 mil kilómetros cuadrados. A su llegada Sándigo se encontró con unas 20 parroquias, la mayoría sin sacerdotes.
“Le tocó ordenar a la mayoría del clero y se preocupó por darles condiciones a sus sacerdotes en las comunidades”, refiere el periodista Israel González. La gran mayoría de los sacerdotes que entraron al Seminario durante el episcopado de Sándigo en Juigalpa fueron enviados a estudiar fuera del país. Hoy la Diócesis tiene 31 parroquias.
Problemas con los campesinos
La tarde del 15 de mayo de 2018, un grupo de periodistas entró al tranque de Juigalpa. Son guiados por la líder campesina Francisca Ramírez. En ese momento es la única persona que puede hacer que las barricadas se abran y se cierren en esta zona del país.
Enfrente hay gruesas láminas de zinc, luego tres líneas de adoquines con una altura de poco más de un metro y detrás una fila de llantas listas para ser incendiadas. Hay vidrios rotos y pinchos que llaman “miguelitos”. En medio, cientos de campesinos furiosos y desconfiados. Detrás de la muchedumbre, a unos 200 metros, se levanta exactamente la misma barricada con las láminas, las líneas de adoquines y las llantas. Es el tranque más grande de Nicaragua.
Los cinco sacerdotes están cansados. Han soportado los gases lacrimógenos y esquivado piedras y balas de goma; la Policía no ha dado respiro durante toda esta mañana nublada. Por la tarde es una fuerte lluvia la que obliga a los dos bandos a tomarse un respiro.
Casi al caer la noche y con menos lluvia, Francisca Ramírez recibe una llamada, es monseñor René Sándigo y le pide que se reúnan.
“Nunca quiso hablar con nosotros durante todos estos años y ahora sí quiere hablar”, le respondió al obispo. La conversación no duró mucho.
Entrada la noche, en redes sociales se difundió que en “Juigalpa habían entrado tres camionetas llenas de armas”; eran las camionetas en las que habíamos entrado varios periodistas nacionales e internacionales, junto a Francisca Ramírez.
El Movimiento Campesino ha resentido la falta de apoyo de Sándigo hacia su lucha.
Entre la madrugada del 23 y la noche del 24 de diciembre de 2014, la Policía Orteguista secuestró a varios campesinos en la zona de El Tule, en Río San Juan. Varios de ellos eran líderes del Movimiento Campesino, fueron trasladados a las celdas de la antigua Dirección de Auxilio Judicial (el Chipote) en Managua y varios días después fueron entregados a monseñor René Sándigo.
Según una fuente que estuvo presente en la entrega de los campesinos y que no quiso ser identificada por seguridad, “el obispo regañó fuertemente a los campesinos. Les dijo que las organizaciones los alborotaban y cuando los metían presos tenía que ser él al que buscaban para sacarlos”, aseguró el testigo que estuvo dentro de la iglesia donde fueron entregados los campesinos.
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Estás palabras de Sándigo son similares a las que dijo en diciembre de 2016, cuando acusó al Movimiento Renovador Sandinista (MRS) de manipular a los campesinos.
“El MRS siempre ha estado presente ahí, manipulando a los campesinos y organizaciones no gubernamentales, que cogen a nuestros campesinos por aquellas demandas tal vez justas, o injustas, y los lanzan como punta de lanza para ser maltratados y encarcelados”, expresó Sándigo, luego de salir de un encuentro que los obispos sostuvieron con el secretario general de la OEA, Luis Almagro.
Dichos señalamientos fueron negados en su momento por la exguerrillera y directiva del MRS, Dora María Téllez, y recientemente la actual presidenta del MRS, Suyén Barahona, dijo que esas palabras eran “desinformación”.
Escándalos en la curia
El 8 de julio de 2017, la filial del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), en Chontales, informó que en febrero de ese año recibieron una denuncia en la que acusaban al sacerdote Wilmer Antonio Pérez Díaz, de entonces 33 años y a su hermano de 14 años, de violar a dos niñas.
Según la madre de las menores, el 16 de febrero de 2017 el hermano del padre Pérez violó a la menor de las niñas que entonces tenía seis años, mientras que la hermana mayor de 12 años manifestó que el sacerdote “le tocó sus partes, sus pechos y la besó en la boca”, lo que con base en el Arto. 172 del Código Penal Vigente, constituye el delito de abuso sexual.
Según la nota de prensa del Cenidh, la Policía “no quiso recibir la denuncia de la madre de las víctimas al tratarse de un sacerdote y su hermano”. Este organismo de derechos humanos brindó acompañamiento a la familia y documentó la actitud “hostil” por parte de la Policía hacia la madre de las niñas.
Vilma Núñez, directora del Cenidh, recuerda que en ese caso se acudió a la Fiscalía Departamental de Juigalpa, para que iniciara una investigación pero nunca recibieron ninguna respuesta. Por lo que solicitaron una audiencia con monseñor Sándigo. Los defensores fueron recibidos tres días después.
