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Fabián Medina Sánchez, autor de Secretos de Confesión (2002) y Los Días de Somoza (2009), ahora anuncia El preso 198- Un perfil de Daniel Ortega. LA PRENSA/0scar Navarrete

El preso 198: un perfil que retrata episodios impactantes, dolorosos y conflictivos de la vida de Daniel Ortega

Episodios cumbres de la vida de Ortega, sus años en la cárcel y su salto de guerrillero a dictador que no tolera todo aquello que suene a rebelión, son contados en el perfil El preso 198 por el periodista Fabián Medina Sánchez

“La cárcel, obviamente representó uno de los golpes más fuertes, por eso el libro se llama El preso 198, porque marca toda su vida”, dijo el periodista y escritor Fabián Medina Sánchez, al comentar el perfil periodístico que construyó sobre momentos impactantes de la vida de Daniel Ortega Saavedra y su salto de revolucionario a dictador.

La rebelión de abril es el más reciente episodio que pone en relieve este libro, donde Ortega ha llegado hasta el insólito de perseguir a quien porte banderas azul y blanco, chimbombas o todo aquello que suene a rebelión.

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Este perfil apoyado en entrevistas, memorias y otras fuentes, recapitula en sus episodios más intensos, sucesos dramáticos y conflictivos de la vida política y personal de Ortega, de su niñez, años de cárcel, torturas, su relación con el Grupo de los Ocho; y se acerca a dos sonados crímenes callejeros, la del torturador Gonzalo Lacayo y del periodista Carlos Guadamuz.

Ortega en sus años de boy scout.  LA PRENSA/Archivo/MAGAZINE

El autor de los libros de personajes Secretos de Confesión (2002) y Los Días de Somoza (2009) también pone a los lectores en vitrina independiente del credo político, la relación de Ortega con Rosario Murillo, el caso de Zoilamérica y la derrota electoral de 1990.

Asimismo, el libro trae una sección de fotografías históricas que lo muestran en su niñez, de boy scout, de estudiante, con su familia, con los comandantes de la Dirección Nacional del FSLN, y otras recientes con Rosario Murillo.

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El libro  está disponible en LA PRENSA y sus agencias, en las librerías y supermercados La Colonia; y en Amazon.

¿Qué te motivó a escribir este tercer libro?  

Nace por mi propia curiosidad. Mi pregunta era saber cómo se formó este personaje que es omnipresente en Nicaragua, lo encontramos en todos lados, y el cual a mi criterio poco sabemos. Me preguntaba: ¿qué pasó en su niñez? ¿Cómo fue su comportamiento en la cárcel? ¿Cómo fueron sus relaciones en el hogar en los años ochenta?…

Hace unos cinco años comencé en serio hacer este trabajo, usando algunas piezas que ya había antes.

De hecho, lo presenté como proyecto de libro avanzado en noviembre del año pasado en el Taller de libros periodísticos de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, en Oaxaca, México. Luego vinieron los acontecimientos y sentí que ya no podía postergarlo.

La rebelión de abril fue el último de los cuatro golpes que Ortega ha recibido en los últimos 30 años. Hablame de esos  episodios.

Es cierto, en los últimos treinta años Ortega ha recibido cuatro golpes fuertes, no quiere decir que son los únicos. Rosario Murillo ha sido determinante en estos casos.

El primero fue en 1990, la derrota electoral, fue algo imprevisto, en ese momento con Rosario Murillo estaban distanciados por ciertos conflictos que se habían presentado en el manejo del Gobierno en los años ochenta. Incluso muchos testigos me aseguran que Rosario Murillo le vaticinó que esas elecciones las iban a perder.

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Otro gran golpe que se conoce menos es el infarto que sufre en 1994. Este le provoca miedo de la posibilidad de morir. Él se da cuenta en Cuba durante un chequeo ordinario, los médicos le dicen que sufrió un infarto silencioso. Y que en cualquier momento un infarto de esos lo puede matar. O sea, desarrolla miedo y le obliga a cambiar su conducta.

El tercer golpe se da en 1998, cuando Zoilamérica denuncia a Ortega como abusador y violador, y Rosario Murillo le da la espalda a su hija. De esa manera consolida ese binomio que conocemos hasta ahora, y yo diría que ya un último golpe es la rebelión que inició en abril. ¿Por qué?, porque en este momento esa pareja está endiosada y siente que este es un desafío, una especie de blasfemia que está haciendo el pueblo contra las personas que dirigen.

