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¿Hacia dónde vamos?

Después de leer relatos de las víctimas de este régimen, datos escalofriantes de testigos presenciales, de la propia víctima en el caso de los torturados y organizaciones de derechos humanos que han venido exprofeso a instalarse en Nicaragua por un período corto, me cuestiono:

¿Cómo pudimos permitir que este hombre inescrupuloso regresara al poder? Es una vergüenza nacional que los actos de espionaje, persecución, amenazas, secuestros y hostigamiento del ayer sean hoy un hecho concreto y refinado. Nunca entendimos que “el zorro pierde el pelo, mas nunca las mañas”.

Nos enfrentamos a una dictadura con acciones no violentas, dentro de un desafío político masivo. Ante la represión del régimen como si estuviera en guerra con enemigos extranjeros, el pueblo tiene que acumular fuerzas y confianza en sí mismo para seguir desafiando, manteniendo una disciplina extremadamente de cuidados, evitando muertos. La resistencia pacífica debe de componerse de ejes articulados y al unísono realizar acciones que golpeen al opresor, nuestro objetivo contrarrestar la represión. Debe entender la policía que si creen que los crímenes perpetrados provocarán abandono del anhelo de libertad, o rendición, están equivocados, hasta ahora ha sido exactamente lo contrario. Nicolás Maquiavelo explicó al Príncipe “que cuando se tiene a todo el pueblo por su enemigo, nunca puede estar seguro y mientras mayor sea su crueldad más débil seguirá volviendo su régimen”.

¿Las sanciones? No me parece que el régimen esté haciendo lo propio para evitarlas, ni siquiera ha cumplido el primero, menos el segundo de los acuerdos: el respeto a las libertades de movilización y otros derechos inherentes a la sociedad nicaragüense. Su mitomanía ha quedado más que evidenciada ante la comunidad internacional, están desprestigiados.

En un escenario electoral. Los partidos políticos deben empezar por aceptar que con sus dueños funcionan como factor divisionista en los procesos electorales, sus mezquinas posiciones politiqueras nos llevaron a esta crisis sociopolítica. El pueblo ya proclamó su rechazo, no los aceptó como participantes en las marchas, tampoco se prestó a la farsa de las elecciones en el Caribe.

Nuestra Iglesia debe de seguir en su apostolado prodefensa de los fieles y del pueblo crucificado, con todo derecho se involucran en este grande desafío pese al lamentable suceso en la catedral de León. El prelado se apartó del mandamiento —dado por el señor Jesucristo— de que no se puede servir a dos señores. ¿Y hacia dónde nos dirigimos? “El objeto de esta lucha debe ser el establecimiento de una sociedad libre con un sistema democrático de gobierno duradero”.

El autor es abogado.

Opinión Crisis en Nicaragua Daniel Ortega Nicaragua archivo
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