El último poemario de Francisco de Asís (Chichi) Fernández, El tigre y la rosa, contiene entre otros hermosos poemas uno titulado La Poesía, y como valor agregado los comentarios de ilustres literatos como Gioconda Belli de Nicaragua, Raúl Zurita de Chile, Antonio Gamoneda de España y Víctor Rodríguez Núñez de Cuba.
LA PRENSA publicó en su página Literaria del pasado sábado 19 de agosto, ese poema que dice en uno de sus hermosos versos:
“Ella (la poesía) es un caracol y la pongo en mis oídos para que me cuente los poemas de Safo y los romances de Andrómeda…”.
Me llamó la atención esta frase, “los romances de Andrómeda”, pues según el diccionario de la RAE romance significa, en el contexto sentimental, una “relación amorosa pasajera”.
Pero Andrómeda solo tuvo un amor, Perseo, su héroe liberador y esposo. Andrómeda es símbolo de la fidelidad a un único amor, así como del cumplimiento de los compromisos y el respeto a la palabra empeñada. Pienso entonces que es por su mágica creatividad que Chichí imagina a Andrómeda teniendo romances cuyos detalles un mágico y chismoso caracol se los cuenta al oído.
Andrómeda no tiene una historia propia en la mitología, es parte del mito de Perseo, el hijo que Dánae le tiene a Zeus después de que este, para poseerla se convierte en una lluvia de oro que cubre su hermoso y virginal cuerpo desnudo.
Perseo, calzando las sandalias mágicas que le ha dado Hermes para que pueda volar en busca de Medusa, va de regreso a su patria después de matar al monstruo en el país de los Hiperbóreos, y pasa sobre Etiopía. Desde lo alto Perseo mira a una hermosa mujer que de lejos parece una estatua de mármol, desnuda, solo cubierta por algunas joyas, encadenada a una roca en la orilla del mar.
Perseo desciende y la mujer le dice entre sollozos que su nombre es Andrómeda, hija del rey Cefeo y la reina Casiopea. Le cuenta que su madre se jactó de que ellas eran más hermosas que las hijas de Poseidón, y este, como castigo envió un terrible monstruo marino para que asolara la región.
Sigue relatando Andrómeda a Perseo que el adivino de la ciudad dijo a Cefeo que solo se podrían librar del monstruo si la princesa Andrómeda le es ofrecida en sacrificio. Y por eso está encadenada a la roca, en espera de que llegue el monstruo.
Perseo va a la playa donde están Cefeo y Casiopea y les promete matar al monstruo y liberar a Andrómeda a cambio de que se la dan por esposa. Andrómeda ha sido prometida a Fineo, hermano de Cefeo, pero no hay alternativa y aceptan la propuesta de Perseo.
Perseo mata al monstruo con la espada mágica que Atenea le prestó para que cortara la cabeza de Medusa y pide que el matrimonio con Andrómeda se realice inmediatamente, pues tiene que seguir el viaje de regreso a su hogar, en la isla de Sérifos.
Cefeo está dispuesto a cumplir el acuerdo pero Casiopea se opone, ella quiere que Andrómeda se case con Fineo pero además desprecia a Perseo porque lo considera un bastardo.
Para resolver la situación Casiopea incita a Fineo para que mate a Perseo, pero el resultado del enfrentamiento es al revés. Muerto Fineo se celebra la boda de Perseo con Andrómeda y se marchan a Sérifos, después van a Argos y finalmente a Tirinto. Allí se establecen definitivamente y forman un matrimonio feliz que procrea seis hijos varones: Alceo, Méstor, Heleo, Electrión, Esténelo y Perses; y una sola hija mujer, Gorgófone, quien cuando llega a la edad adulta es la primera mujer que vuelve a casarse después de haber enviudado.
Andrómeda, cuyo nombre significa “la gobernante de hombres”, fue en efecto una gran reina. Por eso, y por su fidelidad al amor y al compromiso que es una virtud sagrada protegida por los dioses, después de muerta Andrómeda es llevada al cielo y colocada como una constelación estelar.
También Casiopea fue puesta en el firmamento, como una constelación, pero en este caso como castigo. Poseidón la colocó entre las estrellas atada a una silla, donde la mitad del tiempo se le ve con la cabeza hacia abajo, como si estuviera pidiendo perdón.