Ortega de camisa a rayas, en la cárcel Modelo junto a otros reos.  El último de la derecha es Jacinto Suárez, integrante del Grupo de los Ocho, sus amigos cercanos. LA PRENSA/Archivo Magazine

¿Por qué decís que Ortega nunca dejó de ser el preso 198?  

A medida que vengo investigando, la actitud de presidiario lo persigue desde que estaba en la cárcel hasta nuestros días. Y eso se refleja incluso en hechos cotidianos, por ejemplo en todas sus oficinas, tanto en la secretaría del Frente Sandinista o Casa de Gobierno, siempre creaba en la parte trasera de su despacho una especie de oficinita en la cual tenía una puerta, una hamaca y una cama en la cual se refugiaba y reunía con sus amigos más íntimos.

En su primer escolta, es curioso que él tenga a tres de sus carceleros de la Guardia Nacional que trabajaban en el sistema penitenciario, hace amistad cuando está preso y los integra como sus escoltas. Incluso un escolta me aseguró que el principal seudónimo que usa Ortega era Enrique, en honor a un guardia.

Y las otras cosas de él son comer de pie, le gusta comer en la mano, le gustan lugares apartados. Su actitud del poder tiene que ver mucho con su concepción, para mí, del poder.

Una curiosidad: la cifra de 198 corresponde a los muertos que reconoce Ortega.

Eso es pura casualidad, no creo que haya sido intencional llevarlo al 198. A mí también me sorprendió, a pesar de que lo uso en el libro ni siquiera lo menciono.

Marcha de las chimbombas en carretera norte. LA PRENSA/Uriel Molina

Y de esos nuevos miedos de Ortega: las  marchas azul y blanco, los tranques, el convocar a nuevas elecciones.

Decía que en la vida de Ortega he encontrado varias etapas… me sorprende esta última, su comportamiento y esa actitud fuera de sí, durante todo el tiempo se manejó como un tipo aparentemente calmado, como el tipo mediador, conciliador, el que arreglaba las disputas que había entre otras personas, pero ahora es un tipo fuera de sí, que pierde el control y que ha ordenado reprimir o mantenerse por la fuerza bruta, al ataque despiadado y no permitir viso de rebelión, y anda persiguiendo hasta chimbombas, banderas blancas y todo lo que le suena a rebelión.

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Él tiene mucho miedo a los espacios que no controla, eso se refleja en el libro en varios episodios. No se expone a una audiencia en el que no son escogidos, que son adeptos que la van a aplaudir. Tiene miedo al reclamo, tiene miedo a la confrontación e insulto que se pueda producir contra su persona.

Me parece que hay un “quinto golpe”, y fue cuando cayó preso en 1967 y sufrió cárcel. 

Cuando hablo de los cuatro golpes me refiero a los golpes que lo acercan a Rosario Murillo, pero en realidad él había pasado varias etapas bien fuertes. Digo que Ortega es un sobreviviente, porque el 70 por ciento del grupo que se relaciona en el barrio San Antonio no llegan a 1979. Y del Grupo de los Ocho, con que se relaciona en la cárcel solo cuatro llegan hasta 1979. (Daniel Ortega, Manuel Rivas, Lenín Cerna, Jacinto Suárez y Carlos Guadamuz. El resto José Benito Escobar, Julián Roque y Oscar Benavides habían muertos).

La cárcel obviamente representó uno de los golpes más fuertes a tal punto, por eso se llama el libro El preso 198, porque marca toda su vida. Y el otro es la muerte de Camilo Ortega, es bien fuerte, ocurre en 1978, la muerte de Selim Shible, era muy querido por él, lo menciona en una entrevista que fue un golpe durísimo, lo menciona por sobre la muerte de su hermano.

Llegando a Cuba, después que fue liberado en diciembre de 1974. LA PRENSA/Archivo/MAGAZINE

Das a conocer algunos poemas, hablame de esa parte que vivió en la cárcel.   

