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Ejército, Ayapal, Ejército de Nicaragua

Algunos pobladores presenciaron el tiroteo entre Saúl Palacios Navarrete con pistolas y varios militares con fusiles de guerra, en la calle principal de Ayapal, el martes pasado. LA PRENSA/CORTESÍA

Ejército enfrentó a un solo hombre en Ayapal

Contraria a la versión oficial, los testigos coinciden al asegurar que Saúl Palacios Navarrete andaba solo y no con las tres o cinco personas más que dice el Ejército en su informe

Opinar implica riesgos. “‘Los pintos’ (como llaman a los militares) le ponen el ojo a uno, no les gusta la libertad de expresión y lo empiezan a investigar a uno. Los otros (grupos armados en las montañas) se dan cuenta que uno habló algo y también se pueden desquitar. Entonces es mejor no hablar”.

Explicaciones como la de este comerciante son casi generalizadas en Ayapal, un caserío de aproximadamente cinco mil personas, 40 kilómetros al norte de la cabecera municipal de San José de Bocay, en el departamento de Jinotega. Entre quienes se atreven a brindar entrevistas, la mayoría pide conservar el anonimato.

Versión de un testigo

“Hay muchas cosas, andan esos armados y con esto que pasó se va a poner más ‘chiva’ esta cuestión”, advierte otro hombre que al amanecer del martes 7 de marzo reciente presenció el tiroteo entre un hombre con pistolas y varios militares con fusiles de guerra, en la calle principal de Ayapal, donde dos hombres murieron y otros cuatro, incluyendo a tres soldados del Ejército, fueron heridos de bala.

Saúl Palacios Navarrete y Bismark Antonio Orozco Montoya, de 23 años, fueron los muertos. En tanto, el civil Santos Centeno Pérez, así como el teniente Carlos Mendiola, el soldado Johnny Téllez y el soldado Arnulfo López fueron heridos y llevados en helicóptero a un hospital de Managua.

Lo que dijo el Ejército

Según la versión del Ejército, a las 6:25 a.m., los soldados recibieron información de que entre cuatro y seis hombres armados pretendían robar a productores que habían vendido ganado.

“Estos elementos (con armas) se desplazaban por los alrededores del poblado de Ayapal, portando armas de fuego y al ser requeridos realizaron disparos contra nuestra patrulla, quienes respondieron haciendo uso de sus armas reglamentarias”, refiere una nota de prensa del Ejército.

Ayapal es un puerto de montaña. Un pueblo pequeño. En la calle principal, que conduce a la confluencia de los ríos Bocay y Ayapal, hay negocios que desde las 4:30 a.m. comienzan a abrir. Ahí bajan los pobladores de comunidades recónditas para realizar sus compras.

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“Ya a las 5:00 empieza a circular la gente y debemos tener abierto en la mañanita que se vende bastante”, explica Francisco Corea Blandón, dueño de un negocio en el que vende lubricantes para vehículos, abarrotes, verduras y otros productos.

Ayapal, Ejército de Nicaragua, rearmadosMiembros del Grupo de Intervención Rápida (GIR) de la Policía Nacional permanecen resguardando la zona. LA PRENSA/L.E. MARTÍNEZ

Corea dice que a esa hora estaba terminando de empacar azúcar en su negocio. Un hombre delgado, camisa celeste de manga larga, botas vaqueras altas sobre el pantalón negro, espuelas, lentes oscuros, con un sombrero blanco encima de una gorra blanco y rojo, compró “una media de guaro” en una cantina cercana.

Montando un caballo, el hombre subió a la acera en la venta de Corea, donde quería comprar cigarros. El comerciante supo después que era Saúl Palacios Navarrete, hijo del presunto rearmado Santiago Palacios Sevilla, señalado de dirigir una agrupación alzada en armas contra el Gobierno, pero que las autoridades califican como delincuente, atribuyéndole diversos delitos, desde asesinatos hasta cultivo y tráfico de marihuana.

“De aquí se fue a aquella otra venta de ropa (señala una tienda a cincuenta metros con dirección al río), no sé qué buscó ahí, pero después se regresó y se metió aquí, tampoco sé qué iría a buscar porque es una tienda grande”, relata Corea, señalando hacia la casa contigua, donde funciona la Tienda Solar Alex.

¿Casualidad?

