Don Hermenegildo Yescas, de 79 años, es muy conocido en el sector de los Horconcitos, en la comunidad indígena Veracruz de Zapotal, Rivas, porque siempre asiste a los funerales de amigos y vecinos, pero además registra en un cuaderno el nombre y la fecha de fallecimiento de la persona.
De acuerdo con Yescas, la fecha de muerte de su mamá Encarnación Yescas, el 23 de julio de 1986, fue la primera que anotó en un pequeño cuaderno.
“Yo comencé anotando la fecha en que falleció mi señora madre, luego seguí con amistades y familiares, para recordar el día en que se fueron de este mundo, ya llené el primer cuaderno que inicié en 1986, y en el 2016 comencé a llenar el segundo”, explicó Yescas.
Aunque son muy pocos los que han llegado a preguntarle por la fecha de algún fallecido, don Hermenegildo relata que una joven de la comunidad de Río Grande ha copiado los datos de más de 50 familiares y conocidos de ella, refirió.
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Yescas asegura que nunca tuvo la oportunidad de ir a la escuela, aprendió a leer a los 11 años, después que su progenitora le enseñó el abecedario “cancaneaba” leyendo una biblia y aprendió a escribir por sus propios medios.
Pastor Calero Bonilla, habitante de los Horconcitos, comentó que “es interesante que alguien tan conocido en todos los barrios aledaños a la comunidad anote a todos los conocidos que van falleciendo, que ni las directivas de la comunidad indígena lo han hecho, es digno de admirar, ojalá que no me anote a mí en su lista, aunque yo estoy joven a la par de él, pero todo puede suceder”.
Yescas asegura que solo en dos funerales no ha podido estar presente por problemas de salud, pero los nombres de los difuntos están en su cuaderno.
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“Yo vivo acá metido en mi finquita y cuando no fui a esos funerales, viera la gente como vino a preguntar, a saber qué me había pasado, estaban extrañados (se ríe), y yo les dije que estaba enfermo, solo por enfermedad no pude asistir, pero los anoté porque eran mis amigos”, detalla.
No fue pero los anotó
Hermenegildo Yescas, de 79 años, asegura que solo en dos funerales no ha podido estar presente por problemas de salud, pero los nombres de los difuntos están en su cuaderno. “Yo vivo acá metido en mi finquita y cuando no fui a esos funerales, viera la gente como vino a preguntar, a saber qué me había pasado, estaban extrañados (se ríe), y yo les dije que estaba enfermo, solo por enfermedad no pude asistir, pero los anoté porque eran mis amigos”, detalla.