Economía
Cada informe económico del gobierno es más triste que el otro, y, al igual que los muertos y la violencia de la crisis, la debacle de la economía la achacan, porque así son ellos, al “intento de golpe de Estado”. Y nuevamente hay que decirles, que no, que no señores, la anormalidad que vive Nicaragua no es consecuencia de las protestas que ustedes llaman “golpe” porque sino todos los países donde se protesta estarían como Nicaragua. No. El desastre ocasionado en estos últimos meses es responsabilidad de ustedes que en lugar de reaccionar como gobierno, reaccionaron como una mara criminal ante el reclamo ciudadano.
Anormal
Protestar es normal. Incluso, reprimir las protestas en proporción a las leyes que se alteren es, digamos, normal. Armar paramilitares, atacar a balazos, matar, secuestrar, enjuiciar en masa sin apego a ley alguna, invadir propiedades ajenas, y llenar las cárceles de preso políticos, eso es lo anormal. Eso es de locos. De criminales. Ese es el origen del mal.
Ometepe
Veamos un ejemplo. Ometepe. Ese emblemático paraíso tropical. ¿Quién se atreve a hacer turismo ahí en estos momentos? A vista del régimen, la culpa de que los hoteles estén vacíos, que la economía se haya caído, y que los pobladores anden huyendo en las montañas, la tienen unos señores autoconvocados que realizaron una manifestación pidiendo libertad para los presos políticos. Que ellos hayan invadido la isla con paramilitares y policías, que secuestren y persigan a todo el que piensa distinto eso no tiene importancia. Ellos son así y suponen que todos debemos verlo como su derecho. “Y si saben cómo somos, para qué protestan”, piensan desde su retorcida lógica.
Salud
La protesta tiene su costo económico. Tampoco vamos a negar eso. Pero, una población que protesta cuando está inconforme y un gobierno que respeta ese derecho, es más bien signo de buena salud. La enfermedad es otra.
Las tres P
La otra cosa que no dice el discurso orteguista es que aún sin ese combo de protestas más represión criminal y desproporcionada, ya se avizoraban problemas económicos. No olvidemos que esa época de bonanza que alude el régimen estaba sostenida por unos 500 millones de dólares de libre disponibilidad que llegaban desde Venezuela. Ortega usó ese dinero para instalar un gobierno de corte populista y autoritario que funcionó bajo regla de Anastasio Somoza García: “Plata para los amigos, palo para los indiferentes, plomo para los enemigos”. Ahora la plata está escaseando y el palo dejo de ser efectivo. Recordemos la frase de Margaret Thatcher que aplica para este caso: “El socialismo fracasa cuando se les acaba el dinero… de los demás”. Ortega se quedó sostenido por el puro plomo.
Culpables
El escenario soñado de Ortega es uno donde recupere el control que tenía antes del 18 de abril y tenga otra vez a quien echarle la culpa del desastre económico que tiene entre manos. Eso es imposible. Primero porque la Nicaragua sometida y acomodada que había hasta hace seis meses, ya no existe más. Segundo, porque nadie, nadie, con más de dos dedos de frente, puede creer semejante mentira. En los años ochenta la culpa de todo era de los “45 años de dinastía somocista”. Hasta hace muy poco eran “los 16 años de gobiernos neoliberales”. Y ahora que ya no tienen gobierno cerca a quien echarle la culpa será a “la intentona golpista”. Este tipo de regímenes son así.
Crisis
La economía no se compone a balazos. Nadie va a vacacionar a un lugar invadido por matones, que patrullan, secuestran, golpean y persiguen a quien le venga en gana. Ningún empresario va a invertir en un país donde las leyes dejaron de valer. Este es un país donde nadie se siente seguro. Uno donde las cárceles están llenas de inocentes y el gobierno es manejado por delincuentes. Un país donde los secuestros se están volviendo “normales”. Los secuestrados aparecen golpeados, muertos o en las cárceles y nadie responde por ello. Y todo esto parece suceder porque es la única forma que Daniel Ortega ha encontrado para mantenerse en el poder. ¡Así como!