Un militar, de quien Corea se refiere como “el capitán”, subía en una moto desde el lado del río con dirección a la base del Ejército en Ayapal. Se detuvo a platicar con él, mientras Palacios Navarrete estaba en la ferretería, donde sonó un disparo de pistola.

Otro poblador de Ayapal, asegurando ser amigo de los Palacios, indica que Saúl andaba buscando municiones y cree que el dependiente Orozco Montoya —sobrino de los dueños de la tienda— se habría negado a venderle, por lo que le asestó un tiro en la cabeza.

Cuando el hombre salía de la tienda, una camioneta con militares se estacionó enfrente y comenzó la balacera. “Fue rápido… se parqueó la camioneta, se apearon los compas y le dispararon”, comentó Corea.

Relatos contradicen versión del Ejército de Nicaragua

Contraria a la versión oficial, los testigos coinciden al asegurar que Palacios Navarrete andaba solo y no con las tres o cinco personas más que dice el Ejército en su informe.

“Si han venido los seis hombres hubiera sido matancina. Solo él se les enfrentó. Si se ha metido con el grupo hacen zanganadas, porque son hombres jugados (experimentados)”, dice el hombre que se identifica como “amigo” de los Palacios y que cree que el presunto rearmado Santiago Palacios buscará vengarse. “Ese hombre quedó ‘enchilado’ con esto que le matan a otro hijo”, dice.

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En tanto, Corea apunta: “Cuando cayó ahí todavía disparó en el suelo, ya para morir seguía disparando, era buen gallito el muchacho, hacer eso solo contra un Ejército”.

Santos Centeno Pérez volvía de bañarse en el río y fue alcanzado por las balas a media cuadra de la tienda donde ocurrió el tiroteo. El civil y los tres militares heridos fueron llevados en la camioneta a la base militar y de ahí los llevaron en helicóptero a Managua.

Ayapal, Ejército de Nicaragua, rearmados

El cuerpo de Orozco fue llevado por sus familiares hacia la ciudad de Matagalpa, de donde era originario y donde sería sepultado este miércoles.

En tanto, el cadáver de Palacios Navarrete fue llevado al centro de salud del caserío, donde esa tarde fue entregado a una comisión de autoridades civiles y religiosas. Lo llevaron para velarlo en la comunidad Yakalwas Uno y sería sepultado este miércoles en la comunidad Ayapal.

¿Heridos por los mismos militares?

De acuerdo con otros vecinos, cuando los militares se bajaron de la camioneta, se ubicaron unos en la parte de arriba, junto a un camión estacionado, y otros en la parte baja de la calle en pendiente, en línea recta entre ellos.

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“Cuando él (Palacios) sale (de la tienda) estos majes que están abajo lo aprietan (a balazos), pero aquellos de allá le disparan también… los que estaban al lado del camión le pegaron a estos de aquí… y también le pegan a un maje (el civil Centeno) que viene de abajo”, relata uno de estos vecinos que igual prefiere omitir su identidad.

Poco a poco vuelve la normalidad

Después del suceso, fue más notoria la presencia militar y policial en las calles del poblado adonde también llegaron miembros del Grupo de Intervención Rápida (GIR) de la Policía. Mientras, los

pobladores optaron por mantenerse en sus casas, lamentando incluso la interrupción del servicio de una compañía de telefonía móvil.

“Seguramente la cortaron (el servicio telefónico) para que no le comuniquen nada al papá del muerto”, especuló uno de los entrevistados.

Pero, este miércoles 8 de marzo, los pobladores de Ayapal volvían a sus actividades cotidianas. “Ya poco a poco va volviendo la normalidad”, refiere otro lugareño.

Cosas feas

“Aquí se ven cosas feas”, dice el comerciante Corea Blandón, agregando que “la vez pasada fueron los (miembros de una secta que sigue la doctrina del estadounidense) de William Branham”.

Se refiere a los sucesos del 4 de diciembre de 2013, cuando diez personas —cuatro de ellas policías— murieron después de enfrentarse a balazos.

Otros recuerdan la tragedia del 9 de diciembre de 1982, cuando 75 niños y diez madres murieron al desplomarse un helicóptero que los evacuaba de esa zona de guerra.

Aunque la versión oficial decía que lo derribó un misil de la Contra, años después trascendió que la aeronave sufrió desperfectos mecánicos e iba sobrecargada. Pocos restos de ese helicóptero son exhibidos en las paredes de la estación policial suboficial Pedro Aburto, de Ayapal.

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