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Hombres que juzgan hombres

¿Qué hay de las cortes locales en cada país? Aquellas que juzgan a sus ciudadanos por derechos humanos por sus libertades, por su pensar, por su actuar

Es un honor ser juez, al menos eso parece ser la opinión de nuestros congéneres.

Salomón es el gran sabio juez dando justicia a las diferencias humanas protegido en sus decisiones por un amparo protector de no incursionar por crédito divino, en errores que no signifiquen justicia. Aparece en nuestras mentes sentado en su omnipresente trono desde la altura apropiada que solo él puede alcanzar por ser el líder máximo de saber la verdad gobernante y espiritual, para observar a su pueblo, dirimir disputas e impartir sus decisiones salomónicas.

La Corte Internacional de Justicia, ¿tendrá su Dios para sentarse en su propio trono? La CIJ actúa como tal por mandato de la ONU, la máxima agrupación de sociedades en nuestro planeta. Quizás, donde hay tantas naciones, así podremos encontrar tantos otros dioses; la ONU se declara no protegida espiritual y actúa más que de fe y conciencia, por leyes hechas por la humanidad.

¿Qué respaldo tienen cada uno de sus jueces? El respaldo de ser honorables de intachable trayectoria, ejemplos vivos de la sociedad conduciéndose en la mar de las virtudes, la moral, el civismo, la conciencia, la responsabilidad, la vergüenza y quizás hasta en la espiritualidad. No debe ser fácil no solo ser referentes, sino lidiar con sus propios fueros y creerse y deberse a esa obligación. Deben actuar como Salomón, pero sin tutorial divino. Deben conocer muy bien las leyes pertinentes, hacerlas propias de conciencia y del espíritu que las forjó, pero no recitarlas como un credo y menos gravitar por influencias de intereses políticos, de fuerzas o económicos.

No son técnicos normativos aprendiéndose todos los literales y aplicarlos por estadísticas y lógicas; deben ser literalmente sabios reconociendo génesis, desarrollo y repercusiones sobre temas que la humanidad ha puesto a dirimir en sus manos. Debo creer que las universidades se preocupan en diferenciar el recetario de leyes, de la moral con que deben aplicarse.

Recuerdo al rector de mi universidad al graduarme, dijo palabras que aún no olvido: “Esta alma mater está orgullosa de haberte forjado, eres un profesional integral que la sociedad está esperando por tu entrega, con responsabilidad; anda y haz el bien por ella”. Siempre me sentiré en deuda con mi universidad.

¿Qué hay de las cortes locales en cada país? Aquellas que juzgan a sus ciudadanos por derechos humanos, por sus libertades, por su pensar, por su actuar. Diría, es similar situación, donde siempre honorables entregándose a la sociedad con vergüenza y moral, juzgan a semejantes; esperando el pueblo se imparta justicia, principal pilar social y de confianza para su existencia.

Sin justicia, no hay credibilidad, no hay historia, no hay fe ni siquiera en uno mismo. La justicia es confianza, es la esperanza del camino a recorrer.

El autor es ingeniero civil.

Columna del día hombres juzgar procesos judiciales archivo

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