Jacinto Suárez dice que la cárcel (Modelo) después de un tiempo no los trataron tan mal, incluso les dieron cierto privilegios como el acceso a libros, no había torturas, la etapa primera fue la durísima para ellos. Ahí es donde empieza una relación epistolar con Murillo a través de su mamá, doña Lydia. Por ejemplo, ese poema (que sale en el libro) lo escribe en la cárcel. Y otro que le envía la Murillo y que lo aprende de memoria. Y lo recita en una entrevista a Playboy.

¿Ortega disparó o no, en el caso de la muerte del torturador Gonzalo Lacayo? Tu libro presenta versiones encontradas. 

En la entrevista que le hace (Claudia Dreifus en la revista) Playboy, él dice que el atentado  contra Lacayo se produce en agosto del 67, pero cuando investigo encuentro que fue en octubre del 67. Yo le creo más a los periódicos que estoy viendo que a la memoria de Ortega. Sobre si disparó o no es irrelevante, el hecho seguro es que participa en el grupo que asesina al (sargento de la Guardia Nacional) Gonzalo Lacayo. No defiendo a Lacayo, me parece que era un torturador, un monstruo, pero para registro histórico Ortega participa y, de hecho, él mismo lo reconoce en varias entrevistas.

¿Estamos ahora ante un Ortega solo? Del Grupo de los Ocho murieron cuatro, la mayoría de la Dirección Nacional del FSLN, tampoco están con él países que antes lo apoyaban. 

Siento que es un Ortega solo, que se ha quedado aislado. No creo que sea algo que le agrade. Sí le gusta la soledad en su vida privada, pero le gusta saber que afuera lo ven como un dios y que cuenta con ese respaldo de personas o gobiernos que lo ven como un líder, incluso internacional. En su momento quiso jugar ese papel, pero no fue aceptado, y le gusta que se le haga homenajes y se le rinda culto.

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El dictador cubano Fidel Castro saluda a Daniel Ortega en 2005 en La Habana. LA PRENSA/Archivo/AFP

En tu libro de perfil, no encuentro algo sobre las relaciones de Ortega con Fidel o Chávez.

Cuando comencé a hacer el libro, la estructura que tenía en la cabeza era hacer varios reportajes sobre etapas importantes en la vida de Ortega, curiosas y luego compilarlas: la cárcel, la relación con Guadamuz, con Rosario Murillo, el episodio de Zoilamérica, la derrota electoral, algunas de ellas vieron luz en Magazine (revista).

Luego la misma estructura me fue diciendo que  tenía que cambiar un poco, pero en el fondo subsiste, de contar los episodios cumbres en la vida de Ortega. Si no hay episodios de su relación con Fidel Castro o con Chávez, sí se mencionan.

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Hasta ahora, y no es para presumir, este es el perfil más completo que se ha hecho sobre Daniel Ortega, pero no quiere decir que está totalmente contado… Y por las circunstancias uno sabe que el final aún no está escrito.

Sea yo o cualquier otra persona, periodista o escritor, va a tener que contar lo que suceda de aquí a algunos años con Daniel Ortega, pase lo que pase con su vida.

Has dicho que este no es un libro a favor o en contra de Ortega y que no es uno de historia, sino un perfil periodístico. 

Yo utilizo las herramientas del periodismo para contar a Daniel Ortega, y no trato que sea un libro a favor o en contra, lo pueden leer perfectamente los simpatizantes de Ortega y van a encontrar cosas útiles y las personas que adversan pueden encontrar cosas útiles. Traté de ser comedido y expresar mi opinión solo en el epílogo.

Veo que también reflexionás cuando decís que Ortega no es el problema esencial, sino el nicaragüense en el sentido de crear a dictadores.

Considero que Ortega es uno de los personajes más importantes de nuestra historia en Nicaragua. Lo pongo a la par de José Santos Zelaya, de Anastasio Somoza García. Cien años después, se va a estar hablando de Ortega.

Y lo que sostengo es que si Ortega hubiese muerto en las vicisitudes de la guerra y de la cárcel y la rebelión contra Somoza, probablemente tuviéramos un personaje similar. Si no hubiera sido Daniel Ortega, hubiese sido otro, porque nosotros tenemos esa tendencia a incubar a estos caudillos en la forma como los buscamos y les damos el poder sobre nuestras propias vidas.

Cultura Daniel Ortega libro rebelión archivo

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