“Se le entregó toda la documentación del caso y se le solicitó que iniciara un proceso canónico como lo establece el derecho de la Santa Sede”, explicó Núñez.
Días después Sándigo creó un grupo de investigación, pero nunca se ofrecieron resultados de esto.
En su lugar, René Sándigo realizó una de las movidas típica de los obispos que han protegido a sacerdotes que se miran salpicados por este tipo de acusaciones. El padre Wilmer Antonio Pérez Díaz fue trasladado de la iglesia de Guadalupe en Juigalpa, a la parroquia de Cuisalá en Comalapa, a casi 20 kilómetros de Juigalpa.
“Intentamos hablar con otros altos miembros de la Iglesia para ver qué se podía hacer, pero no logramos nada”, asegura Vilma Núñez.
El caso solo avanzó en dirección al hermano del padre Pérez, quien fue declarado culpable del delito de violación y recibió “medidas socioeducativas” a como establece la ley. El caso de la niña de 12 años nunca pasó al Ministerio Público y fue archivado.
En 2012, cuando René Sándigo era presidente de la Conferencia Episcopal, dijo que la Iglesia católica no respondería como institución a ninguna denuncia de abuso sexual, sino que cada sacerdote debería de enfrentar a título personal cualquier acusación.
“Cada uno es dueño de sus propios actos y cada uno deberá de responder por sus actos individuales, porque no puede la institución como tal asumir estas individualidades”, dijo en febrero de 2012 el ahora obispo de León, que además sostuvo que esta medida era para evitar “acusaciones que a veces, incluso son infundadas y tienen a veces el propósito de conseguir dinero”.
Esta acusación coincide con otro de los escándalos en los que se ha visto salpicado René Sándigo y su antiguo clero de Juigalpa. A inicios de 2017 se fue con casi todos sus sacerdotes a una peregrinación por Tierra Santa. Este viaje inédito en la historia eclesial de Nicaragua, según los reportes de LA PRENSA, rondó un costo de 3.4 millones de córdobas.
El obispo emérito de Juigalpa, Bernardo Hombach, criticó esta decisión de su predecesor.
“Si uno tiene que pagarlo o pagarlo con dinero de la parroquia o algo, entonces yo creo que es un gasto fuerte y cada uno tenía que reflexionar si está justificado, y si es una donación bendito sea, pero hay que ver, porque hay donaciones también que nos amarran las manos, quitan independencia”, dijo a LA PRENSA.
Revista DOMINGO intentó comunicarse con monseñor Sándigo por medio de la curia de León y otras fuentes eclesiásticas, pero Sándigo no quiso dar declaraciones.
El obispo 51 de León
Las campanas no dejan de sonar. La muchedumbre rodea al nuevo obispo de la Diócesis más antigua e histórica de Nicaragua. Sándigo viste la tradicional sotana morada episcopal y una fila de sacerdotes se acerca para abrazar a su nuevo pastor.
Sándigo se abraza con monseñor Silvio Selva, vicario de la Diócesis de León y quien unos días después será removido de ese cargo, que ahora ocupa monseñor Marcos Díaz. Es el primer gran cambio del nuevo obispo de la ciudad colonial.
“¡Hombre Rodrigo!, siempre guapo y joven”, le dice Sándigo a monseñor Rodrigo Urbina Vivas, sobrino del obispo saliente de León, Bosco Vivas.
Mientras el nuevo jerarca de León y Chinandega avanza entre los feligreses es seguido de cerca por el comisionado Ramón Avellán.
El obispo Zywiec de Siuna dice que dentro de la Conferencia Episcopal se sabía que era muy posible que el papa Francisco nombrara a uno de los obispos como nuevo prelado de León.
“Es la sede más antigua y prestigiosa de Nicaragua. Entonces en lugar de consagrar a un sacerdote como nuevo obispo, era más factible trasladar a uno de los obispos a León”, detalla monseñor David Zywiec.
Además, según Zywiec, el papel del nuncio apostólico en este tipo de decisiones es importante, ya que el nuncio pide el consejo de la Conferencia Episcopal y luego el representante de la Santa Sede envía un informe al papa.
Sándigo, si bien es cierto llega a la Diócesis con más historia y tradición de Nicaragua, esta no pasa por su mejor momento. Luego de casi 30 años de episcopado de Bosco Vivas, la Diócesis se ha acomodado. Sobre Sándigo pesa la tarea de renovar la dinámica pastoral de la Iglesia del occidente del país y despertar a un clero y feligresía que se ha quedado estancada dentro de los templos coloniales.
Vocación por la enseñanza
Monseñor Sándigo ha sido profesor de los tres Seminarios Mayores de la Provincia Eclesiástica de Nicaragua. Fue secretario de la Conferencia Episcopal y delegado de la misma y delegado de esta ante el Consejo Episcopal Latinoamericano.
Fue durante varios años vicario y párroco de varias iglesias en Medellín, Colombia, fue rector del Semanario Mayor San Pedro Apóstol, de Granada y Vicario Episcopal en la zona sur en la diócesis de Granada.