La bandera azul y blanco de Nicaragua acompañó al comandante «Fafo», Darwin Potosme, hasta su tumba, víctima de la represión. La bandera pendió por unas horas del cuello de la estatua del General Augusto C. Sandino en Niquinohomo, y también, por esa misma bandera se llevaron presa a doña Flor Ramírez, la señora del huipil, reconocida en las protestas cívicas; todo eso y más en 16 meses de crisis sociopolítica.
Esa misma bandera debería de enarbolarse en la casa de cada nicaragüense el próximo 14 y 15 de septiembre, que se conmemora la batalla de San Jacinto y la Independencia de Centroamérica, respectivamente, porque es de obligatorio cumplimiento, según la Ley sobre Características y Uso de los símbolos patrios.
En la legislación se establece en el artículo 19 que «es obligatorio para todo ciudadano nicaragüense enarbolar la Bandera Nacional en el frente de su casa en los días de conmemoración de la Independencia de Centroamérica y en los días que señale el Poder Legislativo o el Poder Ejecutivo».
Criminalización de la bandera Azul y Blanco
Mario Sánchez es investigador social, explica que el cumplimiento de ciertas legislaciones están basadas sobre un supuesto estado de derecho, de democracia, pero la realidad nicaragüense dista mucho de ello.
Los símbolos patrios se convirtieron en los de la rebelión cívica, y con ello, el régimen de Daniel Ortega los empezó a criminalizar y posteriormente, desde finales de agosto, intenta rescatarlos, a tal punto, que hasta los camiones de la basura domiciliar portan el pabellón nacional.
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Poner la bandera, a como de forma obligatoria lo señala la ley implica un riesgo, un riesgo que cada persona debe medir, señala Sánchez.
Enarbolar la bandera es un derecho, en teoría, pero en la práctica, el Estado no ha respetado las leyes y la Constitución Política de Nicaragua.
«El ciudadano puede apelar a esa institución normativa, que es un derecho que tiene, pero en este contexto polarizado, y que el Estado funciona con sus mecanismos de represión, identificación y seguimiento, si alguien la pone en su casa con el escudo invertido, inmediatamente, con ese tendido de información territorial que tiene el sistema represivo, te exponés y te vulnerás, pero también es una forma de resistencia», dijo.
La bandera nacional y el Himno Nacional se han convertido en expresiones cotidianas de la resistencia cívica, que va más allá de una ideología y busca el restablecimiento de los derechos, explicó el investigador social.
Policía Orteguista viola la ley
En el artículo 12 de la citada ley se expone que «no se colocará ninguna otra bandera o insignia en el asta en que esté la bandera de Nicaragua»; sin embargo, el régimen de Daniel Ortega, ha violado en múltiples ocasiones esta disposición.
Con la «operación limpieza», los cuerpos parapolicías armados colocaron la bandera partidaria por encima del pabellón nacional, y hasta le hicieron reverencia.
Pese a toda la vulneración de los derechos humanos por parte del régimen orteguista y su cuerpo represor, la Policía, la población sigue usando la bandera como un acto subersivo en ejercicio de sus derechos.